007

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Ian Fleming fue un periodista y escritor británico, que sirvió en los servicios de inteligencia del Reino Unido (1908-1964). Fue autor de una serie de novelas sobre James Bond. Un agente especial, con código 007, que significaba tenía permiso para matar. Esta condición está presente con otros ribetes en nuestra política nacional.

El Frente Amplio tiene dos propuestas. Una es la comunista -alineada con Cuba y Venezuela, que según la Ing. Cosse son “democracias”- y la otra es la del movimiento tupamaro, que usó el terrorismo para hacer del Uruguay una realidad castrista. Actualmente tienen una careta de “felices los niños”.

Los comunistas, fieles a su naturaleza depredadora alientan un plebiscito contra la última reforma de la seguridad social, proponiendo soluciones que implican una delirante modificación de la Constitución. Que pasaría a registrar entre sus reglas el monto de las jubilaciones, como si los montos de sueldos y los precios de bienes y servicios pudiesen determinarse mágicamente, por ponerles en el texto constitucional. Proponen, además, en el otro extremo, que de ser gobierno se les autorice a robarse casi 23.000 millones de dólares de fondos de pensión de activos y pasivos, actualmente depositados en fondos de pensión autónomos, que pasarían a ser administrados por Marcelo Abdala y Óscar Andrade entre otras personalidades, no se sabe con qué propósito.

Los tupamaros -por su parte- dicen no estar de acuerdo con este esperpento pero, al igual que a James Bond, en términos de preservar la aventura electoral compartida, le dan permiso para matar -en este caso- a la estabilidad nacional, a sus socios soviéticos. Esta propuesta si triunfa exigiría un acrecimiento monstruoso del gasto público para atender al alza de pasividades, lo que implica, además un aumento exponencial de impuestos sobre el trabajo y la producción nacional, más una reducción del gasto del Estado que -entre otras medidas- deberá bajar los sueldos de su actual plantilla de 300.000 empleados públicos. Es previsible una inevitable disparada de capitales al exterior, al ingresar Uruguay -actualmente paradigma de estabilidad continental- a la condición de “Uruzuela”. La iniciativa es esencialmente una vil trampa demagógica que aspira a cazar a incautos votantes (“¡me van a subir la jubilación!”), de cara al proceso electoral en curso.

Los recientemente publicitados números de la Intendencia de Montevideo hablan sobre las bondades de la economía filosocialista. Una vez más el ejercicio anual registró pérdidas. Y, el déficit acumulado supera los 400 millones de dólares. La recaudación entre contribución inmobiliaria, patentes de rodados y multas, entre otros rubros suma 808 millones de dólares (2,2 millones por día). Prácticamente la mitad (48%) se aplicó a retribuciones personales. Otro 36% a gastos de funcionamiento, y solo un 13% fue destinado a inversiones ¿Más claro? ¡échale agua!

Ante el tema más grave del país -las pasividades- comunistas y tupamaros no pueden ponerse de acuerdo. Como administradores la economía de la Intendencia capitalina les desnuda.

Y, vale agregar que sobre seguridad pública, otro tema relevante, el Frente por unanimidad se opone al plebiscito sobre la reforma constitucional a votar en octubre, que permitirá los allanamientos nocturnos, con autorización judicial, en la guerra contra el narco… ¿A qué están jugando?

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