Nuevo proteccionismo versus libre comercio, ¿qué se puede esperar que suceda en los próximos años?

Un nuevo libro del vicecanciller Albertoni sobre los riesgos del proteccionismo sirvió de partida para un foro con el canciller Paganini y altos representantes de BID, Cepal, CAF, Unctad y el CED .

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Nicolas Albertoni: vicecanciller de la República.
Foto: Darwin Borrelli

El proteccionismo, que se pensaba “superado” por buena parte de los actores políticos y económicos, está de regreso con gran fuerza y bajo nuevas formas, lo que puede llegar a ser una barrera para el crecimiento, en especial, de América Latina, incluyendo a Uruguay, justamente cuando el país empuja para abrirse al mundo.

La situación se agrava cuando algunas formas de este “nuevo proteccionismo” no son del todo transparentes. Esto significa -al decir del vicecanciller de la República, Nicolás Albertoni- “no solo un riesgo (para los países), sino también una irresponsabilidad”.

De este asunto trata su nuevo libro “Proteccionismo comercial en una economía global incierta e interconectada” (editorial Routledge, 2024), el cual fue presentado el pasado jueves, en un evento virtual en el que, además del autor, participó un panel integrado por Omar Paganini, canciller de Uruguay; Johanna Hill, directora general adjunta de la Organización Mundial del Comercio (OMC); Sergio Díaz-Granados, presidente Ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF); José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal); Rebeca Grynspan, secretaria General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, según sigla en inglés); y Hernán Bonilla, presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), que fungió de moderador.

Ciertamente, el libro de Albertoni fue el disparador de una discusión amplia que inquieta a los países de la región: cómo enfrentar esta nueva etapa de diatriba globalización-proteccionismo, donde la crisis del multilateralismo se ha hecho más que evidente.

El regreso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y el eventual reavivamiento de una guerra comercial entre EE.UU y China, que de alguna manera marca la pauta mundial, alimentan las tendencias proteccionistas también a futuro.

Lo cierto es que existe una nueva lógica de la economía política, en medio de entornos inciertos como son, por ejemplo, las guerras que afectan las cadenas de comercio y una disconformidad de determinados grupos que no se vieron beneficiados con la globalización, entre otras variables.

Albertoni, quien tiene formación y experiencia académica en negocios internacionales e integración económica, alertó: “Existen verdaderos desafíos del comercio latinoamericano y global ante el proteccionismo que se presenta”. A su entender, estos son tiempos en los que proliferan los tratados de libre comercio (TLC) en el mundo y también, paradójicamente, el proteccionismo.

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Omar Paganini, ministro de Relaciones Exteriores.
Foto: Ignacio Sánchez

Uruguay

Paganini reconoció que actualmente el mundo se retrotrae en discusiones sobre proteccionismo versus libre mercado y versus bloques. “La discusión sobre el comercio internacional no puede ser la misma que en los años 80 o 90, porque hoy hablamos de cadenas de valor y de mecanismos de protección diferentes que los tradicionales mecanismos arancelarios u otras medidas como cuotas”, afirmó.

Hizo referencia al “gran avance” que hubo hacia el libre comercio, que desarrolló las cadenas de valor globales, pero que también generó en los administradores estrategias para controlar un comercio que no daba los resultados esperados para todos, aunque a su entender hay que tener cuidado al hacerlo. “Si se ponen aranceles en el camino pensando en proteger la industria de un determinado país, lo que en realidad puede suceder es que esa industria se vea perjudicada porque depende de proveedores de otros países o sirven a clientes del exterior. Por lo tanto, lo que hacen esos aranceles es encarecer y debilitar la competitividad global de la cadena”, ejemplificó.

En ese contexto, Paganini defendió -tal como lo ha hecho a largo de su gestión- que Uruguay “tiene que abrirse al mundo” y “radicar aquí (en el país) eslabones de la cadena comercial”, para crecer.

La región

Salazar-Xirinachs se refirió a cómo la proliferación de los TLC ha nacido como defensa al proteccionismo, pero dijo que no necesariamente defienden a los países contra los mecanismos arancelarios.

También reconoció la falta de transparencia del nuevo proteccionismo, lo que ha llevado a investigaciones.

Históricamente, a principios de este siglo se pasó de una globalización en auge a un gran descontento, con protestas del movimiento sindical mundial que sentía que esa tendencia favorecía sobre todo a las grandes organizaciones. Se idearon entonces “respuestas compensatorias” que intentaron solucionar ese problema, pero fueron calificadas por los sindicatos como “insuficientes”. A esto se le agregaron las protestas de los grupos ambientalistas. “Y así la disconformidad llegó también a los partidos políticos y gobiernos, como, por ejemplo, al partido Republicano, de Trump, en EE.UU”, señaló el representante de la Cepal.

