Redacción El País
La creencia de que las personas que recibenasistencia social del Estado “son vagas” y “carecen de voluntad”, es una idea que se da en la sociedad y Uruguay no es la excepción. Pero, esta antipatía por parte de la sociedad provoca un aumento en los sentimientos de vergüenza y humillación de los beneficiarios de la asistencia social estatal.
Esa fue la principal conclusión a la que arribó la investigación económica “Estigma de bienestar después de la adopción: evidencia de transferencias públicas de efectivo en Uruguay”, elaborada por el economista e investigador del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (Iecon-FCEA), Rodrigo Nicolau.
En la investigación, Nicolau constató que los dos principales programas de transferencias de efectivo no contributivas de Uruguay: Asignaciones Familiares-Plan de Equidad (AFAM-PE) y la Tarjeta Uruguay Social (TUS), tienen efectos estigmatizadores en sus beneficiarios, en comparación con un grupo de no beneficiarios similares que solicitaron los programas. El trabajo había sido consignado previamente por El Observador.
En el primer caso, AFAM-PE consiste en una transferencia de efectivo condicionada, dirigida a hogares socioeconómicamente vulnerables con hijos menores de 18 años o mujeres embarazadas. Su monto mensual equivale a unos US$ 49 (11% del Salario Mínimo Nacional -SMN-) para el primer hijo beneficiario y su cobertura es generalizada, alcanzando aproximadamente al 15% de los hogares (37% de los que tienen hijos menores de 18 años) al 2017.
En tanto, TUS es una transferencia incondicional que se entrega a través de una tarjeta magnética, la cual está restringida a la compra de bienes de primera necesidad, dirigida a la población más vulnerable del país. Su monto mensual equivale a unos US$ 33 (8% del SMN) para el primer hijo beneficiario, mientras que tiene una cobertura menor, alcanzando alrededor del 6% de los hogares (15% de los que tienen hijos menores de 18 años) al año 2017.
Para analizar si estos programas niegan o promueven la vergüenza y el estigma, la investigación adoptó una estrategia de identificación que aprovecha la regla de asignación a AFAM-PE y TUS, y utilizó los datos de registros administrativos (2008-2010), así como una encuesta de seguimiento detallada (2016-2018) que incluye preguntas específicas sobre los sentimientos de vergüenza y humillación.
De acuerdo con el estudio, los índices compuestos de vergüenza interna y humillación externa se construyen y utilizan como resultados del estigma personal y social, respectivamente. Mientras que el primero se relaciona con el sentimiento personal de la propia identidad autodevaluada y podría estar relacionado con el estigma personal, el segundo implica la percepción de devaluación de la identidad, proveniente de otras personas que se relaciona con el estigma social.
Los principales resultados de la investigación constataron que ser beneficiario de estos programas “aumenta los sentimientos de vergüenza y humillación de sus destinatarios”, aunque se registraron diferencias entre ambos instrumentos.
“Existe evidencia que sugiere que AFAM-PE solo aumenta el sentimiento de vergüenza interna, mientras que no tiene ningún efecto sobre la humillación externa”, señaló la investigación. En tanto, afirmó que la investigación arrojó “evidencia contundente que indica que en los beneficiarios de TUS aumenta tanto la vergüenza como la humillación”.
Los resultados sobre la vergüenza fueron “significativos al nivel de confianza del 95% en ambos programas”, indicó el informe, mientras que los resultados sobre la humillación en TUS fueron significativos al nivel del 99%.
“Estos resultados simplemente implican que el efecto de AFAM-PE sobre la vergüenza aumentaría la media” para el grupo no elegible en un 99%, moviendo a un individuo del percentil 53 al 70 en la distribución de la escala de vergüenza en la muestra de dicho programa. Mientras tanto, el efecto de TUS sobre la vergüenza (humillación) aumentaría la media de no elegibles en un 150%, moviendo a un individuo del percentil 48 al 75 en la distribución de la escala de vergüenza en la muestra de este programa.
“Ambos programas tienen efectos estigmatizantes sobre el bienestar de sus beneficiarios y específicamente efectos estigmatizantes personales, ya que ambos aumentan el sentimiento interno de propensión a la vergüenza”, según el estudio. Además, detectó que ese efecto es más fuerte para los beneficiarios de TUS que para AFAM-PE.
Entre los motivos que podrían explicar las diferencias entre ambos programas, la investigación sugirió que el hecho de que AFAM-PE sea “menos estigmatizante” podría ser “porque tiene una trayectoria más larga y una cobertura más amplia que TUS”. Mientras que una posible explicación del “mayor efecto de humillación externa de TUS”, podría ser que dicha tarjeta hace que los beneficiarios sean más visibles entre sí en el ámbito público, dado que la tarjeta magnética TUS se etiqueta mostrando que pertenece al plan social del gobierno. “Esto podría potencialmente hacerlos más propensos a estar expuestos a situaciones de discriminación en las que sentimientos externos de estigmatización, como la humillación, pueden surgir con mayor frecuencia, por ejemplo, al usar la tarjeta para ir de compras a las tiendas de comestibles” según algunos testimonios de los beneficiarios, señaló el estudio.
Sugerencias al gobierno
El investigador señaló que “los formuladores de políticas deberían considerar cuidadosamente la posibilidad de que las políticas gubernamentales diseñadas para aliviar la pobreza, puedan tener efectos secundarios no deseados relacionados con la vergüenza, la humillación y el estigma percibidos por sus beneficiarios”. En este sentido, sugirió enmascarar la tarjeta de alimentos TUS y hacer que su transferencia no sea visible para otros, lo que “podría ayudar a evitar encuentros externos humillantes y discriminatorios”. Asimismo, sugirió que enmarcar los beneficios como un “derecho” al que deberían acceder las personas, especialmente cuando hay niños involucrados, “podría ayudar a aliviar los sentimientos internos de vergüenza”.