Muchas personas solicitan o aceptan el envío de una tarjeta de crédito sin meditarlo previamente. ¿La necesito de verdad? Algunos suelen hacerse esa pregunta, pero para otros tener este plástico en la billetera o cartera puede ser una solución rápida para realizar compras que tal vez no están a nuestro alcance en ese momento y pagarlas en cuotas. Asimismo, la solicitud de la misma puede basarse en la necesidad de pagar cuentas y llegar a fin de mes, aunque a la larga puede traer más problemas si no aprendemos a saldar esas deudas.
Por ello, en este Finanzas de Bolsillo analizaremos todo lo que hay que saber a la hora de obtener una tarjeta de crédito: datos personales a proporcionar, la importancia de la letra chica, ciclos de facturación, vencimientos y más.
Antes de obtener la tarjeta, el cliente debe proporcionar una serie de datos personales al banco para que desde allí determinen si uno está apto o no para recibirla. Juan Manuel Gasparri, gerente de Banca Persona del Banco Santander, dijo a El País que para obtener una tarjeta de crédito es necesario ser mayor de 18 años. Asimismo, el cliente debe presentar su documento de identidad, constancia de domicilio y sus ingresos percibidos, que luego se comprueban a través de un recibo de sueldo o certificación de ingresos.
Como mencionamos anteriormente, existen fragmentos de la letra chica de los contratos que firmamos al aceptar tarjetas de crédito que no muchos se detienen a leer o interpretar, más allá de que nadie quiera tener problemas financieros o generarlos en su círculo familiar.
Algunos de estos fragmentos que pueden ser pasados por alto son las comisiones, cargos, ciclos de facturación, vencimientos, etc.
Antes de adentrarnos en ellos, cabe destacar que todos los costos asociados a los productos bancarios se suelen encontrar en la cartilla de productos, disponible en la página web del banco que se desee formar parte.
Sin embargo, Gasparri explicó de qué se componen estos fragmentos que se suelen pasar por alto. Luego del primer año de uso, la tarjeta tiene un costo anual de renovación. A su vez, la comisión entra en juego si el cliente opta por tener en modalidad física el estado de cuenta de su tarjeta, aunque puede recibir el mismo por mail y en ese caso no tiene costo.
Asimismo, las comisiones también están vinculadas con los servicios prestados por las entidades emisoras, como la emisión original o la reimpresión de la tarjeta por robo, mal estado o destrucción, renovación, mantenimiento, administración y procesamiento de la cuenta.
Si el cliente realiza gastos en el exterior, la tarjeta genera gastos administrativos, como también comisiones asociadas a las operativas de retiros de efectivo, por ejemplo.
En ese marco, Gasparri destacó que es clave ser “conscientes de lo importante que es tomar decisiones informadas y adecuadas en las finanzas”, ya que “la educación financiera se presenta como un elemento de mucho valor”.
Por ello, manifestó que en Santander han desarrollado el ciclo “Finanzas ATR”, un programa que enseña a las personas a manejarse mejor con su dinero (entre otros temas).
Otro ítem a tener en cuenta a la hora de obtener una tarjeta de crédito son los cargos. Son aquellos servicios que prestan terceros y que el banco emisor de la tarjeta traslada a cada cuenta de manera indirecta. Aún así, cada persona tiene el derecho de exigir que los servicios sean debidamente detallados para conocer su monto exacto, ya que el banco no debería cobrar cargos que no hayan sido autorizados previamente.
En ese marco, Gasparri sostuvo que las tarjetas de crédito Santander están 100% bonificadas durante el primer año, pero que luego tienen un costo de administración anual que se abona en tres cuotas sin recargo. Algo similar sucede con otros bancos.
Robo y límite disponible en las tarjetas de crédito
Muchos suelen preguntarse qué pasos se deben seguir si les roban la tarjeta de crédito. En ese sentido, Caballero dijo que el cliente es responsable por tener la tarjeta consigo y, en caso que la misma sea extraviada o hurtada, debe realizar la denuncia en el banco y en la comisaría a la brevedad. La cobertura por las compras indebidas realizadas con la tarjeta perdida o robada aplica desde el momento en que se realiza la denuncia. A su vez, para mitigar este eventual riesgo, desde el banco ofrecen a sus clientes una serie de herramientas, como el bloqueo desde la web y un seguro que evitarán cualquier inconveniente de este tipo.