Otro factor fundamental de incidencia fue el despertar de China como potencia mundial, en esa evolución histórica, con un rol clave en América Latina.

Salazar-Xirinachs advirtió asimismo sobre las medidas no arancelarias -que también fueron destacadas por Albertoni y los otros panelistas-, que muchas veces actúan de barrera al comercio, señaló.

“Hay trampas que actúan en contra del desarrollo de América Latina y una es esta nueva ola proteccionista”, agregó Salazar-Xirinachs, quien considera, no obstante, que esta región tiene oportunidad de salir adelante, si desarrolla una mayor integración entre los países que la conforman, si invierte más en infraestructura física y digital y en inteligencia artificial, a modo de mejorar su interconectividad, entre otros frentes, y, en especial, si logra influir en las nuevas negociaciones de comercio internacional.

En esa línea, Díaz Granados destacó que América Latina tiene una “participación estancada” en el comercio mundial, del orden del 5%. “Esta región está ausente en el comercio global e interregional”, lapidó.

Coincidió en que existen nuevas formas de proteccionismo “menos visibles” en el mundo e hizo foco en que el desacople EE.UU. China va a afectar la posible alineación de otros países, así como la incidencia de la revolución tecnológica a nivel de las cadenas de valor y el e-commerce.

“¿Cómo la región puede defenderse del proteccionismo turbio; qué papel deben cumplir los gobiernos; cómo las cadenas de valor pueden ser más resilientes?”, se preguntó.

Entre los temas a mejorar, mencionó que debería haber más rutas de conexión entre el Atlántico y el Pacífico, y que los desarrollos de infraestructura e interconectividad regional deberían construirse con la participación de las pequeñas y medianas empresas (Pymes).

Por su parte, Bonilla destacó la importancia de posicionar el rol del consumidor en el centro del beneficio del comercio y no darlo por sobreentendido, retomando una propuesta al respecto de Díaz Granados, además de la importancia de que los gobiernos de la región cooperen más entre sí y fortalezcan sus instituciones para hacer frente a los desafíos.

Grynspan (por videoconferencia) también hizo hincapié en “las formas, cada vez más sutiles en que el proteccionismo se esconde detrás de las herramientas propias del libre comercio, como son los acuerdos comerciales y las cadenas de valor. En la Unctad somos muy conscientes de esa paradoja”, afirmó.

Uno de los mensajes más importantes de los ponentes fue, en síntesis, cómo -ante entornos geopolíticos turbulentos-, los agentes han cargado las medidas no arancelarias (fitosanitarias y demás), haciendo más complejo y menos libre el comercio. Esto, mal manejado, traccionará a la región a un estancamiento mayor que el que sufre actualmente, si no se reacciona.

OMC: “Existen medidas que operan a la sombra”.

El particular fenómeno de proliferación de la interconectividad comercial al mismo tiempo que aumentan las medidas proteccionistas (directas o indirectas), aparece agravado por la alta inflación, la interrupción de las rutas comerciales mundiales y los cambios tecnológicos que están remodelando industrias, enumeró Johanna Hill, de OMC, organismo que defiende el multilateralismo.

A pesar de las perturbaciones del entorno, calificó al comercio de “resiliente” y destacó la importancia de mantener la “transparencia” de los procesos, vital para las políticas de apertura.

Hill se remitió a un reciente informe de la OMC, que detecta un aumento de la facilitación del comercio (con reducciones arancelarias y simplificación de procedimientos de importación en la región). “Esas medidas han cubierto un valor estimado en el último año de US$ 1.400 millones en bienes. Esa cantidad es superior a los US$ 977 millones que cubrimos en 2023”, dijo la ejecutiva.

Otra tendencia positiva que destacó la OMC proviene del comercio de servicios, ya que la mayoría de las medidas que se introdujeron a ese nivel fue de facilitación, en el último año.

Sin embargo, el organismo también detectó, como ya se mencionó en esta nota, mayores restricciones comerciales. Así, Hill se hizo eco del libro de Albertoni, al afirmar que “existen algunas medidas no arancelarias que están operando a la sombra de la transparencia”.

Finalmente, propuso revisar la narrativa en torno al medio ambiente, la salud pública y la seguridad, factores que elevan las tensiones comerciales.

También aludió a la “reglobalización” y a la importancia de incluir mejor en sus beneficios a los países en desarrollo y a ciertos grupos que están al margen.

La OMC prevé que el volumen del crecimiento del comercio de mercancías aumente 2,7% en 2024, y 3% en 2025.

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