El “basta de instituciones” y que la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) está “desperdiciada” fueron opiniones que lanzó el presidente Luis Lacalle Pou en la Cumbre Sudamericana en Brasil el pasado 24 de enero, lo que sacudió a sus involucrados directos.
El País conversó con Sergio Abreu, secretario general de la Aladi, quien manifestó: “No me puedo meter en política pero mi coincidencia con Luis (Lacalle Pou) es muy fuerte, instrumentalmente... Los instrumentos en la Aladi están, la bicicleta está acá con las ruedas redondas. Si los países quieren caminar, que caminen; si quieren subirse a la bicicleta, que lo hagan. Pueden andar cien metros o cien kilómetros, eso dependerá de la voluntad política”.
Y agregó: “Los instrumentos de Aladi tienen ruedas redondas, mientras la voluntad política tiene ruedas cuadradas”.
Abreu afirmó que el presidente de la República mencionó a la Aladi en su discurso sin haber tenido conversación previa con él. Y en esa línea, trajo a colación que existen inhibiciones de carácter político, que la secretaría general de esta asociación es “técnica” y que no recibe instrucciones de ningún gobierno, sino de los 13 ministerios de los países que la integran. “Sin embargo, debo decir que coincido con el presidente en que se podría hacer más uso de los instrumentos de la Aladi”, reafirmó.
“América Latina solo tiene 12% de comercio intrarregional, estamos en el continente más desigual del mundo, perdimos 30 millones de puestos de trabajo en la pandemia, ¿y resulta que un camión necesita cinco o seis días para cruzar una frontera?”, se preguntó.
Efectivamente, mientras el comercio intrarregional en América Latina es del 12%, en Europa asciende al 60% y entre los países asiáticos es del 50%.
Consultado sobre si a su entender existen demasiadas instituciones (en alusión al “basta de instituciones” del presidente), Abreu respondió: “De lo que habla Lacalle Pou es lo que se conoce como la ‘fuga hacia adelante’. Cada vez que hay un problema de carácter puntual, deciden crear otra organización en una especie de competencia burocrática”.
En relación a las organizaciones que ya existen (Aladi, Cepal, Celac, Prosur, etcétera), opinó que “ninguna está de más ya que tienen competencias distintas, pero cada una tiene que hacer lo suyo. No mezclemos el tema de diálogo político con las negociaciones comerciales, y no le pongamos aspectos ideológicos al comercio. Aladi no lo hace, de la misma manera en que no lo hace la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde los acuerdos son exclusivamente comerciales”, agregó. Abreu apuntó así a que tanto la OMC como la Aladi no tienen cláusulas democráticas (de hecho, la asociación tiene previsto un encuentro con empresarios en Cuba en octubre). La política por un lado, el comercio por otro.
“Desperdiciado”
Abreu reconoció que muchos instrumentos de Aladi no se aprovechan por falta de voluntad política o por desconocimiento.
Chile, por ejemplo, utiliza solo el 20% de las preferencias; Uruguay en cambio está mejor parado con decenas de acuerdos suscritos. Recientemente Aladi suscribió el acuerdo Uruguay-Brasil a través del cual la producción de mercaderías en zonas francas nacionales ingresa con arancel cero al mercado brasileño.
Aladi tiene un acuerdo de pagos, con garantías de sus miembros, que no está funcionando, y se podría reactivar. El gobierno de Brasil, con Lula al frente, estaría interesado en revivirlo, según Abreu, lo que a su entender sería oportuno en el marco del debate sobre una nueva moneda en la región.
Cabe recordar que, dentro de su estructura jurídica, Aladi permite acuerdos subregionales plurilaterales y bilaterales de integración (entre ellos los que dieron origen al Mercosur). En ese sentido, en Aladi existen categorías de países según la asimetría económica. Por ejemplo, hay ventajas específicas para Ecuador o Paraguay (por citar algunos países) dado que pertenecen a la categoría de naciones de menor desarrollo. Mientras, el Mercosur no incluye cláusulas de tratamiento asimétrico.
Lo cierto es que Aladi -afirma Abreu- cuenta con mecanismos para que los países puedan beneficiarse, en torno a aspectos arancelarios y no arancelarios, acuerdos de complementación, posibilidad de incluir en la agenda temas de índole ambiental, sanitario o digital en los acuerdos comerciales, instancias de intercambio, rondas de negocios.
“Los protocolos adicionales a los acuerdos no necesitan aprobación parlamentaria, esto da más agilidad a los procesos”, afirmó. Sin embargo, todo depende de cuánto los países miembros profundicen en estas opciones. “Cuanto más comercio, más empleo y, por lo tanto, mayor inclusión y paz social”, es el lema de Abreu.
Actualmente, Aladi impulsa una plataforma digital pymes-grandes negocios (ya operativa) y otras herramientas digitales para pymes; trabaja en la convergencia normativa entre los países; y a nivel de infraestructura y logística, con énfasis en transporte multimodal y puertos inteligentes.
Uno de sus focos es el certificado digital de origen, para la facilitación del comercio. Sobre la mesa también está el proyecto de hidrovía Paraná-Paraguay, que se inscribió a Aladi, y donde se están unificando estadísticas. Asimismo, aborda la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE), para que sus unidades estén coordinadas digitalmente y no terminen siendo una barrera al comercio.