PIB
Las medidas para contener el COVID-19 llevaron a un freno de la economía en abril y parte de mayo con varios sectores que redujeron drásticamente la actividad y una menor demanda interna y externa.
Las medidas para contener el COVID-19 que irrumpió el 13 de marzo de 2020, llevaron a un parate de la economía uruguaya (que ya estaba en recesión) en abril y parte de mayo pasado con varios sectores que redujeron drásticamente la actividad y una menor demanda interna y externa. El segundo semestre pautó la recuperación de la economía, pero la misma no alcanzó a compensar el desplome previo (la caída desestacionalizada del segundo trimestre fue histórica).
Así, el Producto Interno Bruto (PIB) de Uruguay cayó 5,9% en 2020, según los datos de Cuentas Nacionales divulgados ayer por el Banco Central (BCU). Esta es la mayor caída de la actividad desde 2002, el año de la última crisis económica que vivió Uruguay. A su vez, el retroceso de la economía uruguaya llevó al PIB al mismo nivel de 2013.
“Durante el segundo semestre de 2020, la economía uruguaya se recuperó 9,8% respecto al mínimo del segundo trimestre, pero sin compensar completamente la caída que había experimentado en el primer semestre (12% versus el cierre de 2019)”, dijo a El País el socio-director de Vixion Consultores, Aldo Lema.
En el año que pasó, “el sector de actividad que más cayó fue el de Energía eléctrica, Gas y Agua, con una caída del 12,5% (en buena medida explicada por el descenso de la generación de energía hidráulica). Lo siguieron los sector de Actividades profesionales y Arrendamiento (-10,6%) y de Comercio, Alojamiento y Suministro de comidas y bebidas (-9,1%), fuertemente afectados por las consecuencias de la crisis sanitaria. También sufrieron caídas de entidad los sectores de Salud, Educación, Actividades Inmobiliarias y Otros Servicios (-7,0%), Transporte y almacenamiento, Información y Comunicaciones (-6,5%) e Industria Manufacturera (-5,6%)”, señaló el Centro de Investigaciones Económicas en un comunicado.
Los sectores Agropecuario, Pesca y Minería; Servicios Financieros y Actividades de Administración Pública, registraron contracciones menores (-0,4% y -0,5% respectivamente).
“El único sector que registró una expansión fue la Construcción (1,8%). El comportamiento de la construcción se explica, fundamentalmente, por el avance de los proyectos de participación público-privada (PPP) que permitieron compensar los efectos negativos de la pandemia, incluyendo el cierre total de actividades a comienzos de la crisis sanitaria”, agregó Cinve.
En el cuarto trimestre, el PIB creció 1,7% desestacionalizado (es decir frente al tercer trimestre), pero cayó 2,9% respecto al mismo período de 2019.
Florencia Carriquiry, socia de la consultora Exante dijo a El País que “a nivel sectorial, la actividad económica del último trimestre del año fue mejor a lo que estimábamos en la mayoría de los sectores, pero eso fue contrarrestado por Transporte y Comunicaciones que tuvo un desempeño mucho peor del que venían exhibiendo las cifras previas” (publicadas en diciembre).
En esa línea, el gerente de Consultoría de CPA Ferrere, Alfonso Capurro señaló que “desde el punto del vista cualitativo, no cambia el diagnóstico en forma significativa. De todas formas emergen algunas cosas que vale la pena destacar” como que “el dato confirma que la economía estaba en fase de expansión en la segunda mitad del 2020” aunque “eso pudo haberse interrumpido en el primer trimestre del 2021, donde se verá con más claridad el impacto negativo de la temporada turística” y “desde el punto de vista sectorial, se confirma la idea de que los sectores agroexportadores y la construcción son los que lideran la recuperación”.
De hecho en la medición interanual del cuarto trimestre, el sector que presentó el mayor crecimiento fue el Agropecuario, Pesca y Minería, con un alza del 7,8%.
¿Y en 2021 qué esperar?
“Para 2021, más que un crecimiento lo que habrá es una recuperación continuada, en el sentido de que en el promedio del año seguiremos estando aún lejos del nivel de 2019. La ola de COVID-19 que está sufriendo el país claramente afecta la actividad económica, y hace ya unos meses comenzaron a ajustarse a la baja los pronósticos”, afirmó el economista jefe de KPMG, Marcelo Sibille a El País.
“No debería llamar la atención que en primer semestre de 2021 vuelva a verificarse una caída desestacionalizada en el producto. Todo indica que la reactivación recién comenzará a ganar fuerza en el segundo semestre del año con el grueso de la población inmunizada, lo cual estaría configurando un efecto ‘W’”, agregó.
