NEGOCIOS

En la fábrica alemana de Daimler, la casa matriz de Mercedes-Benz, los destornilladores no son convencionales. Están equipados con sensores «inteligentes» que recogen información, por ejemplo, cómo los utilizan los operarios e incluso alertan cuando éstos ejercen demasiada presión sobre un tornillo con la herramienta. No es un simple detalle; toda la planta está «sensorizada» y es una usina de datos que permiten a las personas tomar decisiones que optimizan recursos y evitan desperfectos. Allí, los humanos se ocupan de tareas más estratégicas para el negocio, mientras que los robots ejecutan las labores más repetitivas y mecánicas.

Este proyecto es solo uno de los varios que lidera en el mundo Telefónica Tech, el brazo de soluciones B2B (business-to-business) enfocadas en transformación digital que ofrece la multinacional española de telecomunicaciones, Telefónica.

Telefónica Tech funciona como «paraguas» de dos compañías: una dedicada a ciberseguridad y cloud y otra especializada en Big Data e Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Ambas ramas venían logrando en los últimos años dos áreas de «crecimiento muy diferencial» -a tasas de doble dígito- y con un gran potencial de futuro, dijo Mario Silva, director de Estrategia de Telefónica Tech, en una charla que ofreció a medios de Hispanoamérica invitados por Telefónica para conocer su sede en Madrid.

Estos argumentos fueron razones suficientes para que Telefónica decidiera en 2019 crear esta nueva empresa que sirviera como uno de los pilares para la expansión del negocio.

El grupo está centrando sus esfuerzos en brindar sus servicios de telecomunicaciones, pero también en reinventarse. Si antes el corazón de su negocio estaba en los ingresos por las llamadas de larga distancia y la telefonía fija, ahora pasó a «inventar cosas nuevas como áreas de Big Data, IoT e infraestructura», destacó Eduardo Navarro, director de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Telefónica.

«Más que anticipar el futuro, hay que crearlo a partir de herramientas estratégicas», remarcaría luego el ejecutivo al participar del Congreso Mundial de Medios celebrado en Zaragoza, donde El Empresario estuvo presente.

El desempeño actual de Telefónica Tech confirma las previsiones del grupo: los ingresos de la compañía rondan los 1.200 millones de euros en el último año (medido a junio pasado) y creció un 72% en el primer semestre de 2022 comparado con igual período de 2021. A su vez, la empresa emplea a 5.500 personas alrededor del mundo (más de 2.000 trabajan en Madrid) de más de 30 nacionalidades.

El negocio B2B de Telefónica atiende a más de 5,5 millones de clientes de 175 países tanto del sector público como privados, que operan en industrias como finanzas, industria, energía, salud y retail. La compañía se presenta como un «integrador de tecnología», un rubro donde tiene competidores de la talla de Globant, entre otros.

Las soluciones de Telefónica Tech tienen diversas aplicaciones: ayudan a los clientes a pasar sus sistemas de TI completamente a la nube, previenen y actúan en el área de ciberseguridad, implementan herramientas y plataformas alineadas a las tendencias del futuro del lugar de trabajo, otras se centran cloud y conectividad segura, o en el desarrollo de negocios digitales de 360° e IoT y blockchain.

El retail es uno de los sectores donde Telefónica Tech demuestra su músculo tecnológico.

La compañía ha ayudado al gigante de la moda, Zara, a transformar sus espacios comerciales en «tiendas inteligentes», contó Silva. En Madrid funciona un local de la marca donde los visitantes no necesitan tomar las prendas de los estantes para ver cómo les quedan sino que pueden hacerlo a través de un probador digital. La pantalla funciona como un espejo donde la persona se ve reflejada y puede elegir cualquiera de las prendas de todo el catálogo de Zara; acto seguido, el producto escogido le llega por un sistema de transporte que conecta el depósito con el probador.

