Uruguay es “toda garantía”: lo que dijo un referente europeo en relación al acuerdo UE-Mercosur

El español Ramón Jáuregui tiene el pulso de Europa ante la probable puesta en vigor de dicho acuerdo, los riesgos que podrían frenarlo y de cómo su organización procura desmontar mitos y resistencias.

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Ramón Jáuregui, presidente de la Fundación Euroamérica.jpg

El cierre de la negociación en la cumbre de presidentes del Mercosur del acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur ha activado a las organizaciones que se dedican a impulsarlo. En el caso de la Fundación Euroamérica, una organización europea sin fines de lucro, con sede en España, su objetivo es estimular la cooperación entre instituciones y empresas de ambas regiones.

Su presidente, Ramón Jáuregui, habló en entrevista con El País sobre la visión de la fundación de las relaciones de la UE y los países del Mercosur, los riesgos que aún existen para su puesta en vigor, el bloqueo que intentará Francia y sus aliados y cómo Uruguay es visto como un país “de garantías”.

Jáuregui fue ministro de la Presidencia del Gobierno de España (2010 y 2011) y eurodiputado (2009-2010 y 2014-2019) y co-Presidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, EuroLat (2015-2019). Asimismo, fue parlamentario en el Congreso de los Diputados (2000 a 2009 y 2011 a 2014). Antes había sido vicepresidente del Gobierno Vasco 1987-1990 y consejero de Justicia, Economía y Trabajo del mismo gobierno (1994-1997).

—La Fundación Euroamérica apoya totalmente el acuerdo UE-Mercosur, ¿cómo es el clima empresarial que se vive en España, donde usted vive, en relación al tema?

—En una declaración a favor del acuerdo de la fundación, expresamos lo que es una posición unánime en España. Ha habido protestas de algunos sectores agrícolas, pero realmente hay entusiasmo en muchos espacios económicos y políticos españoles y de la Unión Europea, porque ese acuerdo es algo que veníamos deseando luego de 25 años de negociaciones. Ahora, nuestro gran trabajo es convencer a quienes todavía tienen reticencias en el seno de la UE para que sea aprobado, para que los dos filtros que están pendientes, tanto en el Consejo de la UE como en el Parlamento Europeo, sean superados.

—¿Qué están haciendo, como fundación, para ayudar a la aprobación final?

—Estamos desarrollando una tarea de persuasión a muchos sectores económicos europeos, celebrando foros y encuentros con el mundo empresarial para convencerles de que presionen, a su vez, a los sectores políticos en esa dirección. Casualmente, yo estoy en Roma ahora y he estado en el Parlamento y en el Congreso de los Diputados, asistiendo a un debate en el que la primera ministra Giorgia Meloni ha pedido a Ursula Von der Leyen y a la Comisión Europea que compensen a los sectores, especialmente a los agrícolas o ganaderos de la UE, que puedan resultar perjudicados por la entrada en vigor de este acuerdo, sobre todo en relación a la carne.

—¿La Unión Europea tiene músculo financiero como para compensar a los sectores perjudicados, considerando que está invirtiendo en su defensa militar y en la guerra en Ucrania, entre otros gastos elevados como el sistema de pensiones?

—Tiene usted razón con la pregunta, pero déjeme que le diga que aproximadamente el 25% del presupuesto de la UE es agrícola. Entonces, sí hay margen. Mucho dinero ya se emplea en Europa, precisamente, en proteger a los agricultores. En realidad, siempre será poco, porque en la gestión de los recursos públicos siempre hay deficiencias o falta de recursos suficientes. Pero, insisto, el sector agrícola junto con la cohesión territorial (políticas de cohesión regional), esos dos conceptos sumados, se llevan el 40% del presupuesto de la UE, que no es poco. El presupuesto en materia agrícola es muy amplio.

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Ramón Jáuregui, presidente de la Fundación Euroamérica

—La posición de Francia e Italia son fundamentales para la ratificación del acuerdo, ¿qué tanta resistencia notan en este momento?

