Gustavo Stok/Buenos Aires
La profundización de la crisis que sufre la economía argentina viene abonando el terreno para el crecimiento de propuestas extremas de cambio en detrimento de reformas más graduales. En ese marco, la promesa de dolarización de la economía formulada por el candidato ultraliberal Javier Milei se instaló como uno de los ejes de debate en Argentina de cara a las elecciones presidenciales del 22 de octubre.
En medio de niveles de inflación que ya superan el 100% anual y de expectativas de una aceleración para los próximos meses, la propuesta de dolarización es percibida por un segmento de la población como la única alternativa disponible para frenar esa inercia. De acuerdo a un sondeo de la consultora Zuban Córdoba & Asociados, si bien un 61,7% de los encuestados rechaza la dolarización, un 29,2% la apoya.
“Una parte de la población escucha que con la dolarización se terminaría la inflación de un día para el otro y compra esa solución mágica. Además, está la idea que los sueldos pasarían a cobrarse en dólares. Lo cierto es que, con dolarización o sin ella, Argentina tiene que encarar una serie de reformas que van desde la fiscal a la laboral, entre otras. La pregunta es: si se implementan esas reformas, ¿para qué se querría entonces una dolarización?”, dijo a El País el economista Miguel Kiguel, director ejecutivo de la consultora Econviews, de Buenos Aires.
A contramano de esos cuestionamientos, Milei, quien se define como un anarco capitalista, avanza con su propuesta. Para él, la dolarización sería la consecuencia de otras dos de sus promesas de campaña: la eliminación del Banco Central y el paso a un sistema de libre competencia de monedas. Con el argumento de que el Banco Central es un mecanismo por el cual “la casta” política estafa a la gente, Milei viene repitiendo que la economía argentina podría funcionar mejor sin una autoridad monetaria, tal como lo hizo hasta 1935.
“Yo no hablo de dolarización, sino de competencia de monedas. Los argentinos ya eligieron el dólar de moneda, (con lo que) lo más probable es que para la liquidación del Banco Central se utilice el dólar”, argumentó en uno de sus más recientes discursos.
Ese planteo es relacionado por muchos argentinos con el régimen de convertibilidad implementado en los 90. Si bien en aquel esquema el peso continuó siendo la moneda de curso legal, la base monetaria estaba respaldada por el equivalente en dólares en las reservas del Banco Central.
Ese rígido régimen cambiario atado al dólar derivó con el tiempo en profundos impactos sociales como el fuerte incremento del índice de desocupación y en severos desajustes macroeconómicos que terminaron con el estallido de 2001. Sin embargo, la convertibilidad logró reducir en forma drástica la inflación, el principal problema de la mayoría de los argentinos, según la unanimidad de las encuestas.
Ese recuerdo parcial es el principal factor que vuelve atractiva a la dolarización para un sector de la sociedad.
“La dolarización es una solución para eliminar la inflación de cuajo, un problema que Argentina no ha logrado resolver. El problema central de la economía argentina es que tiene demasiado Estado, demasiadas regulaciones, demasiados impuestos y la economía está muy protegida y cerrada al comercio exterior. Por sí mismas, esas reformas no son apoyadas mayoritariamente por el electorado, pero sí tienen respaldo las propuestas para reducir la inflación. En ese contexto, la dolarización sería la llave política para hacer todas esas reformas”, dijo a El País Emilio Ocampo, economista y profesor de la Universidad del CEMA, en Buenos Aires.
Ocampo, coautor del libro “Dolarización, una solución para la Argentina”, es uno de los economistas a quien Milei consulta para la estrategia de cambio del régimen monetario.
El principal argumento de quienes rechazan la dolarización está atado al valor que debería alcanzar el dólar para implementar ese esquema.
Para dolarizar la economía, se requeriría convertir de pesos a dólares toda la base monetaria –el dinero circulante más los depósitos en los bancos- y los pasivos remunerados del Banco Central. Con eso, el tipo de cambio de conversión resultaría de la división entre los pesos que hay en la economía y los dólares que quedan en las reservas del Banco Central.
Las estimaciones sobre ese número final son divergentes, pero la mayoría de los economistas coincide en que una dolarización requeriría de una fortísima devaluación del peso antes de ser implementada.