La inteligencia artificial también ha ayudado a customizar de manera sorprendente las tiendas de Duty Free en aeropuertos como Barajas. «Por ejemplo, cuando el sistema detecta que ha llegado un avión de un país árabe se reconfigura automáticamente la tienda para captar a los clientes según sus parámetros de consumo. Entonces, cambia la cartelería digital, los dependientes reciben una notificación en su smart watch del vuelo y el perfil de cliente para que se centren en una zona determinada de la tienda para poder vender los productos que gustan a ese público», relató Silva. También se pueden actualizar los precios y hasta la música que suena en el local.

«Es algo muy potente porque son herramientas de marketing en tiempo real adaptadas al público que visita la tienda. Y lo más relevante es que no necesitas a nadie para hacer eso, porque se basa en la información que extrae del entorno y es capaz de hacer adaptaciones de manera dinámica», destacó Silva. Estas soluciones, apuntó, no son el futuro sino que «ya están pasando y están cambiando los procesos productivos».

La transformación digital tiene, por otra parte, un componente social, señalaron en Telefónica. La compañía aborda este aspecto desde 42, un campus de formación en programación gratuito y abierto 24/7.

La metodología, nacida en Francia en 2013 y aplicada en España por Fundación Telefónica desde hace tres años, pone al alumno en el centro, ya que es él quien decide tanto la especialización de su preferencia como el ritmo y la profundidad del aprendizaje (el programa tiene 21 niveles de formación).

«El alumno decide no solo cuándo va a venir, con quién y qué estudiar, sino cuándo examinarse y cuándo trabajar», señaló Luis Miguel Olivas, director de 42 Fundación Telefónica. De allí que la frase que más escuchan los estudiantes sea: «It’s up to you» («Depende de ti»).

En 42 hay un equipo pedagógico, pero los alumnos se forman a través del intercambio con otros estudiantes a la hora de encarar trabajos y proyectos en equipo, donde además la «gamificación» y técnicas lúdicas de aprendizaje busca motivar a las personas para que «aprendan a aprender», comentó Olivas.

El programa no entrega al alumno un certificado oficial al terminar el curso porque no es una formación reglada. Sin embargo, sí ofrece un diploma que da constancia del nivel de aprendizaje alcanzado.

Para ingresar, los postulantes deben tener al menos 18 años (luego no hay límite de edad, el estudiante más veterano en 42 Madrid tiene 58 años). No se requiere conocimientos previos en programación (el 50% tiene nociones en el área, dijo Olivas).

Y aunque es gratuita, la experiencia no es para todo el mundo. Se requieren ciertas cualidades para superar «La piscina», el proceso de selección de candidatos. Consiste en un período de 26 días en los que los postulantes deben superar pruebas individuales y colectivas apelando a su capacidad de razonar, su creatividad y la búsqueda de soluciones en Internet.

En el camino, los candidatos deberán demostrar aptitudes como colaboración y tolerancia a la frustración. «Es un proceso que sirve a 42 para entender qué perfiles pueden trabajar y desarrollarse bien dentro de este sistema», explicó Carlos, un joven que trabajaba de mozo y ahora estudia programación en ciberseguridad. Él es uno de los 700 alumnos que hoy asisten a 42 Madrid. El programa tiene presencia además en Barcelona, Málaga y Urdúliz (País Vasco).

Un 40% de quienes entran en La piscina realizan el programa.

Como en Uruguay, la demanda en España de talento en tecnología supera a la oferta. Por ello, solo el año pasado 300 empresas recurrieron a 42 Madrid para incorporar personas que pudieran ayudarlos en sus desafíos digitales de negocios.

Sin embargo, no todos los alumnos están dispuestos a dejar estudiar por un empleo. El 43% de los estudiantes de 42 Madrid no quieren trabajar sino seguir formándose, comentó Olivas y agregó que la tasa de inserción laboral para quienes estudian en el centro es del 100%.

En 42 ven algunos desafíos para crecer. La participación femenina ronda solo el 20% del alumnado. Los responsables del centro notaron que las mujeres no se postulaban tanto como los hombres a llamados generales y que respondían mejor a convocatorias centradas en ellas. La razón, según Olivas, es que se sienten más contenidas si hay otras mujeres en el ámbito de estudio, ya que la tecnología es un sector predominantemente masculino.

Ahí hay otra oportunidad para seguir transformando la industria.