—Ciertamente la posición italiana es clave, porque si Francia construye una minoría de bloqueo con más de cuatro países que representen más del 35% de la población europea, cabría que el Consejo Europeo no ratificara este acuerdo. Y eso pasa por Italia. Por suerte Meloni no ha dicho que no al acuerdo. Sabemos que España, Portugal, Alemania, casi todos los países europeos, van a estar a favor, pero el problema está en que se construya una minoría de bloqueo.

—Se está viendo con lupa que algunos ganan y otros pierden con el acuerdo.

—Efectivamente, los acuerdos no son perfectos, no permiten que todo el mundo gane, pero lo que los países, y en este caso la Unión Europea, tienen que hacer es una evaluación de que sus beneficios son inmensamente mayores que los perjuicios que puede haber, por ejemplo, para un determinado importador. En ésto hay también cierto mito, porque, por ejemplo, en nuestro país, en España, las importaciones de carne desde el Mercosur significarían algo así como un filete por persona al año. Es muy poco.

—Pero en el caso de Francia o de algunos otros países podría ser bastante más. ¿Piensa que los franceses podrían cambiar de posición?

—Es difícil que así sea, porque hay varias disconformidades que se concentran en el rechazo al acuerdo con el Mercosur, que no necesariamente tienen que ver con éste. Francia lleva ya varios años recogiendo un malestar de los sectores rurales, más que agrícolas estrictamente. En Francia hay, efectivamente, otras razones para la protesta y para el descontento, como puede ser la reforma del sistema de pensiones, con el alargamiento de la edad de jubilación. El debate famoso de los “chalecos amarillos” no era agrícola en sentido estricto, sino rural, de quienes viven en poblaciones alejadas, con un coste elevado de la energía para sus vehículos. Esto hace que, para el gobierno francés, sea políticamente muy difícil la aprobación de un plan, cuando además se ha hecho una especie de pandemonium con este acuerdo, como si fuera el máximo de los males para los franceses. Y esa exageración casi mitológica del acuerdo, hace muy difícil que Francia tenga una posición más objetiva sobre éste. Para nosotros es claro que los perjuicios de esas importaciones van a producir en Europa serán incomparablemente más inferiores que las enormes ventajas y la gestualidad política que representa el acuerdo.

—Los sectores agrícolas de Europa, ¿están aceptando o al menos ven con buenos ojos la propuesta de Meloni y otras autoridades europeas?

—Si se les pregunta a los representantes de los sectores agrícolas, van a decir que no. Ellos están haciendo campaña por el “no” al acuerdo con Mercosur. Hay que confesar que eso es así. Lo vemos en nuestro trabajo. Lo importante ahora es que Europa y Mercosur han dado una señal al mundo a favor del acuerdo y de la eliminación de aranceles, en un extraordinario gesto político, en plena conflictividad y tensión internacional sobre guerras comerciales y tecnológicas. Las dos partes se han puesto de acuerdo en la necesidad de una regulación ordenada del comercio de exportación y de importación mutuas, sin aranceles, además de un marco regulador para las inversiones respectivas. Ese es, para nosotros, el significado principal de este acuerdo.

—Uno de los temas que pesaba en contra eran los ambientales vinculados a los productos, incluyendo el uso de pesticidas, ¿piensa que se está superando esa barrera?

—Sí, han quedado bastante claro en el acuerdo los aspectos medioambientales en relación a los compromisos de París, abarcando temas de deforestación, pesticidas, etcétera, con la incorporación de un anexo negociado en el 2019. De manera que hoy podemos decir que ese anexo, que se ha aprobado, asegura la parte de los proveedores. No se podrán exportar a Europa productos derivados de espacios agrícolas producto de la deforestación. Entonces, el argumento político que damos quienes estamos a favor del acuerdo es que, sin el acuerdo, todo sería peor, porque si no hay acuerdo, no habría ninguna capacidad de influencia sobre esos países, mientras que con el acuerdo se puede asegurar que todos sigan comprometidos con los acuerdos de París. El acuerdo permite, justamente, influir para que no haya competencia desleal y que los compromisos internacionales en materia de cambio climático estén asegurados. Además, el anexo que se ha incorporado contempla la disposición para romper el acuerdo si esos compromisos no se cumplen.

—Hasta ahora, Austria, Polonia, Irlanda y sectores de Bélgica también se han pronunciado en contra del acuerdo. ¿Qué chances tiene Francia de lograr minoría de bloqueo para frenarlo?

