Abrumado

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No sé por dónde empezar.

Enfrento al teclado y no tengo ganas de escribir.

Estoy abrumado por la cantidad de noticias duras de la última semana.

Recuerdo a mi profesor de escritura que recomendaba pensar siempre en el interlocutor imaginario, es decir, usted que está leyendo esta columna.

Lo imagino, igual que yo, preocupado y asqueado de las noticias de los últimos días. De las imágenes que hemos visto en los noticieros y las redes sociales.

¿Qué escribir sobre todo ello?

El ataque terrorista de Hamás fue espantoso como todo acto de terrorismo. Pero peor. Fueron asesinatos de niños, de mujeres, de jóvenes que disfrutaban de una fiesta electrónica. Violaciones, secuestros.

Dolieron y siguen doliendo.

Cómo dolió lo que vino después.

La discusión sobre las declaraciones y los comunicados.

El pase de factura porque uno dijo una cosa y el otro no dijo otra. La falta de consenso para lograr condenar un acto de barbarie y terrorismo y las justificaciones posteriores.

Como si matar, secuestrar o violar fueran más justificables por el reclamo por un pedazo de tierra o una ocupación. Se volvieron a alinear, aquí y en el mundo, en discursos de barricada olvidándose de lo importante: son vidas humanas las que se fueron, las que sufrieron.

No pudieron dejar de lado un minuto las diferencias y condenar lo atroz: un acto de terrorismo.

Alcanzaba con decirle en forma unánime no al terrorismo.

No pudieron.

De nuevo aparecieron algunos que hablaron del reclamo por la tierra, de la presunta ocupación, de otros hechos creyendo que mitigarían el horror y la barbarie cometida.

Eso pasó en el mundo y en nuestro país.

La segunda noticia de impacto fue la imputación, con prisión preventiva, de un senador. Actuó, por suerte, la Justicia. Independiente como la Fiscalía que llega a todos por igual en nuestro país.

El hecho duele, golpea, nos muestra lo peor de algo que sucede a la vista de todos.

Porque pasa en la calle, en las plazas, y sigue sucediendo. Jóvenes, menores de edad, mujeres y hombres, que se prostituyen. A la vista de todos. Las reacciones de nuevo parecen ser más un botín electoral que una propuesta de medidas para terminar con esto.

Hace rato que se festejan los procesamientos y condenas como si fueran goles.

A ti te procesaron al vicepresidente, al ministro de economía y el presidente del BROU.

Ahora es tu turno con un senador, el jefe de la guardia presidencial y algún otro.

¿No habrá que preguntarse cómo alguien que hacía leyes incurre en estas conductas por las que fue imputado? ¿Cómo no se detectó antes? ¿No habrá que atender la situación de los menores que se prostituyen a la vista de todos en los parques de Montevideo?

No.

Parece que lo importante es pasar factura porque es del otro partido.

Hace rato que se festejan los procesamientos y condenas como si fueran goles.

Festejar como un gol que esta semana se condenó al expresidente de la Ursec en el período pasado.

Porque es del otro.

Lo duro de la guerra en Israel y de la imputación del senador dejó en un segundo plano otros hechos como lo que pasa en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande.

Diez ediles, de una misma lista, de un mismo partido ingresaron sin concurso cuando el presidente fue candidato a intendente del mismo partido y sector.

El ministro que tiene que controlar que ello no suceda propone que los contratos de los mismos terminen con este período de gobierno.

No toma la decisión ni ordena a los representantes de nuestro país en la CTM que dejen sin efecto tales contrataciones. No. Propone que sigan en los cargos hasta el final del período. ¡Algunos dicen que renunciarán a su cargo de ediles!

El problema no es ese. Es su ingreso sin concurso a CTM.

Resulta claro que sí entraron, no uno ni dos sino diez ediles, de un mismo partido, de un mismo sector, que coincidentemente es el mismo que el del expresidente y del actual presidente de la CTM, lo que corresponde es dejar sin efecto dichas contrataciones en forma inmediata.

Pero no.

El ministro propone que sigan hasta el final del período.

Cuesta creer estas cosas.

Estimado interlocutor imaginario que está leyendo esta columna. Le agradezco haber llegado hasta acá y le pido disculpas por lo negativo de la misma. Le advertí al principio que no tenía ganas de escribir y estaba abrumado por las noticias duras y graves.

Es momento de ser claros.

Condenar a los terroristas de Hamás. A los que matan, violan y secuestran.

Celebrar que en nuestro país la Fiscalía y la Justicia son independientes. Al extremo que imputan a uno de los principales legisladores de nuestro Parlamento. Aplicando normas vigentes que son duras. Tendrá ahora el imputado la posibilidad de defenderse.

Hay que tomar acciones para atender la situación de menores que se prostituyen a la vista de todos en nuestros parques y calles.

Seamos contundentes en el rechazo del uso del aparato estatal con fines electorales o como premio por apoyos políticos.

Hagámoslo en forma clara y contundente.

Antes que aparezca alguno que diga que quiere terminar con una casta que, por suerte, aún no existe en nuestro Uruguay.

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