En el caso de Santander, Gasparri dijo que el hurto o extravío debe notificarse lo antes posible, comunicándose por teléfono (discando el número 132 en cualquier día y horario del año) para así poder bloquear la tarjeta y evitar la realización de compras fraudulentas. Adicionalmente, el bloqueo preventivo de las tarjetas de crédito se puede gestionar desde los canales digitales del banco, como por ejemplo desde App móvil plus o app Mi tarjeta.
Por otro lado, en el caso de pasarse del límite que la tarjeta de crédito le brinda al usuario a la hora de gastar, Yáñez destacó que si un cliente se queda sin disponibilidad en su tarjeta de crédito, en ese caso desde Itaú se puede solicitar por los canales digitales (app o sitio web) un aumento transitorio de hasta el 50% del límite hasta 60 días.
Se destaca también el estar atento a los ciclos de facturación y vencimientos. Para evitar pasarse de la fecha de pago de la tarjeta, existen varias opciones que nos pueden ayudar. Leticia Caballero, analista de negocio del área Medios de Pago de Itaú, dijo a El País que es recomendable fijar una fecha de vencimiento próxima a la recepción de nuestros ingresos. Este banco, por ejemplo, cuenta con aviso de vencimiento por mensaje de texto y correo electrónico para ayudar al cliente a recordar su fecha de pago, ya que no pagar en fecha puede traer consecuencias a corto plazo. ¿Qué tipo de consecuencias? La generación de intereses o a largo plazo hasta se puede dar la inhabilitación de la tarjeta o repercusiones al solicitar un nuevo producto crediticio.
Por otro lado, aunque no se hagan compras en el mes existe el pago mínimo de la tarjeta. Álvaro Yáñez, analista de negocio del área de Medios de Pago de Itaú, explicó que si el cliente no tiene saldo del mes anterior, no es mes de renovación de la tarjeta y no realizó compras en el período en cuestión, no tendría que pagar y, por ende, no tendría pago mínimo de la tarjeta.
“El pago mínimo es un monto que por lo general es menor al saldo total y se calcula teniendo en cuenta los intereses devengados hasta la fecha prevista para efectuar el pago mínimo, los cargos por uso y mantenimiento y un porcentaje del capital adeudado. Hay que tener en cuenta que al realizar el pago mínimo, aumenta el tiempo que llevará pagar la deuda y generará un costo más elevado”, agregó.
El País también consultó si las tarjetas de crédito generan intereses derivados por su uso. En ese marco, Yáñez dijo que depende, ya que si el cliente la usa todos los meses y el día del vencimiento o antes cancela el saldo total, nunca va a pagar ningún tipo de interés.
“En estos casos, los emisores de tarjetas están concediendo un crédito sin intereses a sus clientes. Ese crédito es utilizado desde el día de la compra hasta el día de su vencimiento y no genera intereses. Sin embargo, si el cliente opta por pagar menos del saldo total, ahí sí se generan intereses. Pueden ser compensatorios o de financiación, como también el de adelanto en efectivo (se aplica cuando se utiliza la tarjeta de crédito para extraer dinero)”, explicó.
¿El uso excesivo de la tarjeta de crédito puede afectar nuestras finanzas?
Consultadas sobre esta problemática (problema común entre los jóvenes), Alessandra Crosignani, economista y formadora financiera de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) opinó que con medios de pagos menos tangibles (como las tarjetas de crédito), los resultados de las investigaciones de la economía comportamental confirman que tendemos a gastar más. “Cuando usamos efectivo la tangibilidad es absoluta y tenemos una muy buena idea visual de cuánto estamos gastando: el cerebro experimenta la pérdida de dinero, algo que al cerebro no le gusta. Pero a medida que la experiencia de pago transita hacia lo intangible, el dolor del desprendimiento disminuye: el cerebro recibe la gratificación del producto adquirido y siente menos el desprendimiento del dinero porque se realiza con un medio de pago casi intangible”, explicó. La coordinadora del Programa de Planificación Financiera en BECA Advisors, Marcela Romero, cree que también puede afectar nuestras finanzas. “La ilusión de que puedo gastar más de lo que genero me lleva a que, cuando llega la fecha de pagar lo que debo, tenga que pagar el monto mínimo o menos del total de la deuda. De esa forma voy a estar alimentando una bolsa de deudas con intereses que suelen ser muy onerosos”, dijo.