¿Qué hay detrás de la teoría que obtuvo el premio Nobel de Economía y por qué es clave en países como Uruguay?

Este lunes los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson fueron galardonados con eel Premio Nobel 2024 en Economía que entrega la Real Academia de las Ciencias sueca.

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Anunció de Premio Nobel de Economía 2024.
EFE

En base a AFP, EFE y La Nación / GDA
Este lunes, la Real Academia de las Ciencias sueca otorgó el premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por demostrar la importancia de las instituciones sociales en la prosperidad de un país. Los galardonados no sólo probaron la relación entre instituciones y prosperidad, sino que desarrollaron también herramientas teóricas que explican por qué persisten las diferencias entre instituciones y cómo estas pueden cambiar, se destacó en el fallo.

Son tres economistas que en diferentes trabajos académicos y de divulgación han investigado sobre los mecanismos en los que las instituciones influyen en las capacidades de cada país para generar riqueza y desarrollo. Si bien esos conceptos son habitualmente discutidos en la agenda de investigación económica en las últimas décadas, Acemoglu, Johnson y Robinson hicieron aportes que buscan sistematizar y analizar este impacto, a través de modelos y evidencia empírica.

Los tres economistas usaron un enfoque empírico innovador: examinar la colonización europea en varias partes del planeta y los sistemas económicos introducidos en esos países del siglo XVI en adelante.

Comprobaron que aquellos países más ricos en la época de la colonización figuraban ahora entre los más pobres y que a mayor mortalidad entre los colonos, menor Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en la actualidad.

Una de las obras más conocidas donde aportan esta nueva visión, es el libro Por qué fracasan las naciones, publicado en 2012 por Acemoglu y Robinson. Allí popularizaron su análisis sobre las instituciones “extractivas” e “inclusivas”, que condicionan las capacidades de crecimiento y desarrollo de los países.

El titular de la cátedra de Desarrollo Económico en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Andrés López, señaló que las instituciones "extractivas", "de forma muy general, son aquellas donde no se generan sistemas democráticos, o hay democracias limitadas, y donde los derechos de propiedad se concentran en una elite económica que extrae rentas y recursos del resto de la población".

En cambio, "si se desarrollan instituciones democráticas, donde se abre el camino a la participación de masas en toma de decisiones, en una economía donde se extiende el derecho de propiedad, son las ‘inclusivas’, que en su visión generarían consecuencias positivas sobre el desempeño de largo plazo”, explicó.

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Premio Nobel de Economía 2024.
The Nobel Prize.

Así, los galardonados, han señalado que el caso de Estados Unidos y la colonización del norte de ese país supone un caso de instituciones "inclusivas", con un sistema democrático participativo y estable, con derechos laborales y mayor libertad económica. En cambio, la dinámica en América Latina desde comienzos del siglo XIX se incluye dentro del grupo de las "extractivas", con derechos de propiedad y rentas concentradas, explotación de recursos naturales o minerales y democracias limitadas o débiles.

En el libro Por qué fracasan las naciones, Acemoglu y Robinson plantean el caso de Argentina, que a su juicio es “un ejemplo clásico de crecimiento con instituciones extractivas, basado en la exportación agrícola, sin destrucción creativa ni innovación”, al analizar las condiciones políticas y económicas durante el modelo agroexportador desde fines del siglo XIX.

También critican la fragilidad institucional en los años de Juan Domingo Perón (“una democracia no pluralista”) y la de los años 90: “Las políticas económicas estaban diseñadas para dar ingresos a sus partidarios, no para crear igualdad de oportunidades. (…) Como muestra el ‘corralito’, el gobierno es bastante capaz de anular derechos de propiedad y expropiar a sus propios ciudadanos con impunidad”.

La ciudad fronteriza como ejemplo

En sus estudios, los tres economistas, usaron como caso de referencia la ciudad de Nogales, divida en dos por una valla en la frontera entre México y Estados Unidos, y observaron que la diferencia decisiva entre ambas no era geográfica o cultural, sino sus instituciones.

"La gente que vive al norte de la valla lo hace en el sistema económico estadounidense, que les da más oportunidades para elegir su educación y profesión, y son parte también de su sistema político, que les da más derechos políticos".

Los premiados comprobaron que Nogales no era una excepción, sino parte de un claro patrón con raíces que se remontan a la época colonial: mientras en unos casos se optó por un sistema de explotación masiva, en otros se optó por sistemas económicos y políticos inclusivos.

Un factor importante para determinar el tipo de colonia desarrollado fue la densidad de población del área colonizada: a mayor densidad, menos colonos y mayor resistencia, pero también más opciones luego de mano de obra barata; a menor densidad, menos resistencia y mano de obra y más colonos europeos.

En el primer caso, se establecieron instituciones extractivas centradas en beneficiar a la élite local y sin apenas derechos políticos; en el segundo, se crearon instituciones inclusivas para incentivar a los colonos a trabajar duro e invertir en su nuevo país, lo que llevó también a mayores demandas para obtener una parte de los beneficios.

