Hay para elegir, los problemas ferroviarios en Francia, justo ahora, o las proscripciones de candidatos dispuestas por Orsi, o a las elecciones en Venezuela. Sin duda, estas últimas. Ningún otro hecho acapara tanto la atención mundial. Los uruguayos estamos en una situación privilegiada pues tendremos un observador directo con acceso a todo lo que haya que acceder: Marcelo Abdala. Él nos pasará la precisa, nos cantará la justa sobre lo que pase, por encima de lo que informe la “cantidad” de observadores que hay y que destacó Fernando Pereira.
A nivel planetario parecen haberse despejado todas las dudas: no se trata de elecciones libres y ni cuentan con las mínimas garantías que pueden merecer llamarlas democráticas. Nada de eso. Son como creen que deben de ser los partidos comunistas de Cuba, Nicaragua, Uruguay y de Putin, Cristina y Carolina. Abdala reflejará la visión de toda esta banda. ¡Qué vergüenza!
Si alguna sospecha había, nunca faltan periodistas progresistas, burócratas y “comisionados”, trasnochados o no tanto, y “señoritos” del PSOE a la pesca, una por una fueron hechas añicos por el propio Nicolás Maduro. Y por si alguien no lo había entendido bien, lo sintetizó así: “si perdemos las elecciones habrá un baño de sangre”. ¡A la mierda!, hasta Lula se asustó. “Maduro tiene que aprender: cuando ganas te quedas, cuando pierdes te vas”, atinó el brasileño. Si no se lo dice Maduro, Lula no se había dado cuenta.
Esto de Lula, en lo que hace a la definición de nuestra imagen, nos vino bien: Orsi hizo suyas las palabras de Lula, al igual que su admirado Alberto Fernández, que fue designado y vetado por Maduro. Ahora sabemos por dónde vamos.
Pienso que Lula está algo lerdo, como que lo ha picado el bichito que lo picó a Biden. Siempre fue algo lerdo o se aferró ese papel: cuando asumió por primera vez tenía minoría en el Congreso y en unas semanas pasó a tener mayoría y él ni se lo preguntó. Con el tiempo se supo que su jefe de gobierno y mejor amigo compró con dineros públicos las “ voluntades” necesarias: su amigo y jerarca inmediato a él, fue preso. Pero él, nada: no sabe no contesta. Como presidente abrió caminos a la corrupción de varios gobiernos con la participación y protagonismo de una empresa muy amiga de Lula. Hubo varios escándalos, pero de Lula nada. Es más, cuando se retiró fue a vivir a un Triplex de lujo, que no era suyo, que no se lo prestaron, que no se lo alquiló a nadie, por el cual no pagaba ningún tipo de cargos e impuestos. Tocado por una especie de hada buena. La justicia por ese detallecito lo metió preso y ahí estuvo hasta que otra hada buena dijo que faltaba firmar no se qué formulario o algo así y lo liberó. ¡Ojo!: hablamos de “la referencia” en política exterior de Orsi.
Ahora, volviendo a Venezuela, todo venía bien: ¿qué fue lo que llevó a Maduro a dar ese alarido de seguridad y respaldo a generales y grupos de choque y al gobierno cubano? Aquí no va a pasar nada, quédense tranquilos, les dijo. Después Abdala nos va a informar al detalle. Se lo darán escrito.
Lo inesperado ha sido que contra todo, contra vientos mareas huracanes y tornados parece que los venezolanos van a votar y en contra de Maduro.
Qué va pasar hoy -este domingo-, ¿arrasará la oposición? Y Maduro qué hará. Todos pendientes. Y después, mañana, ¿qué?