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Andar con la listita

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Hay en la vuelta un montón de temas que hacen ruido a causa de los cuestionamientos que plantean tanto el Frente Amplio como el Pit-Cnt.

Son temas resueltos con la aprobación de oportunas leyes. Asuntos que necesitaban ser atendidos y que exigían respuestas claras. Sin embargo, tanta agresiva oposición obliga a que el gobierno y los políticos de la coalición, se pongan a la defensiva cuando en realidad, más que retrucar correspondería sostener sin titubeos que lo hecho estuvo bien, que la solución ofrecida fue la correcta. Decirlo sin mezquindad, sin complejos ni culpas.

El Pit-Cnt quiere plantear ante la OIT su cuestionamiento a la ley de licencias médicas. El Uruguay entero sabe que con dicha ley se quiso terminar con el abuso desbordado que se hacía con las licencias por salud en el sector público y que como consecuencia implicaba un impresionante drenaje de dinero.

Para el común de la gente es evidente que si con tanta gente enferma, el Estado igual funciona, entonces no es necesario contar con toda ella.

Lo mismo pasa con la reforma jubilatoria. Mientras se siguen contando las firmas para corroborar si hay suficientes para convocar a un plebiscito, los políticos del oficialismo, sea cual sea el resultado del conteo, ya deberían estar defendiendo la ley. No solo desarmando la horrenda propuesta que ofrece la central sindical, sino exponiendo las ventajas de una ley aprobada con coraje, necesaria, y donde se hizo lo correcto. Es que también el Uruguay entero sabe que estando todavía en el gobierno, el Frente hablaba de la urgencia de una reforma en la misma línea que la aprobada. No se animó a hacerla.

En estos días el Frente Amplio divulgó un aviso que va más allá de las candidaturas internas y pasa lista minuciosa a los logros obtenidos en 15 años de gobierno.

¿Dónde hay una similar lista oficialista? Cada diputado, cada senador, cada dirigente barrial y departamental, debería tener una en el bolsillo, pronta para sacar y exponer cada vez que lo crea útil.

De hacerse esa lista, sería más larga que la frentista, y sobre cosas hechas en solo cinco años, no en tres períodos.

Basta mirar lo que ocurre en las redes para comprobar que la gente común que apoya al gobierno muestra más entusiasmo que los dirigentes. Esa no parece ser la actitud ideal para enfrentar una campaña donde, pese a la adhesión, persiste la idea de que el Frente Amplio tiene chances.

El oficialismo se siente achicado ante la divulgación casi epidémica de “chats”, como si realmente hubiera allí el embrión de algún escándalo.

No lo hay. Los grandes escándalos en realidad son frutos de torpezas menores. Si el canciller de ese momento hubiera salido a decir que no se puede dejar a una persona indocumentada, más allá de cual sea su situación penal, el ruido en torno al pasaporte de Marset hubiera durado tres días. El canciller optó por otra estrategia, culposa, entreverada, y así le fue.

Si Astesiano conversó con un jerarca policial sobre el comentado arsenal de la calle Burgues, habrá servido para un titular pero no pasó de ser una charla menor. Si quiso saber a dónde viajaba con sus hijos la esposa (recién separada) del presidente era para tener organizada su custodia, como correspondía. Si le pasó a Lacalle Pou un chimento sobre el sindicalista Abdala, no pasó de eso. Debe ser tanta la información, los rumores, los chismes y la maledicencia que le llegan a un presidente día a día sin que nada de ello sea relevante, que la discusión no da para más. A no ser que se tenga la decidida intención de transformar en escándalo lo que no es.

Un “chat” es, como dice el diccionario de Cambridge, hablar, tener una conversación, en forma amistosa e informal. No es un documento oficial, un memo secreto guardado en un sobre manila, sellado con cera y conservado en un cofre fort.

Durante la dictadura se suponía que intervenir los teléfonos era un espionaje ilegal. Ahora resulta que escucharlos (o sea espiar) y divulgarlos está bien. No en vano una exfiscal propone romperlos antes que entregarlos.

Los chats son chimentos. Otra cosa bien distinta son las rutas ampliadas y ensanchadas, los puentes construidos en rincones alejados, la transformación educativa, los positivos cambios introducidos en el país gracias a la LUC, la forma en que se manejó la pandemia y se enfrentó la sequía, la reducción del desempleo y la mejora en los niveles de ingreso.

Es verdad, sigue pendiente el tema de la seguridad. Decir que la situación mejoró y mostrar cifras que lo acreditan, no alcanza porque en este tema si las cosas no andan 100 por ciento bien, no andan. Las cifras sirven para mostrar que se tomó un buen camino. Pero recién debe celebrarse el día que la gente se sienta decididamente segura.

No tiene sentido, entonces, perder tiempo y enredarse en los chats. Lo que importa es la lista. La de los logros, claramente explicados, debidamente compartidos con la población: tan solo debe ser desplegada.

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