Otro factor importante fue la severidad de las enfermedades que afectaron a las comunidades de colonos: donde eran más peligrosas encontramos ahora sistemas disfuncionales y más pobreza, además de corrupción y un Estado de derecho más débil.

El modelo para cambiar las instituciones

Los premiados construyeron un modelo para explicar las circunstancias bajo las que se forman y cambian las instituciones políticas, con tres componentes.

El primero es el conflicto sobre cómo distribuir recursos y quién toma las decisiones en la sociedad; el segundo, que las masas pueden a veces ejercer el poder mediante movilizaciones y amenazando a la élite; y, el último, el llamado problema de compromiso, lo que significa que la única alternativa para la élite es entregar el poder de decidir a la población.

Ese modelo ha sido usado para explicar por ejemplo los procesos de democratización en Europa Occidental a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

La desigualdad tiene efectos devastadores

Acemoglu, aseguró este lunes desde Atenas que es un gran honor recibir el premio Nobel, y alertó que la desigualdad tiene efectos devastadores en algunos países.

“Recibo este premio por mi trabajo relacionado con las instituciones, un tema que es aún más importante hoy, ya que nos enfrentamos a tantos cambios con la inteligencia artificial, la desigualdad y el cambio climático", señaló el economista durante el Foro para la Sostenibilidad en el Sudeste Europeo y el Mediterráneo, que el semanario The Economist celebra hasta este martes en Atenas.

Refiriéndose a la desigualdad,afirmó que se está convirtiendo en un "asunto devastador" en muchos países, no solo porque los "ricos se convierten en cada vez más ricos", sino también porque el desarrollo económico beneficia sólo a algunos grupos de personas.

"Tenemos que centrarnos aún más en instituciones más fuertes y democráticas. Es algo importante para el mundo que dejaremos a nuestros hijos y nietos", aseguró.

Durante el Foro, Acemoglu dijo que la tecnología crea enormes oportunidades, pero no todos se benefician por igual, ya que por ejemplo, los estratos con menor nivel educativo no se benefician, sino que se ven perjudicados.

Además,consideró que, para que los salarios no se vean afectados negativamente por la automatización y para que los trabajadores en general se beneficien de la transición tecnológica, se necesita un entorno institucional apropiado.

"A pesar de los enormes peligros que acechan, hay también grandes oportunidades de beneficio", remarcó Acemoglu, quien subrayó que la innovación y la competitividad no son suficientes para un futuro más justo y democrático, y que es muy importante cómo se usarán las nuevas tecnologías.

El secretario permanente de la Academia de Ciencias, Jan Teorell, presenta a los ganadores del premio Nobel de Economía 2024.
El secretario permanente de la Academia de Ciencias, Jan Teorell, presenta a los ganadores del premio Nobel de Economía 2024.
Foto: Christine Olsson/AFP

El Nobel de Economía

Acemoglu, Johnson y Robinson compartirán los 11 millones de coronas suecas (US$ 1,1 millones) con que están dotados este año todos los Nobel, que serán entregados el 10 de diciembre en una doble ceremonia: el de la Paz, en Oslo; el resto, en Estocolmo.

El Nobel de Economía, cuyo nombre real es Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, es el único de los seis galardones no creado en su día por el magnate sueco, sino que fue instituido en 1968 a partir de una donación a la Fundación Nobel del Banco Nacional de Suecia con motivo de su 300 aniversario.

Daron Acemoglu tiene 57 años y nació en Turquía. Es doctor en Economía y Ciencias Políticas en 1992 por la London School of Economics (LSE) and Political Science y actualmente es profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Cambridge, EE.UU. Su tesis doctoral fue: “Ensayos sobre microfundamentos de la macroeconomía: contratos y desempeño económico”. La trayectoria académica de Acemoglu ha abarcado múltiples campos como la economía política, el crecimiento económico, la desigualdad de ingresos y la economía laboral.

Simon Johnson tiene 61 años, es británico estadounidense y trabaja en el MIT, como profesor de emprendimiento Ronald A. Kurtz en la Sloan School of Management del MIT. Entre 2007 y 2008, Johnson fue economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). El economista supo abordar distintas temáticas ligadas a cuestiones de desarrollo, al sector financiero y su regulación, a la política fiscal y las formas en que la tecnología puede mejorar o limitar la prosperidad de las naciones.

James A. Robinson tiene 64 años, y es de origen británico. Actualmente, se desempeña como catedrático de la Universidad de Chicago. Es economista y politólogo y su carrera estuvo enfocada en el campo del desarrollo político y económico y las relaciones entre el poder político y las instituciones y la prosperidad. Es miembro del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Nigeria en Nsukka. Ha realizado trabajo de campo y recopilado datos en Bolivia, Colombia, Haití, la República Democrática del Congo, Nigeria, Sierra Leona, Sudáfrica y Zimbabwe.

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