En nuestra nacionalidad destacan como cimientos “la pradera y el puerto”. La ganadería conoció un largo proceso histórico desarrollado por el sector privado y se expresa en el consumo interno y las exportaciones. El Puerto de Montevideo, un puerto natural, puntal del comercio fluvial y marítimo nacional desde los tiempos de la colonia, abrió la comunicación de la comunidad humana aquí establecida con el planeta. Ambos pilares suelen no estar instalados en la consciencia ciudadana.
Es habitual confundir la riqueza con el dinero. El dinero es una medida de valor de las cosas, un medio útil al intercambio de bienes y servicios, y a veces una posibilidad de conservar valor. Pero no sirve de nada más que como un papel si no le respaldan en concre-to la producción agropecuaria, las agroindustrias, la industria en general, el turismo, la distribución comercial, los servicios (puertos, finanzas, comunicaciones, etc.) de un país. Lo que es significativo respecto del Estado central que gasta y no produce riqueza. Sino que la extrae de la sociedad mediante impuestos. Que abonan los particulares y les aplica para atender cometidos esenciales como la justicia, las fuerzas armadas y la policía, y para sostener a servicios sociales como las pasividades, el desempleo, la salud y la educación pública.
La idea de izquierdas y derechas es anacrónica. Originalmente por la ubicación geográfica que ocupaban facciones políticas, en los cuerpos parlamentarios en Francia cuando la revolución de comienzos del siglo XIX, se calificaba como izquierda a los adversarios de la monarquía y como derecha a los partidarios de esta, y del poder absoluto de los reyes. En lo económico con el tiempo los predicadores del igualitarismo y el socialismo calificaron a su posición de “izquierdista”. Hoy la experiencia universal de comunistas, socialistas y populistas, signada por el avance de minorías despóticas sobre las libertades de los ciudadanos, llámense fascismo o progresismo, prueba que el progreso y la libertad está en las repúblicas que respetan los derechos humanos y en la que los gobernantes están limitados por los poderes de sus ciudadanos. República y economía libre, y derechos sociales sostenidos por una riqueza real consistente, hacen a los pueblos con mejor calidad de vida.
Días atrás en la Fundación de Cultura Universitaria, se presentó el libro “Libertad y monopolio en el Puerto de Montevideo”, cuyo autor es el Dr. Álvaro Diez de Medina, jurista que domina teórica y prácticamente el tema como pocos. Estaban presentes los expresidentes Julio M. Sanguinetti y Luis A. Lacalle Herrera. Y el catedrático Augusto Durán Martínez, encabezó la presentación del trabajo. Eje central del evento fue la Ley de Puertos, No. 16.246 (1992), dictada durante la presidencia de Lacalle Herrera. Ha sido una de las reformas estructurales más revolucionarias del país en el tiempo contemporáneo. Y, a poco de su vigencia la privatización del sector portuario triplicó las operaciones de carga y descarga en el país, en un proceso que se continúa hasta hoy con inversiones voluminosas desarrolladas especialmente por la empresa privada y mixta, belga-uruguaya, Terminal Cuenca del Plata S.A.
Una oposición cerril, de defensa del feudo sindical contra este proceso fue desarrollada por personas con responsabilidades actuales de gobierno en el campo laboral de la nueva administración. Es una de las incógnitas del nuevo gobierno nacional.