CONCLUSIÓN DE ESPECIALISTAS
El contador y socio de CPA Ferrere, Bruno Gili analizó los desafíos de Uruguay luego de la pandemia del coronavirus.
La pandemia cambió -y lo seguirá haciendo- al mundo, no solo en lo que refiere a los hábitos de las personas, sino también en la forma de hacer negocios y en el diseño de las estrategias de políticas públicas. Con la irrupción del COVID-19 en un contexto de cambio tecnológico, la clave para adaptarse al nuevo mundo está en la resiliencia, la flexibilidad pero principalmente en la velocidad y capacidad de reacción ante las nuevas realidades.
Esa fue la principal conclusión a la que arribaron los especialistas Eduardo Levy Yeyati, doctor en Economía por la Universidad de Pennsylvania; Bruno Gili, contador público y socio de CPA Ferrere y Francisco Ortega, socio senior y líder en América Latina de la consultora McKinsey & Company, ayer en el marco de una conferencia organizada por Universidad ORT Uruguay que tenía como objetivo discutir sobre los desafíos pospandemia.
De acuerdo con Gili, los desafíos para poder realizar una mejora sustancial de la productividad y las condiciones de competitividad implican decisiones difíciles tanto para el Estado, como para empresas y personas. En ese sentido, remarcó la importancia de que los líderes de las organizaciones, políticos y profesionales comprendan las oportunidades y los riesgos que se generan en “el nuevo mundo” pospandemia. Para el socio de CPA Ferrere, la capacidad de adaptación de las personas a nivel mundial hoy “es más lenta” en comparación a la velocidad a la que evoluciona la tecnología. “Tenemos problemas para adaptarnos, desde el Estado, a nuestras empresas, a las personas, a la velocidad a la que ocurren los cambios”, indicó.
No obstante, manifestó que Uruguay fue “más resiliente” a la pandemia en comparación con otros países, dado que tenía una mejor estructura construida en términos de capital humano, política, sociedad e infraestructura. “Cuando esto no ocurre, los impactos son mucho más agresivos”, indicó.
Hay cinco tendencias o situaciones que la nueva realidad y la globalización demanda tener presente al pensar en la inserción del país en el mundo y para aprovechar las nuevas oportunidades de negocio. Según Gili estos “grandes elementos” son: los bienes en tanto hay un cambio en el comercio exterior y las cadenas de valor; los servicios y su importancia en el mundo globalizado; las personas en términos de talentos dado que se vuelve difusa la frontera entre países y empresas; la dimensión financiera y la digital.
Además, el contador puso el foco en el cambio climático como un tema “que ya está arriba de la mesa” y explicó que es un aspecto fundamental en países exportadores de alimentos como es Uruguay. A su entender, el país deberá evaluar cómo enfrenta por un lado el aumento en la demanda mundial de alimentos y por otro lado, la presión global sobre el medio ambiente que “nos puede poner limitaciones a nuestro modelo de producción, exportación y de ser competitivos en este mundo”.
Otros dos problemas del mundo pospandemia explicados por Gili, refieren a los cambios demográficos y las dificultades de financiamiento de los sistemas de seguridad social que enfrenta Uruguay y toda la región latinoamericana, así como a los retos en términos de crecimiento, riqueza y desigualdad de la población. Sobre este segundo punto, el especialista señaló que el crecimiento económico actual tiene forma de letra K, en el sentido de que mientras algunos sectores de la actividad crecen otros caen, o crecen a distinto ritmo.
“Sin crecimiento no hay posibilidad de sustentar los problemas” que existen hoy, indicó Gili y afirmó que si bien “el mundo mejoró porque hay menos pobreza” en términos relativos, la disrupción tecnológica y el impacto de la pandemia “han generado más desigualdad”.
Desafíos.
En relación a Uruguay, Gili indicó que es “un país a dos velocidades”, en el que por un lado hay empresas que se están internacionalizado de forma “muy interesante” en el mundo digital, pero al mismo tiempo señaló que la pandemia dejó al descubierto el problema de la cantidad de personas que estaban fuera del mercado laboral formal y que “quedaron en una situación muy precaria”. No obstante, destacó como positivo que en relación a América Latina, Uruguay “posiblemente tenía una institucionalidad, en términos de protección social, más elevada”, lo que le permitió manejar la situación “un poco mejor”.
De acuerdo con el socio de CPA Ferrere, Uruguay “tiene retos” en todos los temas determinantes para el desarrollo aunque remarcó que los principales refieren al mercado laboral y al ámbito educativo. “Seguimos siendo un país que solo entre el 40% y 45% de los estudiantes termina el liceo, con lo cual no estamos bien”, sentenció.
Transformación digital.
Para Gili un tema clave del mundo pospandemia tiene que ver con la transformación digital. Según explicó, “la revolución digital y tecnológica en la organización de los mercados impactó en la caída de los costos de transacción y en la reducción de las asimetrías de información”. Eso como consecuencia de que “el mundo está a una nueva velocidad” y de que hubo “dinámicas que rompieron con la lógica del funcionamiento del mercado y las instituciones”, fenómeno que si bien “trajo cosas buenas”, se convierte en un problema “cuando hay sectores que pueden estar quedando afuera”.
En este sentido, dijo que hay cinco factores que “mueven todo el mundo de la revolución tecnológica” y que a nivel mundial generan “verticales que son muy potentes en países líderes”. Ellos son: los sensores, la nube, el software que sea capaz de aprender por sí mismo, la inteligencia artificial y la robótica. “El mundo cambió a partir de estos factores, son son los que explican todas las transformaciones que estamos viendo hoy”, afirmó.
“Sabemos a dónde va la tecnología pero no tenemos idea a dónde va la gente, nos vamos adaptando a lo que va ocurriendo, podemos suponer pero no sabemos. La palabra flexibilidad y fluir es la caracterización. Esto cambia todo el set de cómo uno piensa los negocios y cómo piensa la política pública”, concluyó.