Aljibe perdido

Se descubrió uno de los antiguos aljibes del Cabildo al iniciar las obras para la instalación de un ascensor en el edificio, informó El País.

Uno de los requisitos esenciales para cualquier ciudad fortificada, como era San Felipe de Montevideo, era contar con un suministro seguro y suficiente de agua potable.

El primer núcleo de la ciudad se encontraba en las manzanas delimitadas por las actuales calles 25 de Mayo, Ituzaingó, Cerrito y Juan Carlos Gómez, próximas a la ensenada del Puerto Chico. La primera fuente de la población se encontraba a la altura de las calles Juncal y Piedras (que en 1730 se llamaba calle de la Fuente). Aquella fuente pasó a llamarse luego fuente de las Mascareñas.

Luego se agregaron otras fuentes dentro del recinto de la ciudad y próximas al mismo (por ejemplo, cerca de la Ciudadela). La preferida era la fuente de las Canarias, cerca del Portón Viejo, ubicado en la calle 25 de Mayo cerca de Bartolomé Mitre. Los buques se abastecían de agua en los manantiales de la Aguada. El gobernador José de Bustamante y Guerra propuso construir un canal desde el arroyo del Buceo, para abastecer la ciudad aun durante los períodos de sequía.

La demanda por agua aumentó. La construcción de las fortificaciones de la plaza dejó extramuros algunas de las fuentes. Con el tiempo las más antiguas comenzaron a derrumbarse. La población y prosperidad de la ciudad aumentó con el comercio marítimo. Para la década de 1784 las casas comenzaban a contar con sus propios aljibes. Sin embargo, el agua proveniente de la fuente de las Canarias siguió teniendo sus partidarios, escribió Pérez Castellano, por su agua purificada por la arena, el aire y el sol.

El Cabildo y Reales Cárceles necesitaban agua (especialmente estas últimas). En noviembre de 1797, el “Cabildo Justicia y Regimiento” de la ciudad resolvió agregar a las obras que se estaban realizando en su edificio, “en lo interior del Patio de esta Casa Capitular”, “un aljibe para recoger el agua de las azoteas, de que se sigue no tan solo el beneficio de tenerla en abundancia a mano para proveer de ella en todo tiempo a los Presos de estas Reales Cárceles y demás menesteres para la vida humana, sino también que concluido enteramente a costa de la cantidad de cuatrocientos y tantos pesos, quinientos, se descuenta en menos de cinco años el costo total de él, en atención a que anualmente se gastan ciento y ocho pesos de agua para la manutención de dichos Presos”. Por ese motivo acordaron “tenga efecto la fábrica de dicho aljibe, dándose inmediatamente principio a ella”. El aljibe fue construido en el patio del fondo.

El edificio del Cabildo Viejo estaba en ruinas. El arquitecto Tomás Toribio presentó su proyecto para un nuevo edificio, digno de la activa ciudad de San Felipe, en junio de 1804. La demolición total de lo existente comenzó en octubre. En 1805, escribió Pérez Montero, se “construyeron cimientos y muros para las cárceles, así como el aljibe”.

Las sucesivas crisis en los años siguientes determinaron que el edificio quedase sin terminar. En 1824 se realizaron obras para “la composición del aljibe” de la cárcel. Incluyendo la tapa con sus bisagras y zunchos.

El Cabildo y la cárcel tuvieron, entonces, varios aljibes. ¿Cuál de ellos fue el descubierto en estos días?

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