—No está claro quiénes se van a negar, nadie ha dicho nada todavía. Yo creo que Francia hará todo lo posible por articular una minoría de bloqueo, porque, ya lo ha dicho el presidente (Emmanuel) Macron, teniendo en cuenta la importancia política de su sector rural, no se va a limitar a decir que no y perder. Había mucha resistencia en Austria y en Países Bajos por los asuntos climáticos, pero esos obstáculos han sido superados por la incorporación del anexo sobre el que hablábamos. Por tanto, yo creo que ni en Austria, ni en Bélgica, ni en Países Bajos van a presentar mayores dificultades. Quizás puede haber problema en los sectores agrícolas quizás en Irlanda (que es el quinto exportador mundial de carne vacuna) y en Polonia. Yo no oculto que los filtros que hay que superar tanto en el Consejo como en el Parlamento Europeo no van a ser fáciles, que va a haber una batalla política, una dialéctica a propósito de estos temas muy fuerte. Pero mi convicción es que Europa, y el gesto de la señora Von der Leyen viajando a Montevideo para aprobar formalmente el acuerdo, esa foto histórica de ella junto a los cuatro presidentes de Mercosur, me parece que explica no solamente la valentía de presidenta de la Comisión Europea, sino la convicción de que Europa lo va a aprobar.

Javier Milei, Luis Lacalle Pou, Ursula Von der Leyen, Lula da Silva y Santiago Peña.
Javier Milei, Luis Lacalle Pou, Ursula Von der Leyen, Lula da Silva y Santiago Peña, luego de la firma
Foto: AFP

—¿Cómo ve a Uruguay en relación al acuerdo y sus exigencias?

—Uruguay es un país “toda garantía”. Es el país más estable, con la mayor seguridad jurídica y el marco jurídico-político más definido de esa región. Por tanto, consideramos que con Uruguay no solamente no va a haber ningún problema, sino que, por el contrario, el funcionamiento del acuerdo va a ser excelente.

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El español Ramón Jáuregui defiende el acuerdo UE-Mercosur.

—¿Qué plazos están estimados para ello?

—Lo primero es que el Consejo que integra a los 27 países de la Unión Europea, lo apruebe como, muy pronto, durante el verano europeo, alrededor de junio de 2025. Antes, hay que traducir el acuerdo a las lenguas europeas y eso implica trámites legales complejos. Después tiene que aprobarlo el Parlamento, el cual a su vez tiene un período de unos tres meses para hacerlo. Por tanto, hay que pensar que el acuerdo pueda ser ratificado por Europa alrededor de fines de 2025. A partir del momento de la aprobación por el Parlamento Europeo, el acuerdo comercial entra en vigor, no el acuerdo de cooperación y asociación política, porque éste necesita la ratificación de todos los parlamentos nacionales. Hay que tener en cuenta que el acuerdo comercial establece graduaciones para la entrada de la liberación de aranceles, es decir, no se liberan todas de un día para otro, sino que dependerá de cada sector y producto. Por ejemplo, hay 350 productos cuya denominación de origen se van a garantizar, y cada uno de ellos tiene un plazo diferente de liberación. Desde ya, cada país se está preparando para cumplir con todas las exigencias.

 

Global Gateway en marcha

—La Fundación Euroamérica ha extendido sus actividades de colaboración con la Comisión Europea para ayudar en la agenda de Global Gateway. Ese programa, si bien es algo aparte, ¿podría verse favorecido con el acuerdo UE-Mercosur?

—Global Gateway es una agenda de proyectos que se tienen que realizar en América Latina en los próximos diez años. Abarca grandes obras de infraestructura que la UE ha incluido en una lista de 130 proyectos aprobados, en colaboración con las autoridades de los países latinoamericanos, que también van a impulsar su implementación. Pues bien, el acuerdo UE-Mercosur es algo totalmente diferente, pero establece un marco que favorece extraordinariamente esas inversiones del Global Gateway, que son de capital de las grandes empresas europeas. El acuerdo UE-Mercosur establece un marco regulado, garantista, seguro, de inversiones respectivas; por tanto, en la práctica, va a permitir un desarrollo más razonable de todas las inversiones europeas en los países de Mercosur.

 

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