Las lecciones, cuestionamientos y sugerencias que dejó un premio Nobel de Economía en Uruguay

James A. Robinson compartió sus ideas sobre el populismo que atenta contra el desarrollo de los países, el peso de la “herencia colonial” en la región y visualizó un futuro oscuro para Argentina.

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El País.

Sencillo, sonriente y vestido informal. Con esa actitud ingresó el premio Nobel de Economía 2024,James A. Robinson (compartido con Daron Acemoglu y Simon Johnson), al Paraninfo de la Universidad de la República (UdeLaR) ayer al mediodía para recibir el título de “Doctor Honoris Causa” de esa casa de estudios y dar una charla sobre “El desequilibrio fundamental de América Latina”, que despertó preguntas incisivas del público presente.

Robinson se paseó por algunos países y sus momentos de inflexión en la historia para adentrarse en la idiosincracia regional, la cual, en una mezcla de “utopismo, realidad, sincretismo cultural y cierto barroco” —dijo—, moldea sus decisiones políticas y económicas. También cuestionó las ideas que pretende llevar a cabo el presidente argentino Javier Milei (ver aparte).

El economista británico, profesor de la Universidad de Chicago (EE.UU.), planteó que muchos proyectos en esta región fallan porque se agregan a otros tantos que han fracasado antes, sin ajustarse las realidades. “Lo tradicional no cambia, sino que se le agrega algo nuevo, pero eso no es transformación”, afirmó.

Esa tolerancia a anexar proyectos uno tras otro se vincula a una América Latina con larga historia de utopismo (previa a la llegada española a América, pero cargada de esos tiempos, aclaró), donde se acepta con naturalidad la dicotomía entre lo ideal y lo real, sin corregirse las contradicciones.

“Esto se ve en las constantes enmiendas constitucionales, que son ciclos reiterados de reescribir sus textos”, afirmó Robinson, citando a República Dominicana como un caso donde ésto ha ocurrido con frecuencia. O sin ir más lejos, la Constitución brasileña, vista con “algo de real y algo de ideal que se quiere imponer, y ahí entra lo utópico y la dificultad de implementar”, agregó.

También este fenómeno se ve, por ejemplo, en la inestabilidad política en Perú, con descalificaciones constantes a sus presidentes y ministros.

James A. Robinson, Premio Nobel de Economía 2024. Foto gentileza de la UdeLaR.jpg
James A. Robinson, Premio Nobel de Economía 2024. Foto gentileza de la UdeLaR.
Cortesía de la UdeLaR.

Para Robinson, el populismo, el nepotismo, las ineficiencias de Estado y otras burocracias en esta región, no sólo responden a intereses personales o de ciertos grupos corruptos, sino que tienen explicaciones culturales intrínsecas, con contradicciones aceptadas de sus sistemas de funcionamiento.

Robinson va más lejos al plantear, por ejemplo, que “la pobreza y la desigualdad en América Latina están profundamente arraigadas en el colonialismo y la explotación”.

“Realismo mágico"

Su ponencia —relativamente breve pero contundente— incluyó la mención de grandes pensadores latinoamericanos, que de alguna forma están alineados con sus preceptos, como Ángel Rama (de la Generación del 45 de Uruguay), quien en “La ciudad letrada” plantea una dicotomía entre lo ideal y real, vinculada al “utopismo” al que hace referencia Robinson.

En esa línea, citó también a Alejo Carpentier, quien en sus obras destaca el mestizaje de las vidas en América Latina, que se enraiza en todas las áreas, incluyendo las perspectivas del poder.

“Hay quienes quieren hacer buenas políticas económicas en esta región, pero están sujetos a eso (la fuerza cultural)”, dijo el Nobel al explicar la ineficiencia de políticas y planes económicos que conviven, aún en contradicción.

“No se trata siempre de elites y cálculos maquiavélicos, sino de una visión del mundo”, agregó en otro momento de su discurso, en relación al “realismo mágico” que signa a esta región, entendiendo por tal el surgimiento de realidades o códigos alternativos simultáneos.

José Ignacio Cabrujas se preguntó de dónde vienen las ideas de un Estado que actúa como un hechicero anónimo que genera utopías”, agregó Robinson al recordar al dramaturgo venezolano y su visión del populismo.

“Existe una demanda de utopías, por eso fue encantador el populismo de (Hugo) Chávez, o el ‘adelantar la navidad’ de (Nicolás) Maduro”, agregó.

Las implicancias

La forma de concebirse y funcionar de América Latina —más allá de las diferencias de los países que la integran— favorecen, a su juicio, el incremento del clientelismo. “Los desequilibrios que se generan deben ser resueltos por la mediación política personalizable y esto aumenta la demanda del clientelismo”, fundamentó Robinson.

A su entender, esa idiosincracia también alimenta las inequidades sociales. “Hay gente que gana con el desorden”, afirmó poniendo como ejemplo a políticos colombianos que crearon empresas fantasmas y terminaron vendiendo territorios que habían sido asignados a indígenas para ser trabajados y nunca entregados.

El Nobel James A. Robinson y el rector de la UdeLaR Rodrigo Arim. Foto Gentileza de UdeLaR.jpg
El Nobel James A. Robinson y el rector de la UdeLaR Rodrigo Arim. Foto Gentileza de UdeLaR
Foto gentileza de la UdeLaR.

