Aliados complicados

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Y era de esperar, llamaba la atención tanto silencio. Me refiero a las declaraciones del presidente del Pit-Cnt que en las últimas horas, le mandó un claro mensaje al gobierno.

Aunque es evidente que las de- claraciones del sindicalista, formuladas en Diamante FM el pasado miércoles, tienen un destinatario principal: el ministro de Economía, Gabriel Oddone.

Abdala anunció la oposición de la central sindical no solamente a la desindexación de los ajustes salariales, sino que pretende que se rebaje el IVA, revisar las remesas que envían al exterior las trasnacionales, y gravar la riqueza, aumentando el IRAE. Al tiempo que propuso derogar la ley recientemente aprobada sobre el trabajo en plataformas digitales. Al parecer la central sindical no dudará en movilizarse contra el actual gobierno si lo entiende justificado.

“A la riqueza hay que gravarla si queremos tener un país equilibrado”, opinó. Consideró que Uruguay es hoy “recontra desigual”.

Esta afirmación de Abdala, es una gran verdad. Uruguay es muy desigual. Y él lo dice con conocimiento de causa. ¿Por qué? Porque el hoy presidente del Pit-Cnt nunca trabajó (al menos en las últimas dos décadas) y dirige la central obrera del país. ¡Qué ironía! No ha sido el único caso en la historia reciente del sindicalismo uruguayo.

Abdala pontifica y arremete (sin nombrarlo) contra Oddone y el equipo económico de Gobierno que intenta dar una imagen de mesura y continuidad ante empresarios e inversores.

Lo grave es que, además, se cree con autoridad de condicionar a una administración de una fuerza política que integra. Cría cuervos y te quitarán los ojos.

De su actuación durante la anterior administración no es necesario hablar. No vamos a mencionar el episodio del choque y su intento de huida, pero todos tenemos presente el accionar de los dirigentes sindicales como él y del Pit-Cnt en su conjunto: desde la pandemia, pasando por la campaña contra la LUC y la reforma a la Seguridad Social, y a la hora de condenar la infame dictadura de Venezuela.

Es cierto que en estos temas, Abdala no estuvo solo. Su camarada más notorio es el hoy ministro de Trabajo, Juan Castillo. Ambos son miembros del Partido Comunista, ambos apoyan a Nicolás Maduro.

Es evidente que a Castillo lo han mandado callar, porque antes del 1° de marzo se había autoconstituido en el vocero del gobierno electo, mientras Abdala sigue dando rienda suelta a su trasnochado discurso y a sus propuestas chavistas.

La sensatez, el sentido común no han sido características del Pit-Cnt en las últimas décadas. Y si bien han actuado siempre como aliados del Frente Amplio, deberían manejarse con prudencia justamente cuando su socio político tiene la responsabilidad de gobernar y se encuentra en el comienzo de su administración.

Que el país tire por la borda los logros obtenidos no solo en los últimos cinco años, sino también en las administraciones del FA en las que Danilo Astori manejaba la Economía, no le sirve a ningún oriental bien nacido. El discurso de barricada, las propuestas imposibles, deberían dejarse para el acto del 1° de mayo. No falta tanto para ese día.

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