El País en Francia
Muchas calles y edificios de París ya están vestidos con los símbolos de los Juegos Olímpicos 2024, sobre todo en ciertos trayectos a las orillas del río Sena, por donde pasean los típicos barcos con turistas y una bohemia local que seduce.

La fiesta deportiva, que se llevará a cabo del 26 de julio al 11 de agosto, tendrá la impronta de principios de sostenibilidad, que incluirán el uso de energías renovables para alimentar el despliegue del evento, transporte eléctrico y fomento del uso de bicicletas (400 kilómetros de ciclovías y mejoras en los accesos), comidas vegetarianas o certificadas en calidad sustentable, políticas cero plástico en las celebraciones locales, entre otras medidas que mostrarán que Francia está comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Después de todo, el país galo ya ha venido haciendo esfuerzos en ese sentido desde hace años, y ahora es la oportunidad de maximizarlos en la preparación de este evento, y de demostrar al mundo que es capaz de liderar estos temas. Esa es la intención de las autoridades, según afirma el comité organizador a un grupo de periodistas que viajó a París por invitación del gobierno francés, entre ellos El País.

Se trata de los primeros Juegos Olímpicos alineados con el Acuerdo de París y sus organizadores estiman que lograrán 55% de reducción de emisiones de carbono, en comparación con los de Londres 2012.

Uno de los focos estará en la ceremonia inaugural, en el Sena, con unos 600.000 espectadores, mientras que la cita de apertura de los Paralímpicos se realizará en Les Champs-Elysées y la Plaza de la Concorde, siempre con indicaciones para los visitantes sobre cómo proceder para acompañar la meta ambiental.

La Delegación General de los Juegos Olímpicos (ubicada en París Town Hall de la 5 rue Lobau) no disimula su orgullo por esta decisión del gobierno galo, y sus representantes afirmaron a El País que “muchos proyectos de infraestructura en los que se avanza ya existían, pero se aceleraron con las Olimpíadas”.

Las autoridades calcularon que esta “transformación” de la ciudad (esto es, dejarla más adaptada a las demandas vinculadas al cambio climático), hubiera llevado unos cinco años, si no fuera por el pie en el acelerador que se puso por los Juegos Olímpicos.

La consigna es “no crear ningún elefante blanco”, es decir, no planificarán ni levantarán ninguna obra que posteriormente no pueda ser utilizada, como suele ocurrir en eventos de esta magnitud.

Actualmente trabajan en remodelaciones, ampliaciones y algunas nuevas infraestructuras, como estadios, canchas deportivas y áreas para espectáculos, dentro del marco de una planificación que garantiza que esas obras serán aprovechadas por las comunidades, posteriormente al evento y en el largo plazo. Es por ello que los franceses hablan de la “herencia social” que dejará este evento internacional, donde el concepto de “desperdicio” se quiere evitar a todo nivel.

El comité organizador aclara que las grandes infraestructuras que se han construido son dos: el Porte de la Chapelle Arena (ver aparte) y el Centro Acuático Olímpico, situado en Saint-Denis, que albergará eventos de natación artística y clavados, además de waterpolo.

El presupuesto para la preparación de los Juegos Olímpicos asciende a 4.400 millones de euros, con una asignación del Comité Olímpico Internacional (COI) del orden de los 1.200 millones de euros (incluye derechos de televisión y asociaciones comerciales).

El 96% de los recursos proviene del sector privado y solo el 4% del Estado; el porcentaje estatal, unos 127 millones de euros, irá básicamente a los Juegos Paralímpicos.

Del total mencionado, unos 1.300 millones de euros se financia con venta de tickets; 1.230 millones de euros se financian con marketing (sponsors) y 127 millones de euros con merchandising, entre otros conceptos. Algunos patrocinadores mundiales son: Airbnb, Alibaba, Allianz, Atos, Bridgestone, Coca-Cola, Intel, Panasonic, P&G, Samsung, Visa, Toyota, Omega, Corona Cero.

Otras cifras reflejan la dimensión del evento: competirán 15.000 atletas y 320.000 personas participarán en la ceremonia de apertura, 100.000 horas de televisación, 70.000 proveedores, 50.000 voluntarios, 20.000 acreditaciones a periodistas.

El precio mínimo de las entradas para asistir a la apertura es de 2.700 euros, lo que ha levantado polémica entre los franceses disconformes con los “excesos”.

Consultados por El País sobre el retorno de la inversión, los ejecutivos del comité organizador señalaron que con toda la movida de los Juegos, se crearon 180.000 empleos (30.000 en la construcción; también en turismo y en seguridad privada), se firmaron contratos con empresas por 2.700 millones de euros (unos 800 millones de euros beneficiaron a las pymes), y se actualizaron líneas del metro, entre otros impactos que suman unos 900 millones de euros.

Una preocupación, según manifestaron, es terminar a tiempo el plan para limpiar el Sena, lo que abarca la mejora de los sistemas de abastecimiento de agua de las piscinas. La inversión para ellos es de 1.400 millones de euros.

