INFORME
El país vecino ya venía complicado previo a la invasión rusa a Ucrania
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La guerra contra la inflación lanzada por el presidente argentino Alberto Fernándezel 18 de marzo pasado, es un desafío grande porque se da en un momento convulsionado a nivel global. Entonces, ¿qué probabilidad tiene de ser exitosa?
La fuerte aceleración en el aumento de los precios, sobre todo de los alimentos, que viene registrándose desde fines del año pasado no se detiene pese a los recientes anuncios del gobierno. En ese marco, ya sin el ancla cambiaria y tarifaria que permitió moderar el ritmo de los incrementos en 2021, las consultoras vienen elevando sus proyecciones de inflación para este año a niveles que, en algunos casos, superan el 60%.
“Antes de la guerra y la suba del precio de los commodities en el mundo, ya en Argentina se anticipaba un índice muy elevado debido a que hay mucha inflación reprimida por el congelamiento de tarifas que lleva tres años, un tipo de cambio oficial que en 2021 subió solo la mitad que el ritmo de la inflación y los acuerdos de precios vigentes en distintos rubros. Esa inflación reprimida, en parte, se sincerará este año, y a eso se agrega ahora la presión en alimentos producto del alza de los precios internacionales”, dijo a El País María Castiglioni Cotter, directora de C&T Asesores Económicos, en Buenos Aires.
Luego de la disparada de la inflación al 4,7% en febrero, para marzo se espera un índice superior al 5%. Además de los factores locales, en este mes los precios comenzaron a sufrir en forma directa los efectos dela guerra entre Rusia y Ucrania. Por un lado, el alza del valor del petróleo evidenció aún más el atraso en el precio de las naftas en el mercado local. Sin margen, el gobierno convalidó a comienzos de marzo un aumento de hasta el 11,5% en los combustibles. Además, el conflicto bélico entre los dos países que producen casi el 30% del trigo en el mundo viene incrementando el valor de ese cereal, lo que impacta sobre el precio de productos de consumo masivo como el pan y los fideos.
Al desagregar la inflación por rubros, el de “Alimentos y bebidas no alcohólicas” aumentó en febrero 7,5%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). En el conurbano bonaerense, donde se concentran los mayores bolsones de pobreza del país, la inflación de alimentos fue aún más alta: 8,6%. El acumulado del primer bimestre arroja un alza del 14,9%.
Esa dinámica se aceleró todavía más en marzo. “Solo en la última semana, los alimentos y las bebidas subieron en promedio 2,8%. En el primer trimestre, Argentina tendrá una inflación de alimentos de casi un 20%, lo que implica un fuerte deterioro no solo de los salarios, sino de los ingresos en general. Con el aumento de la informalidad, ya seis de cada 10 personas no tienen ingresos constantes. Ese sector, conformado por empleados informales, cuentapropistas y autónomos que componen la clase media y media/baja, está en una situación muy preocupante, con posibilidades de caer por debajo de la línea de la pobreza ante esta dinámica inflacionaria”, dijo a El País Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, en Buenos Aires.
Una guerra sin armas
Ante ese proceso desatado, el gobierno parece carecer de municiones suficientes para enfrentar con éxito la guerra anunciada. Hasta ahora, el único anuncio concreto fue la creación del Fondo de Estabilización del Trigo, cuyo objetivo es fijar el costo del cereal utilizado por los molinos para producir la harina. Ese fondo se financiará con la suba de retenciones del 31% al 33% a las exportaciones de harina y aceite de soja.
A eso se sumó un nuevo incremento de la tasa de interés de referencia por parte del Banco Central -pasó de 42,5% a 44,5% anual- y un vago anuncio sobre un acuerdo con las cadenas de supermercados para retrotraer los precios de 580 productos al nivel que tenían el 10 de marzo pasado. Días después de ese anuncio, la Secretaría de Comercio continúa sin difundir la lista de productos y las cadenas aún no avalaron el acuerdo.
“Estamos viendo una aceleración en la variación de precios en estas últimas semanas, y esa aceleración no solo se da en alimentos y bebidas, sino también en rubros como transporte, indumentaria y calzado, y vivienda. Instrumentos de política económica siempre hay para enfrentar el alza de la inflación, pero el problema es la escasa credibilidad del gobierno para ponerlos en marcha”, dijo Di Pace.
En todo caso, los frenos anunciados hasta ahora por el gobierno para detener la aceleración inflacionaria lucen insuficientes para contrarrestar el cúmulo de impulsos al alza. Por un lado, todo indica que la exigente meta de reducción de los niveles de emisión monetaria para financiar al Tesoro acordada con el FMI -del 3,7% del PIB en 2021 al 1% este año- no podrá ser cumplida y que la abundancia de pesos continuará. Además, a partir de junio se sumarán los aumentos de las tarifas de electricidad y gas, que variarán desde el 40% al 200% según el poder adquisitivo de los usuarios.
Otro factor que amenaza con agregar más combustible a la inflación es la mayor restricción esperada a las importaciones. Dado que las divisas que deberán destinarse a las importaciones de energía crecerán con fuerza este año por el aumento del precio del gas en el mercado internacional, el Banco Central podría retacear el acceso al dólar oficial para una porción creciente de las compras al exterior. Ante eso, la alternativa de los importadores pasará por acceder a las divisas en los mercados paralelos, donde los dólares financieros cotizan a un valor 80% por encima del tipo de cambio oficial. A eso se suma que, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado, el gobierno se comprometió con el FMI a no seguir atrasando el valor del dólar con respecto a la inflación.
Las tensiones políticas a la interna del gobierno complican
En medio de una creciente tensión con el sector más duro del kirchnerismo por el rumbo económico, el gobierno de Alberto Fernández va a la guerra contra la inflación desde una posición de debilidad.
“Las tensiones políticas al interior de la coalición de gobierno conspiran totalmente para alcanzar el objetivo de frenar la inflación porque eso marca que no hay una idea común en el oficialismo sobre cómo atacarla”, dijo Castiglioni.
“Si una buena parte del gobierno no cree que políticas como la austeridad fiscal sean la manera de bajar la inflación, es muy difícil que las medidas anunciadas tengan impacto porque las expectativas seguirán siendo muy negativas”, agregó.
En ese marco, el Banco Central está dispuesto a elevar nuevamente su tasa de referencia en abril si la inflación de marzo se consolida, dijo una fuente con acceso a las decisiones del directorio de la entidad.
“Se tiene el compromiso (con el FMI) de tener una tasa real positiva, por eso que no sería descabellado pensar en otra alza para abril. El disparador será la inflación de marzo, que pasaría a preocupar mucho más si rondara el 5%”, afirmó el informante a la agencia Reuters (según públicó La Nación) con la condición de no revelar su nombre.
Una idea más drástica: dolarizar la economía
El mediático diputado nacional y economista Javier Milei propone una solución más drástica para combatir el alza de precios. Mientras prepara sus equipos para intentar competir por la Casa Rosada, el liberal aseguró que si llega a ser presidente va a dolarizar la economía para atacar directamente la inflación. “Vamos a hacer un milagro”, aseguró. “¿Sabés lo que va a pasar si dolarizamos? Los salarios reales, el poder de compra, van a subir como pedo de buzo”, agregó. [EN BASE A LA NACIÓN / GDA]