“Hay inequidades que no surgen de los sobornos, sino de disfuncionalidades de las políticas públicas”, agregó en relación a una de las reformas territoriales de Colombia, entre otros casos.

Sin embargo, Robinson apuntó que las fortalezas de esta región se encuentran, paradójicamente, en sus elementos, los cuales generan desequilibrios pero también soluciones para el desarrollo económico y social. En tal sentido, propuso que los países busquen cómo ser prósperos — esa prosperidad inspiradora sobre la que tanto escribió José Martí— haciendo transformaciones, pero siempre respetando la identidad y cultura propia, tal como lo hizo China o Corea del Sur para salir adelante. “Ellos buscaron sus propios modelos de desarrollo y les resultó, no miraron afuera para eso”, concluyó Robinson.

"El modelo Milei no va a funcionar"

El “utopismo” que prevalece y se combina a lo real en América Latina, según afirma Robinson, no es necesariamente algo latente o implícito en las dinámicas socio-político-económicas, sino que en muchos casos aparece en el discurso mismo de los políticos.

“(Javier) Milei ha dicho, directamente, que va a implementar una utopía libertaria”, recordó Robinson. Y esto fue aceptado por los argentinos, a pesar de la paradoja de su propuesta de gobierno.

Otro gobierno que funcionó bajo fórmulas contradictorias fue, por ejemplo, el del expresidente Carlos Menem (1989-1999). “Operó con el consenso de Washington y también el clientelismo”, dijo Robinson.

Consultado por la Argentina actual, el Nobel de Economía opinó que “el modelo de Milei no va a funcionar, está fuera de la realidad de la sociedad argentina. Milei piensa en el mercado y no en la sociedad”.

Esta posición la mantuvo a pesar de que, en el evento, uno de los participantes señaló cómo el presidente libertario ha logrado bajar la inflación y mejorado otros indicadores económicos. Sin embargo, el economista destacó el aumento de pobreza en Argentina en el último año. Agregó que muchos gobiernos mejoran los indicadores en sus primeros tiempos pero no los pueden sostener, y que ésto no será diferente con Milei.

“Argentina no tiene la fuerza institucional para detener el desbarranco. Si no, vean la historia económica de ese país”, respondió.

Robinson recomendó finalmente a los países que se miren y busquen respuestas en sí mismos (este planteo lo realiza también en el libro que co-escribió junto a Acemoglu “Por qué fracasan los países”). Su recomendación surge al observar que generalmente los gobiernos y políticos ven en los factores externos las causas de sus problemas.

“El impacto externo es importante, pero luego de que pasa, todo vuelve a la dinámica política interna dominante”, advirtió. “Al final, el conflicto en la sociedad y política interna es lo que prevalece”, reafirmó.

El populismo afecta las económicas

Robinson destacó que existen tres desequilibrios fundamentales que explican aspectos de la sociedad latinoamericana, que son: la inequidad social, la persistencia del clientelismo y lo que ha dado en llamar el “Estado mágico”.

Esos desequilibrios crean altas demandas de líderes populistas para que resuelvan esos problemas, quienes no son vistos como políticos manipuladores o inescrupulosos, sino como “buenos” y que “ayudan” a la gente, y con los que mantienen relaciones muchas veces directas y hasta de amistad, porque es la dinámica de cercanía que esos sistemas promueven.

“No son los gobiernos los que crean puestos de trabajo, ni garantías de jubilaciones, ni compras de comida o medicamentos”, sino personas concretas, afirmó. Y la percepción popular que se desarrolla es que esos líderes no trabajan en esos temas porque “deben hacerlo”, sino motivados por el “verdadero deseo de que les importa la gente”, agregó.

Esto genera un terreno vulnerable para transacciones irregulares o “intermediarios” que abusan de la situación. No es infrecuente —dijo Robinson— que quienes están en control del Estado lo estén también en el negocio del abastecimiento de bienes y servicios, sosteniendo la “utopía” que demanda la gente. Ese es un recurso potente del populismo, afirmó. Y puso como ejemplo de ello el caso de Venezuela, mostrando la portada del libro de David Placer, “Los brujos de Chávez, la magia como prolongación de la política”.

La salida a este tipo de “realidades mágicas” que suelen ocurrir en esta región, es articular las distintas vertientes que hacen a la cultura y desarrollar un nuevo modelo de economía política apuntando a cambiar este tipo de relaciones de poder que se han experimentado en los últimos 200 años en la región, apelando a la creatividad y bajo premisas fundamentales.

La principal es que la calidad de las instituciones y la inclusión son claves para el desarrollo económico de los países y, en el caso específico de América Latina, tener en cuenta que entra en juego en estas dinámicas de poder, la herencia colonial que, alguna forma, sigue vigente hoy en día.

Cabe agregar que Robinson no habló sobre Uruguay y fundamentó que “no era un experto en este país”, como para hacerlo.

Reconocido por sus aportes

El Consejo Directivo Central de la Universidad de la República (UdelaR) reconoció al economista James A. Robinson, ganador del premio Nobel Economía 2024, con el título de Doctor Honris Causa de esa casa de estudios por unanimidad, en el Paraninfo de la Universidad, en el día de ayer.

El rector de la UdelaR Rodrigo Arim destacó al economista y académico, quien ofreció dos conferencias en Uruguay, una en el Paraninfo de la UdelaR y otra en la Facultad de Ciencias Económicas de esta institución.

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