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Por Fabiana Culshaw
La dificultad para que la economía de Uruguay crezca por encima del 2% -lo que es tachado de “crecimiento mediocre” por los analistas- es un gran escollo para colocar al país en una senda más alineada con el desarrollo.
Los analistas coinciden que hay temas que se han empantanado, o incluso empeorado, como el riesgo de que muchos uruguayos queden por fuera del sistema laboral formal por el avance de las nuevas tecnologías, así como la implementación de una reforma jubilatoria que no convence a todos y sufre limitaciones, y el avance de una reforma educativa que es urgente, pero lenta. Por mencionar algunos frentes.
Estos asuntos fueron tratados en el evento “Las claves para un mayor crecimiento sostenido a largo plazo”, por cinco economistas: Ricardo Pascale (expresidente del Banco Central del Uruguay), Ignacio Munyo (director ejecutivo de Ceres), Javier de Haedo (director del Observatorio de la Coyuntura Económica de la Universidad Católica, UCU), Gabriel Oddone (socio de CPA Ferrere) y Ana Inés Balsa (profesora e investigadora de la Universidad de Montevideo, UM).
Se trató de un evento organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) llevado a cabo en el World Trade Center ayer.
Los ponentes realizaron un análisis orgánico sobre la realidad nacional, con alertas de que todo puede empeorar considerando la rapidez de los cambios a nivel internacional, si acá no se sigue el ritmo.
Hacia dónde vamos
“Uruguay tiene una pésima relación con el futuro”, lanzó Pascale, ya que a su entender se suele pensar en el corto plazo y “no se sabe para dónde se va”.
En su opinión, habría que jerarquizar realmente el rol de la ciencia y la tecnología, dado que los países que más se desarrollan son aquellos que invierten cuantiosos montos en Investigación y Desarrollo (I+D), mientras que Uruguay es menor al 1% de su PIB.
De Haedo coincidió al afirmar que en Uruguay “estamos peleados con el futuro” e hizo referencia a que la agenda nacional de hoy es la misma que hace 20 años, salvo excepciones. “Veo los mismos temas en la prensa de estos días que hace 20 años”, dijo.
Munyo, en cambio, se desmarcó y fue más positivo al señalar que sí existen sectores productivos que empujan al país hacia adelante, como el tecnológico y la industria forestal (celulosa y madera). “Hay sectores que sí avanzan hacia el futuro y tienen rumbo”, defendió.
Los expertos sostuvieron que hay que concretar las reformas estructurales planteadas (las reformas educativa y la jubilatoria), acelerando procesos, y al mismo tiempo poner foco en los sectores no transables de la economía (aquellos que solo se comercian localmente y no con el exterior), que “aún mantiene agentes de horizonte corto”.
“No hay que esperar a que llegue un evento agudo para hacerlos más eficientes”, agregó Oddone.
Al respecto, en otro momento de la discusión, Pascale insistió: ¿Vamos a seguir plantando árboles? (en lugar de apostar más por la ciencia, la tecnología y la innovación).
El tema de la necesidad de acelerar los tiempos y de abrirse más al mundo ante un Mercosur y un posible tratado de libre comercio (TLC) con China trancados, fueron temas constantes y comunes entre los ponentes. Oddone consideró que el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), u otras opciones a estudiar, serían buenas rutas a profundizar.
Talentos
Pascale insistió en que el país saldrá adelante con mayor inversión en I+D por sobre los agentes (léase, empresas o profesionales) que traen tecnologías o se instalan acá.
En ese contexto, Balsa pareció darle un matiz diferente a esa premisa al decir que, precisamente, con extranjeros capacitados que llegan se podrán acelerar los cambios. De hecho, remarcó: “Demos espacios a los venezolanos capacitados y que homologuen sus títulos rápidamente”.
En cuanto a los talentos, los expertos mencionaron dos casos específicos: los profesionales uruguayos (algunos de ellos con doctorado en robótica) que trabajan en la UTEC de Rivera, pero viven en Livramento por el diferencial cambiario; y las empresas extranjeras que están contratando talentos argentinos, para quienes son más atractivos los sueldos.
“Son microexperiencias que muestran lo que está pasando”, observó Munyo refiriéndose sobre todo a la realidad de UTEC que conoce en forma directa.
Pero el tema de la educación y capacitación es más grave y va más allá de lo tecnológico: en plena era del conocimiento y disruptiva, solo el 43% de los estudiantes uruguayos terminan la enseñanza secundaria, y apenas 14% es la tasa de graduación de la universidad, cuando países como Japón y Corea del Sur, tienen tasas del 66% de graduación, y otros países de esta región también están mejor en el indicador, como Chile.
“Estamos en una emergencia nacional, así como sucedió con la pandemia”, comparó Balsa.
Cómo llegar al 3%
La tasa de crecimiento de la economía uruguaya a largo plazo está en 2,1% y las proyecciones para fin de siglo la bajan a 1,7%, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
“La pregunta es qué pasa si seguimos creciendo a este pobre y mediocre ritmo del 2,1%, que tiende a bajar con el tiempo”, se cuestionó De Haedo, quien recorrió las reformas positivas y negativas en materia económica en la historia reciente (destacó, por ejemplo, el talante proinversión de la época de Alejandro Végh Villegas, entre otros hitos), para concluir que el actual Uruguay “social estatista batllista” debería mantener su red de protección social (“que es muy buena y se comprobó en la pandemia”, dijo), pero acompañado de las reformas estructurales mencionadas.
