Al igual que otros países del mundo, en un proceso que le llevó más de 20 años, Uruguay cuenta desde ayer con un Indicador Mensual de Actividad Económica de Difusión Externa (IMAE), que surge de la nueva base de cuentas nacionales, y tiene como objetivo mostrar cómo avanza la actividad económica del país mes a mes y con mayor antelación que la publicación del Producto Interno Bruto (PIB) en las Cuentas Nacionales.
El exjefe de Asesoría Macroeconómica del Ministerio de Economía y Finanzas, Christian Daude, recordó en su cuenta de X (antes Twitter) que trabajó en 1999 y 2000 “en la primera versión del IMAE” y que hayan pasado casi 25 años hasta su publicación “da para reflexionar sobre nuestras instituciones y los procesos de modernización de las mismas”.
El Banco Central (BCU) publica la información del PIB en forma trimestral, con un rezago de 75 días (con respecto al fin del trimestre). Desde ayer, el BCU agrega el IMAE con un rezago de 60 días de terminado el mes. En la información se incluye el IMAE ajustado por estacionalidad y la tendencia ciclo.
De hecho, el BCU publicó ayer la estimación del IMAE de agosto que creció 0,2% interanual (respecto a agosto de 2022) y aumentó 1,2% desestacionalizado (frente al mes previo). A su vez, en tendencia ciclo subió 0,2%.
Esto implica que la economía uruguaya dejó atrás cuatro meses consecutivos de caída interanual (por el impacto de la sequía en la actividad), tras bajas del IMAE de 3,3% en abril, de 2,5% en mayo, de 1,7% en junio y de 0,2% en julio.
En la medición desestacionalizada, el comportamiento del IMAE fue un poco diferente: caída de 2,3% en abril, crecimiento de 0,4% en mayo y de 1,1% en junio, baja de 0,8% en julio y la mencionada expansión de 1,2% en agosto.
El indicador se difunde en el entendido de que ayudará a los distintos actores de la economía a una mejor toma de decisiones en materia financiera, inversiones y demás. También es útil para anticipar políticas monetarias.
El BCU presentó ayer esta herramienta, y su presidente, Diego Labat, señaló que “surge de una necesidad de la sociedad”. Efectivamente, es algo que distintas áreas económicas venían reclamando. La presentación estuvo a cargo del gerente de Asesoría Económica del BCU, Gerardo Licandro y del integrante de esa asesoría Ernesto Pienika. Ambos recomendaron hacer una interpretación “cuidadosa” de los datos, considerando que la información mensual es más volátil que la trimestral.
En tal sentido, es importante atender al indicador desestacionalizado y tener en cuenta que este nuevo indicador sintético no sustituye al del PIB, agregaron.
El BCU toma como “natural” que las estimaciones de distinta frecuencia no entreguen los mismos resultados.
Es por ello que utilizan métodos para armonizar los datos mensuales con los de Cuentas Nacionales (que muestran la variación del PIB), para preservar lo más posibles los movimientos de corto plazo del indicador mensual, garantizando la coherencia entre ambos.
La principal ventaja del IMAE, dijo Pienika, radica en su “oportunidad en la medición de la variación reciente de la economía desde la perspectiva de la producción”.
Qué es
El IMAE se basa en utilizar todos los indicadores de producción disponibles, la estructura de ponderaciones de las Cuentas Nacionales y un indicador único por sector, bajo el supuesto de productividad constante.
Los datos que alimentan el indicador tienen fuentes diversas: registros de Aduanas, estadísticas sectoriales, ejecución presupuestaria del sector público, estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) como ser indicadores de producción, empleo y remuneraciones, registros administrativos y tributarios (declaración de IVA, registros de cotizantes al Banco de Previsión Social, registros de factura electrónica), índices de precios y de costos, entre otras fuentes.
El BCU aclaró que cuando los indicadores directos de producción (que son los preferibles) no están disponibles, el resto de los tipos de indicadores indirectos (ya mencionados), son los que permiten estimar la evolución de la actividad de cada área.
Las áreas de actividad que cubre el IMAE son: agropecuaria, pesca y minería; industria manufacturera; energía eléctrica, gas y agua; construcción; comercio, alojamiento y restaurantes; transporte y almacenamiento, información y comunicación; servicios financieros; actividades profesionales; administración pública; y “el resto de servicios”.
En cuanto a la lectura del indicador, si se quiere analizar la evolución de corto y mediano plazo, se deben remover los movimientos producto de factores estacionales (como por ejemplo, lo fue la pandemia, la sequía u otros), insistieron los economistas.
Pros y contras
Licandro explicó que el indicador “explota al máximo las estadísticas sectoriales mensuales disponibles”. No obstante, tanto él como Pienika reconocieron que el mismo utiliza mayormente indicadores de producción, sin realizarse consistencias con estadísticas de demanda (como sí tiene el PIB). Además, para algunos sectores de la actividad con una volatilidad elevada, es difícil contar con indicadores mensuales altamente correlacionados.
Aún así, el IMAE permite un análisis macroeconómico más rico de la coyuntura. Además la brecha respecto al PIB prácticamente no muestra rezago (0,3%), según los estudios realizados.
banco central. Anunció una nueva herramienta de medición de la actividad y la pone al servicio de los distintos agentes económicos.
Desarrollo del indicador
Durante 2021 el Área de Estadísticas Económicas (AEE) trabajó en el desarrollo de una nueva metodología con las Cuentas Nacionales base 2016. En 2022, comenzó a compilar y difundir internamente el nuevo indicador, para, en 2023, evaluar su desempeño. “Se trabajó en mejorar sus fuentes y métodos, recibiendo asesoramiento de la Cepal y del Banco Central de Chile”, dijo Pienika. Sobre la metodología, explicó que los cálculos sectoriales se agregan utilizando las estructuras y ponderaciones de las Cuentas Nacionales trimestrales y las anuales más recientes, técnicas de benchmarking como referencia, y por agregación se obtiene el IMAE consistente temporalmente con las estimaciones del Producto Interno Bruto (PIB) que se divulga con las Cuentas Nacionales.
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