Uruguay mejoró su calificación de riesgo de Baa2 a Baa1 en la evaluación de Moody’s en el pasado marzo, pero sus expertos señalan una serie de indicadoresexpertos señalan una serie de indicadores a mejorar que deberá enfrentar el próximo gobierno.
Entre los factores fuertes del país están su marco institucional, la capacidad del sistema financieros de absorber —hasta cierto punto— shocks externos y su baja morosidad en lo que a bancos se refiere, entre otros.
Pero los puntos a mejorar, según Moody’s, son manejar los gastos estructurales del gobierno ya que presenta rigideces, la necesidad de crear nuevos mecanismos para amortiguar las presiones externas (dado que irán en aumento, considerando el complejo entorno mundial) y resolver el tema del aumento de productividad, hoy estancada sobre todo por el envejecimiento de la población. Asimismo, la penetración del crédito en Uruguay es relativamente baja.
En otro orden, se requerirán alternativas de nuevos seguros y reaseguros, dado el alza de las demandas de ciberseguridad por parte de los clientes y riesgos vinculados al cambio climático que impactarán cada vez más, por ejemplo, al sector agroindustrial.
Estos fueron temas analizados en el “Insight Latam de Moody’s”, un evento sobre “Uruguay poselecciones, escenarios y oportunidades en sectores clave” que se llevó a cabo este jueves. Uno de sus principales focos fue identificar rutas hacia el crecimiento del mercado de capital uruguayo, entre otras aristas.
Frente crediticio
Según Samar Maziad, vicepresidenta y analista senior de riesgo soberano de Moody’s Ratings, las perspectivas de Uruguay son de crecimiento para 2025, por la resiliencia de su sistema crediticio y las reformas estructurales que se están realizando.
“Pero el envejecimiento de la población impacta (negativamente) en el crecimiento del PIB”, advirtió aún considerando positiva la reforma de la seguridad social.
Maziad valoró especialmente como buena señal el key drive de mantener la inflación dentro del rango meta y que se apunte a la consolidación fiscal, lo que ayudará a estabilizar otros indicadores. Sin embargo, Uruguay en 2025 debería mejorar los mecanismos para lograr mayores ingresos y fortalecer el lado fiscal. Además, “Uruguay tiene debilidades en los créditos en relación a sus pares Baa1”, agregó Maziad.
“El crecimiento de la población en Uruguay es el más bajo del mundo, al igual que en Europa, pero tiene políticas para elevar la productividad, la educación y atraer más inversiones, que ayudarán a mitigar esas implicaciones”, observó.
Sistema bancario
Alexander Alburquerque, analista senior de Moody’s, habló sobre las oportunidades de negocios de los bancos en un entorno de crecimiento económico (en la región bastante moderado o bajo, pero existente) e inflación contenida.
En tal sentido, destacó que las proyecciones de alza del PIB de Uruguay fueron ajustadas de 3,5% a 3%, pero “hay calidad en los activos”, dijo.
“Los bancos uruguayos presentaron resultados muy buenos, a junio, y pensamos que se mantendrán al menos hasta fin de año”, afirmó. Es por ello que la calificación le fuera mejorada —de “moderado menos” a “moderado”— a los principales bancos en el país.
Sobre la penetración del crédito, Alburquerque destacó que es baja al estar en el 29% del PIB, cuando en México llega al 50% y en Brasil al 70%.
¿Por qué sucede esto? En gran parte, por los costos elevados en el sistema bancario local. “Uruguay es el único país que cobra el impuesto al patrimonio a los bancos”, observó.
“Los esfuerzos por parte del gobierno de aumentar la intermediación financiera podrían aumentar los préstamos en pesos, es decir, el crédito al consumo”, proyectó.
El desarrollo de la tecnología en el sector también podrá mejorar los costos operativos en los préstamos, además de la introducción de más fintech en el sistema financiero.
