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El gobierno afirma que Uruguay tiene potencial para convertirse en un productor de combustibles sintéticos, y apuesta a que el país logre atraer inversores privados que impulsen proyectos relacionados con el hidrógeno verde y la captura de carbono biogénico para la producción de metanol.
Según explicó a un grupo de empresarios vinculados a las estaciones de servicio, el ministro de Industria, Omar Paganini, más allá del programa H2U Offshore -que busca impulsar la producción de hidrógeno verde a través de granjas de generación eólica en el mar-, Uruguay tiene por delante un “interesante camino” alternativo para el hidrógeno “que está muy en boga” a nivel mundial: el metanol.
Este producto es un alcohol que puede ser producido de forma renovable (metanol “verde”) y sin generar emisiones contaminantes, a partir de dióxido de carbono (CO2) e hidrógeno “verde”, es decir, hidrógeno generado por energías renovables.
“Es interesante porque es un combustible verde, es decir que no contamina. Y con procesos químicos más complejos se puede hacer gasolina, diesel o combustible para los aviones” que no sean contaminantes, indicó Paganini. En este sentido, el jerarca remarcó que este producto permitiría “empezar a tener combustibles verdes”, dado que pueden ser usados en motores a combustión sin tener que “cambiar toda la logística ni todos los vehículos del mundo”.
¿Por qué Uruguay tiene potencial a nivel mundial? Según Paganini, porque el país “tiene mucho CO2 de origen biogénico” emitido en plantas de celulosa, aserraderos o plantas de etanol. Dado que ese CO2 no es fósil (porque sus emisiones están relacionadas con el ciclo natural del carbono), al combinarlo con hidrógeno se obtiene metanol “verde”, un producto que, según Paganini “a los países les preocupa mucho tener y quieren importar”.
“Ese CO2 no es algo valioso ahora pero podría serlo en el mediano plazo, por eso Ancap ha llamado interesados por el CO2”, reafirmó el ministro en alusión a la invitación a expresiones de intereses que hizo la subsidiaria Alur, para desarrollar proyectos que capturen carbono biogénico combinado con hidrógeno verde, en su planta de Paysandú.
“Lo que decimos en Europa y con lo que nos ha ido muy bien es que estas son inversiones de largo plazo, y como ya pasó en Uruguay con la energía eólica o la biomasa hablamos de contratos a 20 años que se están cumpliendo y con los que (los inversores) están conformes. Por eso les dijimos: anímense que en Uruguay no les vamos a cambiar las reglas del juego, esto funciona”, relató Paganini.
Asimismo, el ministro destacó que Uruguay cuenta con la ventaja de haber tenido un proceso de descarbonización de la generación de electricidad que significa “un buen punto de partida para lo que viene después”.
Planes
Para el año 2025, el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), prevé tener confirmado “algún proyecto piloto en pie, de escala mediana”, de entre 1,5 megavatios (MWh) y 20 MWh, relacionado con el hidrógeno verde, afirmó el ministro. Según Paganini, en ese año puede haber anunciado, “tal vez confirmado” un proyecto relacionado con el transporte pesado doméstico (a partir de hidrógeno verde), así como de exportación de metanol o combustibles derivados.
Para el año 2030, la hoja de ruta (del MIEM) pronostica tener entre uno y dos electrolizadores (aparato que permite producir el hidrógeno “verde”) instalados, lo que, según el ministro llevaría a “duplicar lo que hoy hay de energía renovable instalada en Uruguay y el foco principal sería la exportación de derivados”, explicó.
Para 2040, en cambio, el MIEM prevé multiplicar por 10 esa energía instalada y poner el foco en combustibles sintéticos, exportación de amoníaco y de hidrógeno.
“Esto quiere decir más de US$ 300 millones de ingresos para 2030 y para el 2040 unos US$ 2.000 millones de ingresos, es decir que esto podría ser como la carne para el Uruguay”, afirmó Paganini en función de las proyecciones respecto a las capacidades que tiene el país y a los pronósticos de la demanda mundial.
En términos laborales, el ministro destacó que estos proyectos significarían la creación de unos 3.500 empleos para el año 2040, unos 6.000 puestos de trabajo para 2030 y una inversión total acumulada de US$ 20.000 millones. Asimismo, indicó que con este tipo de proyectos se pueden reducir las emisiones de siete mega toneladas de CO2.
“Escala mundial”
En línea con el MIEM, el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic dijo a El País que “es la primera vez” que Uruguay “puede ofrecer algo de producción local que tenga escala mundial”, en referencia a la producción de hidrógeno verde y afirmó que el país está posicionado “como uno de los potenciales proveedores más importantes en el futuro”.
En este sentido, el jerarca de Ancap dijo que en lo que refiere a la producción de hidrógeno, “es altamente posible que en los próximos años, Uruguay se transforme en un jugador clase mundial”. Si bien remarcó que es “fundamental” que Ancap lidere la transición energética, esto no quiere decir “poner la plata” de los proyectos, sino “ponerse al hombro la mochila de salir a buscar a los inversores privados para que los hagan ellos”, indicó.
Con este punto estuvo de acuerdo Paganini, quien manifestó que dada la elevada incertidumbre que aún rodea estos proyectos y debido a que son “planes de inversión, orientadas al mercado internacional” que requieren “mucho dinero, el Estado no puede desarrollarlos”, sino que es un negocio para privados.
“Si uno involucra mucho dinero del Estado uruguayo para ver cómo desarrollar esto y fracasa, compromete a una generación entera. Es peor que el Banco de Previsión Social (BPS) si lo hacemos mal. El objetivo es generar condiciones y atraer inversiones”, explicó el ministro.