Redacción El País
Un estudio económico que analizó la participación de distintos grupos de trabajadores en la masa de remuneraciones laborales en Uruguay en los años comprendidos entre 2006 y 2021, encontró que en ese período hubo un aumento de la participación de sectores de mayor nivel educativo y una reducción en la participación de los trabajadores manuales.
En el trabajo -denominado “Aproximación a la distribución funcional del ingreso entre trabajadores” y realizado por Fabricio Machado del Instituto de Economía-, se encontró que pese a que en este período de crecimiento económico, se redujo la desigualdad a partir de mejoras en las remuneraciones de los trabajadores menos preparados académicamente, esto no implicó una mayor apropiación de los ingresos laborales en términos relativos por parte de este grupo.
Para analizar la participación de los trabajadores en la masa de remuneraciones laborales, el estudio distinguió a un grupo de trabajadores según cuatro categorías: nivel educativo, informalidad, categoría ocupacional, sector de actividad y tareas que realizan en el puesto de trabajo.
De acuerdo con la investigación, la participación de los grupos de trabajadores en el ingreso laboral es dispar, dado que se encontraron grupos con participación relativa a su peso muy alta o muy baja.
Entre los principales hallazgos, el estudio encontró que los principales cambios en la capacidad de apropiación de los grupos sobre la masa salarial, se dieron en los que tenían educación media, con un aumento en la participación de aquellos que no realizan tareas manuales y se vio una caída de los trabajadores que realizan este tipo de tareas.
“Considerando ingresos laborales totales, no se llegó al argumento habitualmente utilizado para explicar el descenso de la desigualdad a nivel individual de una mayor remuneración de individuos con menor nivel educativo”, señaló la investigación.
Se identificó un grupo “desfavorecido” en sus indicadores, el cual vio reducido su tamaño y en mayor proporción su participación en la masa salarial, resultando en una menor capacidad de apropiación.
En tanto, la cantidad de trabajadores caracterizados por niveles altos de educación aumentó y este grupo mantuvo su capacidad de apropiación en el período estudiado.
No obstante, según señaló la investigación, “dadas sus características de nivel educativo alto y mayor percepción de ingresos no laborales, es esperable que sus ingresos estén subdeclarados en los datos de encuestas a hogares, por lo que la estimación de su ingreso se debe considerar como un piso”.
Según indicó Machado, los resultados de la investigación señalan que los trabajadores diferenciados por esas cuatro características concretas, “participan de formas dispares en el total de las retribuciones salariales”.
En este sentido, el estudio determinó que “no solo sus cualificaciones determinan su capacidad de apropiación” sobre la masa salarial, sino que “hay más características en juego”, por lo que son diferencias que “complejizan la puja distributiva”.
Por otra parte, la investigación económica señaló que las distintas características de los trabajadores diferencian al factor productivo trabajo y que la propiedad de cada individuo, sobre cualidades concretas para desempeñarse en el mercado laboral, determinan estatus económicos diferenciados.
A su vez, según las conclusiones de la investigación, esta segregación del trabajo “puede potenciar o amainar los efectos de los shocks” sobre el mercado laboral, según el grupo al cual se pertenece.
Por tanto, el estudio dejó de manifiesto que “en un período de estabilidad de la masa salarial, se encuentran cambios en su composición”.
Por un lado, un mayor peso de los trabajadores cualificados y un aumento en la capacidad de apropiación de los trabajadores de educación media que no realizan tareas manuales.
En tanto, el grupo de trabajadores de bajo nivel educativo “no vio mejorada su capacidad de apropiación, lo que permite ver otro aspecto de la explicación habitual de la disminución de la desigualdad personal, por menores retornos a la educación”, concluyó.
El análisis del Iecon se realizó a partir de datos de Encuestas Continuas de Hogares (ECH) para los años 2006, 2011, 2019 y 2021. Según Machado, se utilizaron los datos de esos años, “entendiendo que representan momentos marcadamente distintos de la dinámica económica reciente” de Uruguay.
¿Qué es la distribución funcional?
El estudio señaló que la desigualdad económica “condiciona la vida de las personas” dado que dificulta el nivel de acceso a recursos a quienes están en la parte baja de la distribución y limita la cohesión social, “alejando las expectativas y formas de vivir de la población. “Los distintos espacios de convivencia de los que forman parte las personas, suelen responder a un status social, producto de las desigualdades económicas subyacentes, que generan barreras capaces de aislar a los individuos de otras realidades”, contextualizó el estudio. Según explicó Machado, la desigualdad es habitualmente estudiada desde dos enfoques: la desigualdad personal (que analiza las distancias entre individuos en la distribución del ingreso), y la desigualdad funcional (que diferencia la participación de las distintas fuentes de obtención del ingreso en el excedente de la economía). La evolución de la desigualdad personal de ingresos “ha sido ampliamente estudiada para Uruguay”, dijo el autor. Sin embargo, defendió el enfoque de su investigación al indicar que en el país, se cuenta con menos información sobre la distribución funcional, “otra dimensión relevante de la desigualdad”, la cual “permite identificar la participación de las fuentes de obtención del ingreso”. Otros estudios han detectado desigualdades significativas en la distribución de la masa salarial en base a características específicas de trabajadores, pero en Uruguay “hay pocos” estudios que aborden la temática, señaló Machado.