Uno de los partidos políticos más antiguos del continente, la Alianza Nacional Republicana, el Partido Colorado del Paraguay, ha vencido en la elección presidencial de ese país. Con severa diferencia respecto de su principal rival, el Partido Liberal. Las encuestadoras “serias” pronosticaban un “empate técnico”. Pifiaron. Al igual que cuando hace poco vaticinaban la paliza en Brasil a favor de Lula da Silva, y el asunto terminó en un final cerrado con Bolsonaro, mostrando a una sociedad literalmente partida en dos. Por acá no es demasiado diferente. Con lejanía de los comicios por venir, hay oráculos que predicen el frente sindical y bolivariano eufóricamente opositor ganará las próximas elecciones. Mientras las demás fuerzas partidarias están abocadas al gobierno y lejos del armado de su propuesta electoral. “C’est la vie”, suele pasar que la vaca termina siendo toro.
Junto a un puñado de adherentes en la plaza “1º de Mayo”, en Montevideo, días pasados -mientras la unanimidad del país se movilizaba al sol haciendo turismo y cortando asado- se reunió la vanguardia de la oposición política -ganadora de los próximos comicios según la pizarra- bajo la batuta de los conocidos de siempre, profesionales de la protesta impenitente. Y rentada. Sueñan con retornar al gobierno y acomodarse en masa como lo hicieron en el pasado cercano. La jurisprudencia del Comité de Libertad Sindical de la OIT, registra pronunciamientos que afirman que el control político de la actividad sindical por un partido proselitista lesiona dicha libertad, porque las decisiones en vez de favorecer a los trabajadores, se ajustan a las conveniencias electorales de quienes están al frente de la organización partidaria ¿Alguien duda?
Pero… quizás estamos ante un núcleo de iluminados que avizoran soluciones maravillosas para el mañana, lo que justifica el pataleo sin tregua ante el gobierno de “la derecha”. Sus voceros más activos -Fernando Pereira y Marcelo Abdala- son sabelotodos. Nacieron sabios. No hay otra explicación, porque en materias que exigen especialización exigente y respecto de lo cual no hay muchas personas con idoneidad profesional para opinar, los citados sin decir “agua va” siempre meten una baza. Viejos ilusionistas, tienen un truco, se manejan con pocas palabras: “¡No!, ¡Estamos en contra!, ¡Nos matan de hambre! ¡Juegan para el malla oro!” Y alguna más. Un video que circula extendidamente en redes es elocuente. Ambos dirigentes, presiden y cierran una reducida reunión con Pereira exclamando con rostro de procerato: “¡Viva la revolución cubana!”. A lo que la claque responde con un: “¡Viva!”. Para agregar seguidamente un: “¡Viva Fidel Castro!”. A lo que la claque robóticamente larga otro “¡Viva!”. Al unísono. Pereira y Abdala se miran circunspectos con gesto del deber cumplido. Son monaguillos de una tiranía siniestra y opresora de un pueblo emigrante.
Ahora vociferan contra la reforma impostergable del sistema de seguridad social, tema crucial para la población, sin proponer nada a cambio. Y desconocen supinamente el tema uno de la realidad laboral actual: quien no se capacite ¡ya!, para la nueva era tecnológica es un analfabeto, que queda al costado del camino. Lejos de la lucha obrera del siglo XVIII, hay que ponerse al hombro a la Nación del siglo XXI, desafiada por un cambio laboral copernicano.