ECONOMISTAS
Diferentes economistas consultados por El País coincidieron en que uno de los motivos que explican que las expectativas no converjan a los objetivos deseados por el BCU es la “falta de credibilidad”.
El próximo jueves, el Comité de Política Monetaria del Banco Central (Copom-BCU) volverá a reunirse para definir un nuevo ajuste de la tasa de interés de referencia, luego de que el pasado 15 de agosto la subiera en 50 puntos básicos, al pasar de 9,75% a 10,25%, decisión que llevó a que la política monetaria comenzara a ser levemente contractiva.
Con esto, el BCU busca frenar presiones al alza en los precios por el lado de la demanda. La decisión fue tomada por el BCU “tras evaluar que persiste la rigidez de las expectativas de inflación de los agentes y que la inflación, así como la subyacente, se mantienen fuera del rango meta” fijado por las autoridades, señaló el comunicado del Copom.
Lograr anclar las expectativas de inflación de los agentes económicos es el principal “desvelo” del BCU, según lo afirmó su presidente Diego Labat.
Por ese motivo, según el jerarca, el regulador está haciendo el “esfuerzo” mediante la suba de la tasa de interés para así poder dar el mensaje a los agentes de “ser muy duros” y “más contractivos”, de forma de poder “conseguir que las expectativas de inflación de acá a 24 meses empiecen a caer dentro del rango” meta fijado por el gobierno.
¿Cuáles son las dificultades que enfrenta la política monetaria actual? ¿Por qué el BCU aún no ha logrado anclar las expectativas de inflación de los agentes económicos? ¿Qué hace falta para lograrlo?
Diferentes economistas consultados por El País coincidieron en que uno de los motivos que explican que las expectativas no converjan a los objetivos deseados por el BCU es la “falta de credibilidad” producto de incumplir el rango meta de inflación fijado.
“El BCU arrastra un problema de credibilidad después de 15 años anteriores en los cuales prácticamente nunca la inflación estuvo dentro del rango”, explicó el exintendente de regulación financiera del BCU y catedrático en política económica, José Antonio Licandro.
En esta línea, indicó que si bien el nuevo directorio del BCU “ha tratado de avanzar en muchos sentidos y en afirmar que el objetivo del banco es la estabilidad de precios y no otra cosa”, afirmó que “la estrategia que eligió para ir subiendo la tasa (de interés) de manera muy paulatina, no lo ha ayudado” debido a la “falta de credibilidad”. A su entender, el regulador “debe abandonar esa mal entendida prudencia y ser más agresivo ahora”, con aumentos más pronunciados.
Por otra parte, Licandro mencionó que la falta de autonomía del BCU “es una carencia importante para generar credibilidad dado el conocido problema de inconsistencia temporal que suele existir entre los intereses de corto plazo del gobierno de turno, cualquiera sea, pues acciones monetarias contractivas para bajar la inflación pueden generar costos en menor actividad y empleo en el corto plazo”.
Esta visión fue compartida por el economista del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Ignacio Umpiérrez quien señaló que quienes tienen “mayor éxito” en combatir la inflación son aquellos países cuyas autoridades monetarias tienen “mayor independencia y autonomía”.
Además, Umpiérrez puso el foco en que el país “tiene un problema estructural de inflación alta”, con una media de aproximadamente 8% en los últimos 15 años. Este desequilibrio macroeconómico que a nivel mundial -y previo al impacto de la pandemia- se había superado, aún persiste en Uruguay debido al “incumplimiento permanente de las metas de inflación” por parte del BCU. Eso explica que “ante un proceso como el actual de suba de tasas, las expectativas (de los agentes económicos) no converjan a los objetivos deseados por el BCU”, evaluó Umpiérrez.
En línea con esta visión, el gerente senior del área de asesoramiento económico y financiero de la consultora KPMG, Marcelo Sibille, reflexionó que si bien comparte el mecanismo de subir la tasa de interés para “torcer las expectativas”, afirmó que es un objetivo “difícil” de lograr, dado los “antecedentes tan malos” que tiene el Central en el cumplimiento de sus objetivos de inflación.
