Carolina no quiere a Corina

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Era de esperar. Me refiero a la nueva guarrada de la dictadura de Nicolás Maduro, que en estos días inhabilitó a María Corina Machado, para postularse en las elecciones presidenciales. En efecto, la Contraloría General de la República estableció la inhabilitación de Machado para ejercer cargos públicos en Venezuela por 15 años, por “errores y omisiones en sus declaraciones juradas de patrimonio”. Horas más tarde, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela proscribió su candidatura presidencial. Machado, ingeniera industrial con estudios de posgrado en finanzas, hace más de 20 años que se dedica a la política y ha venido abriéndose espacios, oponiéndose al régimen chavista.

La dirigente opositora y su movimiento Vente Venezuela proponen una orientación política y económica liberal, defendiendo una reducción del papel del Estado en las políticas públicas y promoviendo el libre mercado como los principales impulsores de la creación de riqueza y empleo.

Es sin dudas un verdadero peligro para el chavismo, que cumple 25 años en el poder y que puede exhibir como logros la falta de libertades, presos políticos, una diáspora que alcanza a los siete millones, la inflación más alta del mundo, una economía arrasada y la corrupción institucionalizada.

Maduro y Diosdado Cabello deben haber tomado nota de lo que sucedió en Argentina y entraron en pánico. Pocos imaginaron y creyeron que la era Kirchner iba a terminar con un pronunciamiento contundente en las urnas y dar paso a un nuevo tiempo, con muchas interrogantes, pero con esperanza y libertad. Por eso, y porque nunca tuvieron voluntad e interés de que la democracia volviera a Venezuela, desconocen los acuerdos firmados en octubre pasado, con la oposición en Barbados y bajo la supervisión del gobierno de los Estados Unidos.

La inhabilitación de Machado parece ser el paso coherente y desdeñable de un régimen que no está dispuesto a entregar el poder.

En Uruguay sabemos lo que Venezuela vive y padece hace dos décadas y media. Alcanza con conversar con alguno de los más de treinta mil venezolanos que eligieron nuestro país para forjarse un futuro. Ellos pueden considerarse afortunados, porque llegaron a una nación donde la libertad y la democracia se vive y se ejerce en el día a día y en la que han podido encontrar trabajo. Conocida la resolución de Maduro, se le pidió opinión a la intendenta Carolina Cosse.

“Yo tengo que ser muy cuidadosa porque tengo una responsabilidad pública y pretendo tener una muy importante”, sostuvo y agregó: “Cada cosa que yo diga puede tener consecuencias para el Uruguay”. La humildad no es precisamente una de las virtudes de Cosse. Tampoco la solidaridad de género que podía haberle expresado a María Corina. Cosse perdió la gran oportunidad de condenar a la corrupta dictadura de Venezuela.

Coherente y consecuente con lo que ha sido su posición y la de Uruguay, el presidente Luis Lacalle Pou sostuvo, el jueves último, que: “Hay más que preocupación”. Y añadió: “Dijimos más de una vez lo que pensamos del gobierno de Venezuela, lo dijimos cuando estábamos en la oposición, cuando asumimos y se lo dijimos a Maduro”, subrayó. Para el jefe de Estado, “no estamos ante elecciones libres en Venezuela”.

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