El plan económico del gobierno de Javier Milei corre una carrera contra el tiempo. Decidido a sacar el mayor rédito posible de la ola social favorable que acompaña a cada nueva administración en Argentina, apenas asumió Milei lanzó un plan de shock que apunta a corregir en el corto plazo las severas distorsiones de precios heredadas del gobierno peronista. En esa línea, además de reducir gastos y subir impuestos con el objetivo de alcanzar ya este año el equilibrio fiscal, el nuevo gobierno convalidó una fuerte devaluación del peso argentino, dejó caer los acuerdos de precios en productos de la canasta básica y liberó otros precios que estaban regulados, como el de las naftas y las cuotas de la medicina privada.
Con esa batería de medidas, Milei apunta a corregir los precios relativos de la economía al comienzo de la gestión para que, superado el mal trago de una aceleración inflacionaria que llevaría los índices a niveles cercanos al 30% en diciembre y enero, el ritmo de aumento de precios comience a desacelerarse con fuerza a partir de febrero o, a más tardar, marzo. Sin embargo, ese objetivo no será fácil de alcanzar.
“El gobierno está intentando realizar la mayor parte de los ajustes de precios relativos al comienzo de su mandato porque es justamente el período en el que contará con un mayor capital político, pero el riesgo es que los niveles de inflación demoren en desacelerarse. Aunque la dura recesión económica, la apertura comercial y la amenaza del desempleo van a hacer lo suyo para moderar los aumentos de precios y la demanda de incrementos salariales, si las paritarias llegan a abrirse masivamente con actualizaciones de salarios similares a la inflación, habrá una nueva ronda de aumento de precios en los próximos meses”, dijo a El País el economista Santiago Manoukian, jefe de Research de Ecolatina, en Buenos Aires.
A esos riesgos se suma que tras la suba del 118% del tipo de cambio oficial dispuesta tres días después de haber asumido el nuevo gobierno, muchos rubros que están atados a la evolución del dólar aún deben ajustarse. Un caso evidente es el de los combustibles. Pese a que el precio de la nafta en pesos argentinos ya aumentó 84% en los últimos 30 días, todavía queda pendiente otro incremento en torno al 20% para alcanzar el valor pretendido por las petroleras en un mercado que quedó totalmente desregulado. Tanto el Decreto de Necesidad y Urgencia que entró en vigencia la semana pasada como el proyecto de Ley Ómnibus enviado por el gobierno al Congreso prevén el fin de las regulaciones en el sector por lo que las productoras podrán vender crudo a paridad de exportación y las refinadoras podrán comercializar las naftas y gasoil en el mercado interno a paridad de importación.
A esos ajustes en el precio de los combustibles se agregarán en los próximos meses fuertes aumentos en las tarifas de los servicios públicos. Tras las audiencias públicas que se realizarán en enero, los incrementos llegarán a los usuarios a partir de febrero y marzo. Las empresas distribuidoras y transportadoras de gas vienen reclamando un aumento de tarifas de al menos 350% desde el mes próximo. En el caso de la electricidad, las subas irían de 125% a 337%, según el segmento de ingresos. La lista de incrementos previstos para los próximos meses se completa con fuertes alzas en los boletos del transporte público, las cuotas de la medicina prepaga y de los colegios privados, entre otros rubros.
La incógnita del dólar
Todos esos aumentos pendientes amenazan con mantener a la inflación en niveles muy elevados por varios meses más. El problema es que la permanencia de un ritmo alto de aumento generalizado de los precios, además de agravar el delicado escenario social, podría poner en jaque la estrategia cambiaria del gobierno de Milei. Tras la fuerte suba del tipo de cambio oficial –pasó de 366 a 800 pesos argentinos a mediados de diciembre-, el ministro de Economía, Luis Caputo, dispuso que el dólar se ajuste a un ritmo de apenas el 2% mensual. Esas minidevaluaciones muy por debajo de la evolución de la inflación buscan convertir al tipo de cambio oficial en un ancla para intentar moderar la suba del resto de los precios.
No obstante, con una inflación acumulada que se proyecta en torno al 70% solo para el período diciembre-febrero, el dólar oficial volvería a retrasarse, lo que reimpulsaría las presiones cambiarias. “El equilibrio es delicado. Si la inflación se mantiene alta y el gobierno continúa por mucho tiempo más con las minidevaluaciones del 2% mensual, en algún momento habrá que ajustar otra vez drásticamente el tipo de cambio, y eso probablemente acelere el ritmo de aumento de los precios. Es una cuestión de timming en la que el gobierno deberá acertar”, dijo a El País el economista Jorge Neyro, en Buenos Aires.
La herencia conformada por fuertes distorsiones de precios, inflación reprimida y abundancia de pesos producto de los excesivos niveles de emisión monetaria de los últimos años está siendo abordada por el nuevo gobierno en Argentina con un clásico programa ortodoxo que apunta a corregir en forma abrupta los desequilibrios mediante un severo ajuste fiscal y la liberalización total de los mercados. Esa combinación entre una herencia explosiva y la estrategia elegida para desactivarla viene impulsando a la inflación a niveles no vistos en Argentina desde la hiperinflación de 1990, en los inicios del gobierno peronista de Carlos Menem.
“Estamos todavía en el ojo del huracán. Recién cuando se hayan acumulado más reservas en el Banco Central, se haya retirado buena parte de los pesos sobrantes, se haya alcanzado un nuevo acuerdo con el FMI y se hayan anclado expectativas con los primeros resultados del ajuste fiscal y monetario en marcha, se podría convalidar una nueva devaluación del peso para ir hacia una unificación cambiaria, condición necesaria para avanzar en un plan de estabilización. Eso podría darse entre abril y junio. Hasta entonces, los riesgos serán altos. Es un gobierno de hiper minoría que enfrenta un gran desafío económico partiendo de una situación social muy compleja. La Justicia, la calle y el Congreso serán los tres ámbitos en los que se terminará dirimiendo el éxito –o no- del plan económico de Milei”, dijo Manoukian.