Buena nueva

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La reciente confirmación de Guillermo Tolosa, nuevo presidente del Banco Central del Uruguay, sobre la continuidad de la política monetaria es una señal alentadora. En un contexto económico de incertidumbre global, y pocas señales claras del nuevo gobierno, el mensaje del nuevo presidente del BCU destaca por su claridad y potencia.

Bajo la administración de Luis Lacalle Pou, y con Diego Labat al frente de la autoridad monetaria, el país experimentó una significativa disminución de la inflación, pasando de aproximadamente 8% al 5%.

Esta reducción fue gracias a la política monetaria rigurosa, moderna y creíble por sobre la de “los platitos chinos”.

La idea de que los precios aumenten 8% o 9% todos los años “estaba bien”, fue muy dañina y sintomática de cierta mediocridad de nuestras políticas públicas. No existe nada cultural ni genético en el Uruguay que nos inhiba tener una inflación mucho más baja y estable.

Lo único distinto que teníamos en Uruguay era la poca voluntad política de recorrer el camino que Chile, Perú y Brasil ya habían recorrido.

La decisión de continuar con esta estrategia desde el Frente Amplio indica un reconocimiento del éxito de una política otrora criticada, saludable cambio que muestra madurez. Previamente Uruguay se había acostumbrado a tener la inflación en niveles preocupantes, siendo la más alta de la región luego de Venezuela y Argentina.

Esta normalidad de “mediocridad inflacionaria” generó incertidumbre y afectó la competitividad de la economía. Porque si bien es cierto que en el corto plazo la lucha contra la inflación puede tener algún efecto sobre el tipo de cambio que no es positivo para la competitividad; en el mediano y largo plazo la inflación baja y estable es imprescindible para una economía competitiva como lo muestra la buena teoría y evidencia económica.

La disposición de mantener la política monetaria actual no es solo una cuestión de consistencia en las decisiones económicas, sino un mensaje claro sobre la búsqueda de la estabilidad en un entorno repleto de desafíos. Tolosa, y el ministro Oddone, dan una señal importante hacia dentro y fuera del gobierno.

Ahora será tarea del ministro mostrar que la política salarial, en la ronda de negociación colectiva, y la fiscal, en el presupuesto, son consistentes con este camino de certidumbres. De lo contrario, tendremos una política monetaria estricta y una salarial y fiscal expansiva lo que sí puede ser muy complejo para la competitividad de las empresas uruguayas.

Una columna aparte merecería la postura del director del BCU que fue oposición en el pasado período, luego de votar sistemáticamente en contra gira 180 grados sin que se le mueva un pelo para apoyar seguir haciendo lo que criticó durante cinco años. Una buena noticia que no quita el daño hecho sobre las expectativas.

En conclusión, la decisión de Guillermo Tolosa es un paso crucial hacia la consolidación de un Uruguay más estable y próspero. Se trata del único camino demostrado exitoso, aunque no exento de dificultades y costos de corto plazo.

Es una buena nueva que lo que Bergara y Berti dijeron durante cinco años solo haya sido juego político.

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