ENERGÍA
Uruguay quiere sumarse a ese “pelotón” de países desarrollados que lleva la delantera en el combate contra el cambio climático, aunque tiene claro que no puede ser un líder global.
Turbulencias con oportunidades. Disrupciones con incertidumbre. Inversiones con riesgos repartidos entre Estado y sector privado. Cambios. Esos son los rasgos que caracterizan la segunda transformación energética que encara el mundo actualmente y en la que tanto el sector privado uruguayo como el gobierno buscan avanzar.
Uruguay quiere sumarse a ese “pelotón” de países desarrollados que lleva la delantera en el combate contra el cambio climático, aunque tiene claro que no puede ser un líder global. Es que el ambicioso objetivo mundial de impulsar la estrategia de descarbonización hacia el año 2050 va tomando cada vez más fuerza en los países con más peso y responsabilidad en términos de generación de gases de efecto invernadero.
La hora cero ya empezó y el campo de batalla ha demostrado estar minado de desafíos por lo que para un país pequeño como Uruguay, se requiere de un “profundo conocimiento” en transformación energética para poder definir -con el menor riesgo posible- la estrategia que desplegará a nivel país.
“Sabemos que no podemos ser líderes pero queremos estar en el pelotón inicial. Para eso tenemos que conocer en lo que nos estamos metiendo”, afirmó el ministro de Industria, Energía y Minería (MIEM), Omar Paganini ayer en el marco de la conferencia “Segunda transición de energía en Uruguay. Impacto para los sectores productivos”, organizada por el Observatorio de Energía de la Universidad Católica junto con la Asociación Uruguaya de Generadores Privados de Energía Eléctrica, HSBC y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De acuerdo con Paganini, Uruguay tiene una “gran oportunidad que puede aprovechar” en términos de avanzar hacia una segunda transformación energética y dijo que esta es “única” porque el país ya tiene “una trayectoria muy destacada” debido a una política de Estado que permitió que más del 95% de la generación de energía sea de origen renovable.
“Esa transformación nos resolvió una parte de los problemas”, afirmó Paganini. No obstante, señaló que Uruguay tiene todavía una “fuerte dependencia” de los combustibles fósiles (37% de la matriz energética primaria), por lo que “tenemos que encarar una segunda transformación”, afirmó el jerarca.
Impulsar la movilidad eléctrica a nivel urbano, desarrollar el hidrógeno verde en el transporte carretero y de larga distancia, promover proyectos de inversión del sector privado para fomentar la producción de hidrógeno verde fuera de fronteras hacia Europa y contemplar los desafíos que implica la transición para el sector energético (empresas de combustibles fósiles y compañías eléctricas), son algunos de los desafíos que el país tiene por delante.
“En Uruguay estamos en esa coyuntura como siempre como tomadores de decisiones ajenas en un contexto donde tenemos que tratar de aprovechar las oportunidades y nuestras capacidades de la mejor manera posible”, afirmó el ministro quien además advirtió que esas “disrupciones” y la transición hacia una segunda transformación energética “pueden generar turbulencias”, no solo en los sectores involucrados sino en toda la economía.
La segunda transición energética tendrá entre sus principales características a muchas tecnologías competitivas peleando por su lugar en el mercado, por lo que los portafolios energéticos serán cada vez más complejos, así como también la gestión de riesgos. Sobre este último punto, el ministro dijo que se debe modificar la distribución de los riesgos entre el sector privado y el público e ir hacia una complementación aunque remarcó que “en lo posible” los riesgos deben ser asumidos por las empresas.
“Hay una oportunidad, pero con un nivel de incertidumbre grande. En la energía uno debe dedicar mucho dinero a una cosa que lleva a largo plazo, si se equivoca hoy con mucho dinero después tiene un problema bastante serio y no se entera hoy, se entera dentro de unos años. Eso requiere una política prudente de diversificación”, explicó el secretario de Estado.
Por su parte, la presidenta de UTE, Silvia Emaldi destacó el posicionamiento de Uruguay a nivel mundial en términos de generación de electricidad a partir de energías renovables y dijo que los desafíos del ente tienen que ver con seguir manteniendo las fuentes renovables en el país pero también con la expansión del sistema eléctrico. Según Emaldi uno de los objetivos clave es “potenciar las redes de distribución y transmisión”.
Asimismo, la jerarca manifestó que para avanzar hacia una segunda transformación energética, desde UTE buscan “dar más valor” a la energía disponible que tiene el país, primero “tratar de que se aproveche” a nivel local y cuando el mercado interno tenga excedentes “salir a exportar” como ocurre actualmente con Brasil.
Tanto las autoridades del gobierno como el sector privado, coincidieron en que aunque hay desafíos, el país cuenta con la artillería necesaria para unirse al pelotón de los combatientes líderes. “Hay que evitar que las turbulencias nos afecten demasiado pero hay que estar en la nueva ola porque Uruguay tiene una oportunidad que es bastante evidente”, concluyó Paganini.