“Desde que arrancó el sistema de metas de inflación, el 85% del tiempo (el indicador) estuvo por arriba del techo de la meta, con un piso duro del 8%, salvo en contados episodios. Con esos antecedentes, ¿por qué ahora deberíamos creerle más al BCU? Asi razona mucha gente. Se entiende lo que quiere hacer (con la suba de la tasa) pero me pregunto si es suficiente realmente”, analizó Sibille.
De acuerdo con el economista de KPMG, el alto nivel de dolarización e indexación de la economía uruguaya “hace más difícil el combate” a la inflación. Sobre este punto, Sibille dijo que “es vital” poder revertir esa tendencia “para que la política monetaria tenga mucho más poder de fuego”.
En esa línea, el gerente de Análisis Económico de CPA Ferrere, Nicolás Cichevski, dijo que si el Central “fomenta” la ya “alta dolarización y la indexación que hay en toda la economía”, se vuelve “muy difícil y costoso bajar la inflación solo con la tasa” de interés.
No obstante, Cichevski señaló que el hecho de que las expectativas de los agentes económicos sobre la inflación no hayan cedido a los niveles buscados por el BCU, “no necesariamente implica que (la política monetaria) no sea efectiva porque no sabemos qué hubiese pasado si el BCU no subía las tasas, quizás estaríamos con expectativas mucho más altas, el escenario contrafáctico no lo tenemos claro”, evaluó.
La visión de los economistas
Gte. análisis económico CPA Ferrere
“El BCU no tiene la credibilidad que tiene la Reserva Federal (de Estados Unidos), aunque en términos relativos está claro que tiene más credibilidad que el Banco Central de Argentina”. Al regulador “le falta construir la credibilidad de que la inflación va a estar dentro del rango meta. Si quiere ganar esa credibilidad va a tener que pagar costos en el corto plazo que nadie quiere pagar”.
Economista del CED
“Hoy las expectativas no solo están desancladas sino que son rígidas a la baja, porque estructuralmente la inflación es rígida a la baja. De los dos mecanismos de transmisión de política monetaria, el canal de la tasa de interés está funcionando y el canal de las expectativas no. No obstante ello, la dirección de la política monetaria es la correcta y está alineada con lo que están haciendo la mayoría de países”.
Ex intendente reg. financiera BCU
“Cuando las expectativas están dañadas, el único camino posible es profundizar el alza de tasas. Si bien hoy está en fase contractiva (pues deducidas las expectativas de inflación está por encima de 2%, su nivel de neutralidad), ni siquiera es suficiente para encaminar la inflación en 24 meses. Su camino de ir hacia esos valores puede resultar infructuoso en el clima actual pues los tiempos se le terminan”.
Gte. senior análisis económico KPMG
“En otros países, subir la tasa de interés generaría un impacto mayor y de forma más rápida sobre el nivel de precios. Acá lamentablemente no lo estamos viendo todavía. No creo que el BCU esté haciendo mal las cosas pero es complicado. Me parece que todavía hay que trabajar mucho en cambiar la mentalidad de los formadores de precios, eso es lo más difícil”.
¿Cómo influyen las elecciones?
De acuerdo con Licandro, “la cercanía de las elecciones y el período electoral tampoco ha ayudado” al compromiso del BCU con la estabilidad de precios, “porque dada su falta de autonomía, es más probable que el Central afloje la política monetaria antes de tiempo con tal de no perjudicar al gobierno”. Por eso afirmó que “debe ser más agresivo” al subir las tasas. No hacerlo, con “la fecha de las elecciones cada vez más cerca, es tomar un riesgo innecesario si es que realmente se está dispuesto a hacer lo que hay que hacer y a pagar en el corto plazo algún costo en actividad y empleo”, indicó. “Además, cuanto antes actúe y le crean, antes podrá ingresar en el círculo virtuoso de mayor credibilidad y menor necesidad de subir la tasa, y llegar al lapso electoral con inflación baja y expectativas ancladas”, evaluó.