CALIFICADORA
La agencia de calificación crediticia DBRS Morningstar realizó comentarios sobre Uruguay y América Latina.
Uruguay debería “poder capear el aumento de lastasas de interés mundiales y las tensiones geopolíticas en 2022, en parte debido a la fuerte demanda mundial y a las condiciones comerciales favorables”. Así lo afirmó la agencia de calificación crediticia DBRS Morningstar en un informe divulgadó ayer, y realizó la misma consideración para las economías de Brasil, México, Argentina y Colombia.
DBRS indicó que, “si bien América Latina se recuperó rápidamente de la pandemia el año pasado, se espera que el impulso desaparezca rápidamente en 2022”. Las políticas macroeconómicas “se están volviendo restrictivas, las presiones sobre los precios aumentan y la actividad se acerca a la capacidad productiva de la región. El titular para América Latina en 2022 será un crecimiento débil y una inflación alta”.
En esa línea, dijo que “dos problemas que existían antes de la pandemia de covid-19 están resurgiendo como restricciones clave en las perspectivas crediticias de la región: crecimiento potencial débil y finanzas públicas frágiles”.
Por otra parte, señaló que, “a medida que las economías latinoamericanas intentan superar la pandemia, las debilidades estructurales preexistentes están resurgiendo como restricciones clave en las perspectivas. En primer lugar, las perspectivas de crecimiento a medio plazo son débiles”. En el caso de Uruguay (al igual que Argentina, México y Brasil) hay una tasa de crecimiento potencial de alrededor del 2%, dato pobre en comparación a otros grandes mercados emergentes.
“Las restricciones interrelacionadas de baja inversión, altos costos comerciales, débiles fuerzas competitivas y, en algunos casos, agudos desafíos de gobernabilidad explican las anémicas perspectivas de crecimiento de la región”, añadió.
En segundo lugar, los cinco países, entre los que está incluido Uruguay, “tienen grandes desequilibrios fiscales. La mayoría de los gobiernos están endureciendo la política este año (la excepción es Brasil), pero aun así se requerirán esfuerzos adicionales de reducción del déficit después de 2022 para poner las finanzas públicas en un camino sostenible. Además, la recuperación cíclica se agotará en gran medida, por lo que el ajuste restante deberá lograrse mediante medidas estructurales”.
Uruguay es uno de los cuatro países que “apuntan a reducir el déficit gradualmente a través del control del gasto”, lo que “destaca la necesidad de un compromiso político sostenido con una política fiscal estricta”.