Para bien del pueblo la reforma jubilatoria ha sido rechazada en las urnas por la voluntad popular.
Hay una vieja controversia respecto a si las encuestas previas inciden o no en los resultados electorales. Antes de estas elecciones recibí mensajes de dos amigos votantes de candidatos de la coalición republicana. Trasuntaban pesimismo merced a los pronósticos de las pitonisas más notorias. Preveían el frente filocomunista tendría mayoría y que el Partido Nacional votaría muy mal. De hecho, desde que se instaló el actual gobierno -más allá de la pandemia y otros padeceres populares de fuerza mayor- durante cuatro años, los principales augures ya decían que el Frente Amplio si “las elecciones fuesen el próximo domingo” vencería al elenco proselitista gobernante. Los hechos cantan una mayoría electoral de la suma de los partidos de la coalición republicana y la permanencia del caudal de votantes del nacionalismo.
Por casa somos pocos y nos conocemos. Nadie ignora cuál es la marca de algunos tiradores de cartas. Participando inclusive en ocasiones impúdica y entusiastamente en esa vergüenza fascista que es TVCiudad. Un medio televisivo que nos cuesta siete millones de dólares anuales a los contribuyentes de Montevideo, que abusivamente con plata ajena está al servicio incondicional de la causa bolivariana.
Y las encuestas sí inciden. Crean estados de ánimo y triunfalismos cuando la realidad demuestra que tiraron el penal “para las chapas”. Abiertas las urnas cabe destacar la información de canal 4, Rafael Porzecanski, de Opción Consultores, a una hora de cerrada la votación, hizo la proyección certera de lo que sería el resultado final.
En este momento no hay que detenerse en la especulación de las bancas parlamentarias que tocan a cada cual y perder de vista lo principal que es el control del Poder Ejecutivo, o sea, del gobierno nacional. Esto es lo que está esencialmente en juego rumbo al domingo 24 de noviembre próximo. Y, las fuerzas republicanas deben redoblar esfuerzos y poner toda la carne en el asador. Nos consta el Partido Nacional -en esta línea- está ya en movimiento en toda la República. La controversia ha quedado establecida -se sabe- entre los candidatos presidenciales, Álvaro Delgado y Yamandú Orsi. El primero como continuación del gobierno de Lacalle Pou, el segundo como candidato de tupamaros y comunistas. El primero con equipos probados de buen gobierno y el segundo, le escuchábamos en un reciente video, respaldado por una barra de asesores “responsables y responsablas”.
El movimiento cívico que hoy tiene en su conducción al candidato presidencial Álvaro Delgado, exhibe algunos aspectos que están fuera de discusión. Delgado ha practicado claramente en su trayectoria joven y dilatada de servidor público, una vocación de total cercanía hasta con quienes militan en los grupos políticos y gremiales ideológicamente más alejados del suyo. Como secretario presidencial todos los aspectos que hacen al gobierno le son conocidos. Y, su programa, a disposición de quien quiera conocerlo, es la continuación y renovación de lo hecho eficientemente durante la compleja y reciente administración del país. Tiene -decíamos además- a su disposición a un probado equipo de gobierno.
La alternativa es clara entre el continuismo de un gobierno bueno o un tiro al aire.