En el caso de Exante, Carriquiry señaló que tenían un pronóstico de 3,2% para este año, pero “el agravamiento de la situación sanitaria y las recientes medidas del gobierno nos llevarán seguramente a revisar algo a la baja la actividad en algunos sectores (como el comercio y algunos servicios), al menos en lo que es la primera mitad del año. Sin embargo, al mismo tiempo la mejora del contexto global (con la suba fuerte que hemos visto a nivel de precios de commodities), el avance rápido de la vacunación y el mayor efecto arrastre que dejaron estas nuevas cifras jugarían en sentido contrario”. Por tanto, la revisión será “moderadamente” a la baja.
En el caso de CPA, Capurro expresó que “todavía no incorporamos en nuestras proyecciones los eventuales impactos de esta última ola de contagios. Sin tener en cuenta este efecto, estamos proyectando un crecimiento del orden del 3%; un 3% que encierra mucha heterogeneidad sectorial: perspectivas poco claras para el turismo, año rugoso para servicios asociados al mercado interno y afectados por la distancia física y recuperación liderada por agronegocios y construcción, en línea con lo observado en la segunda mitad de 2020”.
Para Lema “en 2021 los efectos del recrudecimiento de la pandemia deberían ser significativamente menores que los observados el año pasado, en parte por el mejor entorno extrarregional, las menores restricciones, la mayor adaptación al shock y la perspectiva de la vacunación. Habría un impacto en el cruce del primer y segundo trimestre, pero que podría recuperarse en el resto del año. Con todo, el crecimiento estaría en la parte baja del rango que estimábamos, cerca de 3%”.
La nueva ola de contagios de COVID-19 que enfrenta Uruguay llevó al gobierno a tomar algunas medidas de reducción de movilidad, que tendrán su efecto en la economía. Ya el primer trimestre estuvo afectado por el cierre de fronteras que golpeó severamente a la temporada turística.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ya había reducido su proyección de crecimiento para 2021 en febrero de 4,3% a 3,5%. Mientras, los analistas ven una expansión más cercana a 3%.
¿Qué lectura se hace a nivel del equipo económico de gobierno de esta nueva ola y el efecto en el PIB que tendrá?
Fuentes del equipo económico dijeron a El País que esto puede verse como una “piedrita” en el camino de recuperación que traía la economía uruguaya.
Si bien puede “aumentar un poco la incertidumbre” sobre la recuperación por este “rebrote” de casos de COVID-19, a nivel oficial se mantiene el “optimismo” de que será solamente eso, un riesgo, explicaron.
De hecho, señalaron que hay varios indicadores económicos que vienen en ascenso, como la evolución que traen las exportaciones y los buenos precios internacionales de los principales commodities que Uruguay produce y vende al mundo como soja, carne, lácteos y celulosa.
En entrevista con El País publicada el pasado 14 de febrero, la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, señalaba que “en 2020 además de atender la pandemia, el gobierno estuvo trabajando en el frente de atraer inversiones y en el de reformas estructurales. Y es en estos tres andariveles que va a seguir trabajando el gobierno: en la atención inmediata a la pandemia, en la recuperación de la actividad, particularmente en lo que son las inversiones, y en reformas estructurales que es lo que nos va a permitir el crecimiento hacia adelante”.
El consumo cayó 6,2% en el año pandémico
Al evaluar el Producto Interno Bruto (PIB) desde el lado de la demanda, la interna registró un descenso, debido a una caída del Gasto de Consumo final de -6,2%. El descenso se dio tanto en el consumo de los hogares (-6,2%), como en consumo de gobierno (-6,4%). En el primero de los casos los principales afectados fueron servicios de esparcimiento, culturales y deportivos, el transporte de pasajeros y los servicios de suministro de comida y bebidas. El consumo del gobierno se redujo principalmente en servicios de enseñanza. “El consumo privado moderó el ritmo de caída sobre el final del año pero igual se retrajo 6,2% en el promedio de 2020 (en línea con lo estimado)”, apuntó la socia de Exante, Florencia Carriquiry.
En tanto, las exportaciones de bienes y servicios cayeron 13,5% en 2020 por la sequía que afectó la cosecha de la soja y el cierre de fronteras en buena parte del año.
El otro de los componentes de la demanda, la Formación bruta de capital en 2020 fue 8% superior a la de 2019, “debido a una mayor acumulación de stocks”, indicó el Banco Central. Esto fue por el freno que tuvo la demanda en el segundo trimestre. Por su parte, la Formación bruta de capital fijo, es decir la inversión, descendió levemente en relación a 2019. “Tendió a verse una mayor inversión en activos fijos de lo que estimábamos (al impulso del proyecto de UPM sobre todo). De hecho, pese al mal desempeño de la inversión en la primera parte del año, la inversión bruta fija cayó sólo 0,5% en el promedio”, dijo Florencia Carriquiry de Exante. En el cuarto trimestre, “se destaca el crecimiento de la inversión (+11,8%), también explicada por la construcción de la planta de celulosa y el ferrocarril central”, dijo Alfonso Capurro de CPA.