Los expertos analizaron así, a lo largo del evento, las “claves” para llegar al 3% de aumento del PIB: atraer inversiones, educar acorde a los nuevos tiempos, mayor integración de tecnologías disruptivas en el trabajo y readaptación del capital humano, adecuación de las regulaciones y modernización de los sectores no transables de la actividad (Estado, salud, transporte, combustibles, etcétera), más acuerdos comerciales para abrir mercados, sostenibilidad en la producción (desafiante por los altos costos y ahora por el cambio climático), potenciar el rol de Estado como “ordenador” y para que incentive al sector privado a invertir, mayor coordinación público-privada y cuidar el diálogo social; con especial énfasis en esto último.
Oddone fue agudo al referirse a otro aspecto que no había sido tratado en el evento hasta ese momento: el crimen organizado. “Uruguay está más expuesto a este tema de lo que pensamos. El crecimiento del crimen organizado es un riesgo al modelo de convivencia”, aseveró Oddone.
Este fenómeno está creciendo en el país desde hace unos 15 años y, en esa línea, el economista advirtió sobre el financiamiento que suelen realizar estos grupos en los partidos políticos de otros países; una alerta para Uruguay.
Otra alerta de retroceso está en el 10% de pobreza que existe en el país, concentrada en niños y adolescentes, lo que al decir de Oddone es una verdadera “bomba de tiempo”.
Ricardo Pascale, expresidente del BCU
“El siglo XXI es multipolar y tiene tendencia asiática. Seguimos tomando a Asia casi como una anécdota o algo lejano y no lo es. Asia vuelve a ser hegemónica”.
Javier de Haedo, observatorio económico de la UCU
“Es muy bajo el crecimiento económico (de 2%) a largo plazo para un país en nuestro estadio de desarrollo y más todavía para la demanda de políticas públicas de nuestra sociedad”.
Gabriel Oddone, socio de CPA Ferrere
“El 80% de la población uruguaya trabaja en el sector no transable. ¿Dónde están las habilidades educativas de ese sector, al que tenemos que mover hacia el transable?”
Ana Inés Balsa, profesora e investigadora de la UM
“Hay tareas que serán reemplazadas totalmente (por la automatizacíón) y eso va a generar gente que quedará fuera del sistema. Esto traerá estrés, desigualdad y desprotección financiera”.
Ignacio Munyo, director ejecutivo de Ceres
“La agenda del futuro del Uruguay tiene que tener como eje el futuro del trabajo, porque implica una transformación central en la gente y alinea una serie de políticas públicas”.
Asuntos técnicos más allá de la política
El mundo se enfrenta a una “nueva globalización”, esta vez no tan centrada en bienes sino en las personas, datos, ideas y conocimiento.
En esa línea, muchos gobiernos están desarrollando políticas públicas con el eje en la innovación y el know-how, apostando al largo plazo. Y en el abordaje de ciertos asuntos de la actividad económica están pasando a ser más técnicos y pragmáticos que políticos.
El director ejecutivo de Ceres, Ignacio Munyo citó el caso de Australia, donde existe “un sistema político que escucha a sus técnicos independientes”. Trajo a colación este tema para señalar que, en Uruguay, parte de la población está en contra de la reforma jubilatoria en el entendido de que no se debería aumentar la edad mínima para jubilarse como forma de sostener al sistema, sino crear o aumentar los impuestos a las empresas y a determinados sectores de la sociedad. “Pero eso, técnicamente, no es así. Uruguay no tolera más impuestos a las empresas y a determinados sectores; eso no es viable desde el punto de vista técnico, no es un tema de voluntarismo”, afirmó Munyo, reiterando que se debería escuchar más a los técnicos independientes en el país como, a su entender, se hace en otros.
En Australia la llamada “Comisión de productividad” estudia políticas de desarrollo y le plantea alternativas al gobierno. “Es como el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que funcionó durante la pandemia del covid-19”, agregó.
Por su parte, el expresidente del Banco Central, Ricardo Pascale mencionó también al GACH al decir que Uruguay no le dio mucha importancia a la ciencia hasta que llegó la pandemia. Se creó así ese grupo, conformado por especialistas de gran reputación que asesoraron científicamente a la Presidencia de la República en el camino hacia “la nueva normalidad”, en las áreas de salud y ciencia de datos, lo que resultó.
Fue una experiencia que, señaló Munyo, podría repetirse en las áreas de la economía, por ejemplo para abordar mejor los temas de competitividad nacional e inclusión. Esto considerando la importancia de una mayor participación de los distintos actores sociales (gobierno, sector privado, sindicatos, academia, universidades y demás) para resolver en forma coordinada los problemas del país.
Los ponentes observaron que, en el evento, solo había un político presente, por lo que propusieron una mayor participación en los encuentros de representantes de ese grupo.
Pascale destacó, en ese sentido, que las universidades, además de cumplir su rol de educación e investigación, deberían hacer hincapié en la transmisión del conocimiento, lo que no siempre se logra. Comentó, además, que el sector público y el privado en el país aún están lejos entre sí para la generación del conocimiento, lo que debería ser más apuntalado por el Estado, actor clave en este objetivo nacional.