Camino a Glasgow

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JULIA RODRÍGUEZ LARRETA
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Varias preguntas claves tendrán que ser analizadas en la cumbre de Glasgow. Por ejemplo, qué predicciones o futuro tiene:

-El crecimiento (o no) de la población del planeta, pospandemia, la que en el fondo determina aumento de la demanda energética.

-La energía nuclear, post los dos grandes desastres, Chernobyl en la ex Unión Soviética (hoy Ucrania) por temas de diseño y mantenimiento y Fukushima, causado por un gran terremoto y posterior maremoto en Japón.

-El automóvil eléctrico y los nuevos camiones, tractores, aviones y barcos, en qué medida podrán reducir el consumo de los hidrocarburos.

-La exploración de nuevos yacimientos de petróleo y gas, ya que dos de las grandes reservas, la venezolana y la argentina, por razones que no hace falta explicar, no es posible contar con ellas, mientras la brasileña (presal) es de gran costo de extracción e implica importantes riesgos de derrame en el océano.

-Cuánto más potencial hay, para desarrollar en forma económica la energía, hidráulica (embalses y mareas) eólica y solar.

-Cuán al alcance está el perfeccionar y hacer rentable la tecnología que permita extraer energía del hidrógeno.

Y finalmente, cómo compatibilizar las respuestas a estas preguntas para formular un gran plan para salvar el planeta.

La energía nuclear es lo mejor en cuanto a no producir emisión de carbono, pero luego de ocurridos los desastres mencionados varios estados han decidido no emplearla. Otros aumentaron los recaudos de diseño y construcción. Dos grandes consumidores como Alemania y Japón, con el tiempo han ido camino a eliminar las plantas nucleares de su matriz, creando un importantísimo aumento en la demanda de combustibles de origen fósil que se está haciendo sentir. Pero hay otro tema, ¿qué hacer con los riesgosos desechos nucleares que por ahora se entierran a gran profundidad?

Existen: I - buenos motores eléctricos y estos irán mejorando. II - La batería que era el factor limitativo, cada vez acumula más energía y por más tiempo, gracias al uso del litio. EL consumo de gasolina y diesel irá cayendo dramáticamente. Algunas naciones ya anunciaron que no permitirán su venta y eventualmente, tampoco los vehículos con motor a explosión. Por lo tanto ¿qué incentivo tiene para las grandes empresas como Exxon, Shell, Total, ENI, Chevron, Petrobras, Conoco, etc. el hacer prospecciones y correr el riesgo minero? El directorio de Exxon, justamente está considerando abandonar sus proyectos en Vietnam y Mozambique, donde ya han invertido millones de dólares, por ser negocios de largo plazo, complicados políticamente; las protestas ambientales, las presiones de los verdes. A no ser que el petróleo siga siendo el oro negro pero a venderse directamente a las usinas eléctricas que en forma más eficiente, provoquen una menor contaminación...

El gas natural, el menos contaminante de los fósiles, se ha convertido en favorito. De esta situación se beneficia Rusia que tiene grandes yacimientos e infraestructura para abastecer a la UE y otro que va hacia China. El carbón hoy es mala palabra aunque sigue abasteciendo a gran parte de la industria eléctrica mundial. Sudáfrica produce petróleo del carbón, ¿cuánto menos contaminante es todo el proceso? Y si lo es, ¿no convendría hacer más uso de esa tecnología e impedir que una buena cantidad de polvillo de carbón termine ensuciando nuestros pulmones?

Como lo hace el “dueño” de Turkmenistán, desprendido de la URSS. El dictador Berdybukhamedev, está sentado sobre un inmenso y mal explotado reservorio de gas. A través de investigaciones satelitales se ha detectado un inmenso cráter producto de un accidente en 1970, que desde entonces lanza ingentes cantidades de metano al aire libre.

Hoy en muchas partes del mundo es frecuente toparse en sierras y llanuras, con parques de molinos de viento. Y otro tanto en el mar. Pero el desafío que enfrenta la humanidad es enorme. En el presente, el 81% del suministro de energía del mundo es de origen fósil. El ejemplo de la UE con un crecimiento del 60% y una reducción de la cuarta parte de sus emisiones nos sirve de esperanza.

El Uruguay va a Glasgow con la cabeza en alto. Consume mucha más energía renovable proporcionalmente (por habitante) que la gran mayoría de los países. Además, aquí se plantan miles de árboles que oxigenan el aire que respiramos. Es verdad que estamos señalados por nuestros rumiantes cuyo su sistema digestivo produce gases de metano, pero el mundo quiere comer ricos bifes y nosotros vendérselos.

Estudios como los del prestigioso ecologista sudafricano Allan Savory han llevado a la conclusión de que el ganado, al igual que las manadas de animales salvajes, con el pisoteo, sus mordidas y el bosteo, contribuyen al equilibrio ecológico de la tierra. Un adecuado manejo del ganado en base a un pastoreo monitoreado permite combatir la desertificación, problema que actualmente afecta a un tercio del planeta. El suelo en el que pastan los animales secuestra luego CO2 de la atmósfera, en una función semejante a la que se produce con la forestación, otra actividad desarrollada con éxito en nuestro país.

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