“La calidad de las carteras en Uruguay son buenas, con un 1,8% de morosidad, esto es mucho mejor que otros países”, agregó. “El desafío para este país en 2025 será el desarrollo del sistema de pagos y de las finanzas abiertas. Al hacerlo, aumentará el crédito bancario. Lo veremos en 2025”, arriesgó.
Proyectos de Ancap
Gran parte del desarrollo de Uruguay a largo plazo pasa por sus energías renovables y, en tal sentido, tiene a favor la posibilidad de aumentar su potencia eléctrica con sol y viento, su disponibilidad de energías de origen biogénico capturable, y sus aceites vegetales y grasas animales.
Alejandro Stipanicic, presidente de Ancap, presente en el evento, habló de los proyectos en carpeta y en marcha, al tiempo que enumeró las investigaciones que lleva a cabo la estatal, entre ellas, las vinculadas al desarrollo de etanol y gasolina sintética (en Paysandú y Bella Unión) y la utilización de aceites vegetales y grasa animal para producir combustible ecológico para aviación.
“El desafío estará en el financiamiento y el porcentaje de participación de Uruguay en proyectos (de producción de Hidrógeno Verde) como el de HIF”, afirmó. Stipanicic adelantó que el gobierno está trabajando en un fideicomiso que le garantice a Uruguay la gobernanza de los emprendimientos en el sector de las energías renovables y una participación del Estado, que disipe el riesgo patrimonial de Ancap sin perder oportunidades”, afirmó.
Finalmente, Stipanic consideró que la primera transición energética fue “la parte fácil”, con UTE liderando, pero que ahora, jugar en el campo internacional, es más difícil. En tal sentido, Uruguay ha firmado contratos offshore con multinacionales con el fin de descubrir petróleo en el mar, en los que tiene una participación del 20%.
“Esos derechos que tenemos, hay que usarlos”, dijo. También planteó que el país no debe centrarse en uno o pocos proyectos en la segunda transición energética, sino diversificar más el riesgo.
Nuevos seguros y reaseguros
Esteban Pignanelli, director general de Seguros Sura Uruguay, hizo énfasis en cómo ha aumentado el gasto en siniestros en el país.
El apalancamiento de pagos de siniestros ascendió a US$ 1.400 millones en 2023. Destacó en especial los fenómenos climáticos, como las sequías o inundaciones, y su impacto en el agro, lo que enfrenta a la industria a sus propias carencias y planes de ajustes, además de abrir espacios para crecer con nuevos productos de seguros y reaseguros.
Por su parte, Raúl Onetto, gerente general del Banco de Seguros del Estado (BSE), señaló que a futuro existen espacios de crecimiento en los seguros de garantías de alquiler, en el negocios de los seguros en los hogares y en los seguros patrimoniales, mientras que, por ejemplo, el seguro de autos llegó a un techo.
Lo cierto es que el sector asegurador está en pleno crecimiento. Según datos del BSE, el sector factura US$ 1.500 millones al año, y calcula que esa cifra se duplicará en los próximos seis años. Esto significa que el rol de las compañías aseguradoras se ampliará considerablemente. El mercado asegurador representaba el 2,9% del PIB nacional en 2023 y cerrará en 3,2% al cierre de este año.
Gonzalo Harari, director de Administración y Finanzas de Mapfre Uruguay, se refirió a cómo el sector ha ido desarrollando nuevos productos, por ejemplo de ahorro, que complementan la herramientas de ingreso jubilatorio, y que se podría crecer más en esa área con beneficios fiscales, como se hizo en Estados Unidos, España e incluso Argentina.
“Hubo siniestros climáticos que se pudieron afrontar con los reaseguros, que es lo que permite asumir mayores riesgos”, advirtió ante la necesidad de aumentar coberturas climáticas y cibernéticas.
En otros países ya existen nuevas figuras, como “consorcios de compensación” que distribuyen los riesgos (como la dana de España este año), o “bonos catástrofes” que pagan por encima de la media. También hay coreaseguros, que se podrían aplicar acá, sugirió.