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Según el Banco Mundial, el riesgo de una recesión global es una posibilidad real, sobre todo a medida que la guerra en Ucrania se prolonga en el tiempo, con los impactos que esto genera. Algunos países vivirán incluso una estanflación (estancamiento económico más inflación), pero las proyecciones varían según los países. Por lo pronto, Uruguay parece ir por otro camino a corto plazo.
¿Cómo cierra el 2022 en materia económica y qué puede pasar el año próximo?
Hay que recordar que la actividad económica de este país ha venido creciendo en la etapa posterior a la pandemia del covid-19, llegando a un alza superior al 5% (en parte por el “efecto rebote”), pero en 2022 el impacto positivo de la inversión empezó a desacelerarse.
“Aunque hay un brote de la inversión en la construcción de la vivienda residencial, en el resto de las actividades no. Todavía no sabemos cuál va a ser el saldo final, pero estimamos que será desaceleración”, dijo a El País Ramón Pampin, gerente de PwC.
A esto se le sumará que las exportaciones, muy buenas en el primer semestre del año (por la cosecha de la soja, entre otros productos que tuvieron un alza en los precios), no lo están siendo tanto en el segundo semestre ni lo serán en parte de 2023, si se considera la tendencia de los precios de los commodities a la baja (con incidencia de la suba de las tasas de interés en Estados Unidos y una menor demanda de China), agravado por eventuales sequías que afectarán la oferta uruguaya. “En granos y carnes los precios ya han ido claramente a la baja”, ejemplificó Pampin.
Todo esto hace que las proyecciones sean de desaceleración del crecimiento de Uruguay hacia fines de este y el próximo año. En ese contexto, Pampin advierte que estamos lejos de una eventual recesión, aunque sí proyecta una tasa menor de crecimiento, estimada en 3%, cuando habíamos llegado al 5,5%.
“Para Uruguay, vemos nubarrones en un contexto externo negativo, complicado, que se va a notar sobre todo en nuestras exportaciones”, reafirmó el economista.
Impactos
Ignacio Umpiérrez, economista del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), resumió para El País el status de los mercados externos con mayor impacto en Uruguay: Estados Unidos, China y Europa.
En cuanto a la economía estadounidense, Umpiérrez proyectó que en los próximos meses sufrirá gran desaceleración o estancamiento (además, con la mayoría republicana en el Congreso, muchas de decisiones del Ejecutivo serán de difícil implementación y eso podría retrasar algunas medidas).
China también está afectada por la desaceleración mundial, pero tiene músculo para recuperarse y probablemente el impacto acá no se sentirá en forma tan marcada.
Y Europa, el tercer jugador más importante en la ecuación internacional para Uruguay, se presenta como la economía más complicada en este momento, debido a su bajo crecimiento (desde 2018) con políticas monetarias expansivas y, desde hace meses, sin mayor capacidad de respuesta ante dificultades geopolíticas por el contexto de la guerra en Ucrania.
“Europa es la más compleja de las tres economías y generará un desimpulso de la demanda uruguaya. Por ahí hay una amenaza. También la situación de China nos pega, porque significará menos demanda para Uruguay, aunque no habrá una caída adicional a la que ya estamos experimentando. La situación de Estados Unidos es la que nos afecta más, pero estamos preparados para asimilar esos golpes”, opinó Umpiérrez.
Y explicó: “Desde el punto de vista fiscal, Uruguay está en una posición bastante sólida, al igual que en la crisis mundial de 2008, cuando tuvimos la oportunidad de diferenciarnos de la región. Ahora también lo estamos haciendo. Además la calificación crediticia de Uruguay aumentó y en los mercados hay confianza, eso hace sostenible a la diferencia”.
“Ojalá que el ciclo político y la política fiscal actual, con la nuevo regla fiscal y elementos estructurales sólidos, se internalice”, agregó.
Básicamente, lo que ayuda a Uruguay, según Pampin, son las cuentas públicas a esta altura bastante ordenadas, tener un tipo de cambio nominal flexible para amortiguar el shock externo y el carácter de institucionalidad que sostiene.
No obstante, hay que desarrollar otras estrategias según se vayan dando las dinámicas externas, ya que blindarse del contexto internacional es imposible. “Se pueden tomar medidas para amortiguar efectos negativos externos, pero no somos una economía cerrada”, advirtió.
Inflación
Los analistas consultados consideran que en Uruguay se ha llegado al pico máximo de inflación de este año y que podría bajar hacia el 8% o el 7% en 2023, sin llegar al nivel de 6% que se ha propuesto el Banco Central (BCU).
“Proyectamos que la inflación tenderá a ceder, a pesar de la amenaza de la sequía y del frío histórico de principios de noviembre y su afectación a la cosecha”, arriesgó Pampin.
Para contrarrestar el fenómeno de la inflación, Umpiérrez considera que la política monetaria debería seguir siendo contractiva, con tasas de interés más elevadas y más señales de indexación en los mecanismos de fijación de precios.
Es importante para el país que la inflación se aleje cuanto antes de los dos dígitos, que es donde se ubica la barrera de “tolerancia psicológica” de la sociedad uruguaya.
El economista Aldo Lema, socio director de Vixion Consultores, declaró a El País que, más que un escenario de estancamiento con inflación en muchos países, como algunos organismos y analistas anuncian, lo que sobrevendrá mayormente será desaceleración con presiones desinflacionarias en próximos meses. Al ser consultado sobre qué países tendrán riesgos de estanflación, dijo que serán “aquellos que sigan abusando de políticas de demanda para crecer, que no consoliden la situación fiscal, ni hagan los ajustes monetarios necesarios para reencauzar la inflación”. Por “abuso de políticas de demanda para crecer”, Lema se refiere a las políticas monetarias y fiscales expansivas, “como era el caso de Argentina, que ahora algo ha comenzado a cambiar”, agregó el economista.