El objetivo es que en el Sena, en el que está prohibido nadar desde 1923, se puedan realizar algunas competencias de nado y triatlón.

“Era hora que hubiera la misma cantidad de hombres y mujeres participando en los Juegos Olímpicos. Yo no estaré para las celebraciones, sino mi esposo, pero me gusta saber que se implemente ese tipo de cosas”, dijo a El País Sophie, una comerciante de 43 años que vende souvenirs alusivos a los Juegos, cerca del museo Louvre.

La señora está bien informada, porque muchos franceses aún no saben que habrá igualdad de género en estas competencias. Muchos de los que sí lo saben están de acuerdo, pero otros cuestionan la medida dado que impacta en los cupos.

El COI también ha aumentado la cantidad de mujeres que ocupan cargos importantes en sus filas, según dijeron sus altos representantes a El País. “Estoy seguro que París pasará a la historia por la participación paritaria de los atletas, el 50%-50%. Y también por su concepción ambiental”, concluyó uno de ellos.

La construcción de Porte de La Chapelle Arena (también conocida por “Paris Arena II”, o por su nombre comercial “Adidas Arena”) llevó un presupuesto de unos 130 millones de euros. Sin embargo, esa infraestructura estaba prevista desde antes de que Francia comenzara a trabajar como sede de los Juegos Olímpicos, por lo que el monto no está incluido en ese presupuesto, según aclararon autoridades del comité organizador al grupo de periodistas latinoamericanos.

La Chapelle Arena consiste en una gran estructura polivalente y modular ubicada en el barrio de la Chapelle en París (XVIII Distrito de París).

La sala tiene una capacidad de 8.000 asientos para eventos deportivos y 9.000 para conciertos y espectáculos. Originalmente, estaba destinada a albergar los eventos de lucha libre y el torneo preliminar de básquetbol masculino, antes de incluir el torneo de tenis de mesa Paralímpico.

Finalmente, se decidió que allí se realizarán pruebas olímpicas de bádminton y gimnasia rítmica, seguidas de parabádminton y fuerza atlética.

Luego de los Juegos Olímpicos 2024, Le Chapelle Arena se convertirá en la residencia de Paris Basketball, así como PSG Handball para sus grandes juegos, según se anuncia.

Los organizadores integrantes del comité señalaron que intentaron sacar la mayor eficiencia posible a cada decisión económica que tomaron, considerando que gran parte de los franceses está muy sensible con el tema de los presupuestos en este momento en que Europa vive una guerra como la de Ucrania-Rusia.

Los franceses también se manifiestan preocupados por asuntos de seguridad durante la fiesta deportiva, dado que han sido víctimas de atentados terroristas en varios oportunidades.

Los Juegos Olímpicos 2024 generan reacciones encontradas entre los franceses, según constató El País.

Algunos parisinos se sienten entusiasmados (sobre todo los comerciantes y operadores de servicios, ya que aumentarán las ventas), mientras que otros planifican salir de la capital durante los días del evento, en busca de lugares más tranquilos y aislados, para evitar aglomeraciones.

Los mayores cuestionamientos que le hacen al evento son, básicamente: la logística (temen que el congestionamiento en el metro y autobuses aumente considerablemente); el tráfico (en relación al punto anterior, rechazan tener que pasar más tiempo del habitual en filas); los gastos en los que ha incurrido el Estado (más allá de que el gobierno ha dedicado un porcentaje bajo a la organización del evento y la inversión está dada mayoritariamente por acuerdos con empresas privadas, muchas personas notan un gran despliegue que no sabe cómo se financia); y las condiciones en las que quedará París y otras ciudades, en términos de limpieza (los franceses han desarrollado una gran conciencia medioambiental). Asimismo, existen temores por el surgimiento de algún eventual incidente (atentado o similar).

“No sentimos miedo, porque sabemos que la seguridad será priorizada, pero nadie está libre”, dijo a El País Pierre, un joven de 32 años que paseaba por la Plaza de la Concorde, donde se han levantado unas gradas, dado que por allí pasará la antorcha olímpica.

Autoridades de gobierno confían en que “el entusiasmo y el orgullo nacionalista crezca con la apertura de los Juegos”, según manifiestaron, considerando que será una cita atractiva en el Río Sena, con luces sugestivas, fuegos artificiales y toda una concatenación de actividades que apelarán al sentimiento nacional y la unión internacional.

Ya comenzaron exhibiciones alusivas a las Juegos Olímpicos en diversos museos, en una suerte de ir creando un ambiente positivo, como en Palais de la Porte Doree (Palacio de la Puerta Dorada), donde se expone “Olimpíadas: una historia del mundo”, donde se contextualizan los Juegos en fechas claves políticas en los países que han sido sede y su impacto en las competencias.

“Los franceses son pesimistas, pero cuando ganen medallas dejarán de criticar por todo”, dijo un guía de turismo en la citada plaza.