El BCU ha destacado que las expectativas de inflación por parte de los empresarios han ido cayendo, al pasar este año del 7% al 6,3% en marzo y a 6,1% en junio.
Sin embargo, las autoridades de la entidad —que aspiran a una inflación del 4,5% este año— reconocen que será difícil que las expectativas empresariales bajen de la barrera del 6%, dado que son “bastante duras”. Por otra parte, es esperable que así sean.
De todas formas, el BCU considera como un logro que estas expectativas hayan bajado a niveles del 6% considerando que tiempo atrás estaban ancladas en 8%. De hecho, esta es la menor dispersión que se registra en muchos años.
Las expectativas de inflación de los empresarios y del mercado en general son importantes en la medida en que, en función de las mismas, se fijan los precios de los productos y servicios, la renovación o aumentos de los alquileres y las negociaciones salariales, entre otros.
En contraste con las expectativas empresariales que han ido bajando, las de los analistas se mantuvieron y las de la opinión pública aumentaron levemente. Para los analistas, las expectativas de inflación están en 6% a cinco años.
Considerando los últimos 24 meses, la inflación se mantuvo dentro del rango meta -ubicado entre 3% y 6%- por 13 meses.
La inflación alcanzó el 4,96% en junio y la inflación subyacente se ubicó en 4,18% ese mes, es decir también por debajo del rango. Para este año, el rango meta del BCU está en 4,5%.
Durante junio, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) creció 0,36%, estos son valores similares a los vistos en mayo, pero más alto que el -0,5% del mismo mes de 2023.
Con el aumento de junio, la inflación a 12 meses se ubicó en 5%, continuando así la aceleración del mes anterior, pero dentro del rango meta.
Las proyecciones del IPC que realiza el BCU se revisan al alza para este mes de julio y llegarán, según proyecciones, al techo del rango en agosto, para después decaer en septiembre.
El BCU proyecta así que el riesgo del aumento de la inflación en estos meses se irá mitigando y llegará al orden del 5% a fin de año. Esto se proyecta considerando diversas variables, entre ellas que el dólar se podría mantendría en el entorno actual de los $ 40.
El organismo considera que el impulso actual de los precios de frutas y verduras determina una trayectoria superior a la proyectada en el primer tramo del horizonte de su política monetaria. La senda en el resto de los indicadores refleja la reversión del efecto sequía y una convergencia del IPC general.
TASA DE INTERÉS
El BCU decidió mantener la tasa de interés en 8,5% para consolidar la baja de la inflación y sus expectativas en el objetivo de 4,5%.
El organismo considera que existen riesgos macroeconómicos a tener en cuenta, sobre todo a nivel de geopolítica, aunque sin mayor impacto en lo local, en el corto plazo.
Por lo pronto, los precios de los commodities están bastante estables y los costos de transporte, si bien mostraron alzas, han sido dentro del margen de lo esperado.
Estados Unidos y Europa han tenido una inflación a la baja en estos meses, aunque sin llegar a los niveles que buscan. De ahí que, todo indica que, a nivel internacional, las tasas de interés se mantendrán altas por bastante tiempo, con tendencia leve a la baja.
En cuanto a los riesgos domésticos, los temores que había en tiempos de pandemia del covid-19 se han disipado. Estos eran: el impacto precisamente de la pandemia en la economía y la posibilidad de perder el grado inversor.
Actualmente, el BCU sopesa que los riesgos son dos: desalineamiento importante en las expectativas entre las proyecciones de esta entidad y los agentes económicos o el mercado; y el del ciclo político electoral, en especial el plebiscito. Pero estos dos riesgos no son alarmantes, sino medios o bajos, según el organismo.
Evaluando todo el período, la tasa será levemente contractiva, según el BCU.
En cuanto a la brecha del tipo de cambio real, comienza a cerrarse, con fluctuaciones en los últimos tres meses, muestran los datos del organismo.