Según un informe publicado en abril por la Consultora 1816, que suele asesorar a entidades financieras, para recomprar la base monetaria y los pasivos del Banco Central, y dolarizar la economía a un valor de 400 pesos argentino por dólar –una cotización cercana a la actual de los tipos de cambio paralelos-, se necesitarían US$ 44.750 millones. Sin ese ingreso extraordinario y si solo se usaran las reservas netas, el tipo de cambio debería trepar a 9.944 pesos argentinos, esto es, 44 veces más que el actual tipo de cambio oficial.
Pagos en yuanes para preservar las reservas
Argentina pagará en yuanes las importaciones provenientes de China, con el objetivo de preservar sus reservas internacionales, según el ministro de Economía, Sergio Massa. "El país podrá programar un volumen de importaciones en yuanes por el (equivalente a) más de US$ 1.000 millones a partir del mes que viene, que reemplazarán el uso de dólares de la Argentina" para esas operaciones comerciales con China, anunció Massa en una declaración junto al embajador chino en Buenos Aires, Zou Xiaoli. AFP
Otras proyecciones arrojan cifras menores. Por caso, Hernán Lacunza –exministro de Economía durante la última etapa del gobierno de Mauricio Macri- estimó un tipo de cambio de conversión en torno a los 3.000 pesos argentinos. En cualquiera de los escenarios, el fuerte shock devaluatorio previo a la dolarización agravaría el actual panorama social que presenta a más del 40% de los argentinos con ingresos por debajo de la línea de la pobreza.
Para contrarrestar esas objeciones, Milei señaló el miércoles pasado que podría dolarizar a un tipo de cambio de 480 pesos argentinos. Si bien afirmó que para rescatar la base monetaria y las Letras de Liquidez (Leliq) necesitaría conseguir unos US$ 30.000 millones, se mostró confiado en obtener buena parte de ese monto con los bonos del Tesoro que el Banco Central tiene en su cartera.
Mientras Milei cree que un eventual gobierno suyo haría que aumente la confianza en la economía argentina y, con eso, que haya mayor demanda por esos bonos, otros economistas son muchos más escépticos.
Lejos de esos cruces, para Ocampo, “la cuenta sobre a qué tipo de cambio se podría dolarizar la economía argentina es irrelevante. La dolarización se puede hacer a un tipo de cambio de mercado una vez que se libere el cepo cambiario, y que la oferta y demanda de dólares interactúen libremente. Ese no es el caso de hoy, con lo que no tienen sentido los números ridículos que se están diciendo en el mercado”.
En cualquier caso, de implementarse la dolarización -un esquema que solo fue adoptado por Ecuador, El Salvador y Panamá en América Latina-, habría otros efectos para la economía argentina además del salto del tipo de cambio.
Por un lado, implicaría que el estado resigne el manejo de la política cambiaria y monetaria. Por el otro, provocaría un cambio completo en el funcionamiento de los bancos, que se transformarían en una mera caja de seguridad. Además, dado que la dolarización requiere convertir toda la oferta monetaria de pesos a dólares, incluidos los depósitos, su implementación requeriría de cambios en el Código Civil y en otras leyes, reformas para las que Libertad Avanza –el partido liderado por Milei- no contará con los apoyos parlamentarios suficientes aún si ganase la elección en octubre próximo. Ante eso, Milei suele afirmar que recurriría a la figura del referéndum vinculante y a la consulta popular.
"Le venden a la gente algo soñado, pero no hay magia"
La promesa de la dolarización, sumado al desgaste del oficialismo por la dura crisis económica y al de Juntos por el Cambio –la principal alianza de oposición- por sus tensiones internas, le está permitiendo a Milei crecer en los sondeos al punto que ya no se descarta que pueda llegar a un eventual ballotage.
Sin embargo, esa propuesta de cambio de régimen económico, sumada a otras aún más polémicas como la de permitir la libre venta de órganos y la libre portación de armas, además de la supresión de la obligatoriedad en la educación, también vienen despertando crecientes rechazos.
Tras la larga serie de atajos que han venido tomando los gobiernos en Argentina para evitar encarar reformas de fondo en la economía, la dolarización podría convertirse en un eslabón más de esa cadena. “Para dolarizar se necesitan dólares. Se requiere tenerlos o que alguien los preste. Argentina no los tiene y nadie le presta. Por lo tanto, no es aplicable una dolarización hoy en Argentina. Le venden a la gente algo soñado, pero en economía la magia no existe”, dijo Kiguel.