Fue una noche para el infarto. Bueno, la amenaza a la salud cardiovascular parece que seguirá latente, ya que a la hora que escribimos esta pretensión de análisis de la elección, la mayoría parlamentaria para una u otra coalición, depende de menos de 5 mil votos. ¡Incluso podría ir para el partido de Salle!
Pero hay aspectos que a esta hora ya se pueden evaluar de la elección. Primero, que vamos a tener una segunda vuelta competitiva, muy distinta a la que anticipaban las encuestas, y algún analista que hablaba de una elección “en vano”. Como pasó en el balotaje pasado, como pasó con la LUC, es claro que el país está partido en dos mitades muy, pero muy parecidas. Y que la definición de noviembre puede ir para cualquier lado. Incluso nos animamos a hacer un vaticinio, otra vez en contra de la cátedra (de Milei para acá, venimos embocando como para darnos este lujo). Que una coalición tenga mayoría parlamentaria, cualquiera de ellas, no tendrá mayor impacto en los votantes.
Un segundo tema que a esta altura podemos afirmar es que la elección fue una catástrofe para Cabildo Abierto. Pasar del 11 al 2,4%, es un desbarranque histórico. Aunque los números finales le permitan acceder a un senador, cosa difícil, el derrumbe es indiscutible. ¿Qué le pasó a CA? ¿Tiene futuro esa formación? ¿A dónde migraron esos votos?
Otra cosa llamativa es la flaca votación del Partido Independiente. Mieres fue, según opinión general, uno de los mejores ministros del gobierno. Y, sin embargo, no logra encontrar un espacio cómodo en el Parlamento. ¿Será el castigo por jugar en la frontera ideológica entre coaliciones?
Hay un aspecto final que podemos asegurar a esta hora, incluso más marcado que otras elecciones. Y es la radical diferencia territorial que hay entre ambas coaliciones. Mientras que en Montevideo el 52% de la gente votó al FA, contra un 37 o 38% de la coalición, en el interior la cosa no podía ser más diferente. Allí apenas el 33% de la gente votó a la izquierda, y casi el 60% a la Coalición Republicana.
Hay allí una barrera política, cultural, histórica, que parece ameritar una lectura bastante más profunda que la que hace la academia del país. Bueno, si vemos el nivel de prejuicio e ignorancia con la que habla de esa mitad del país una destacada figura de nuestras ciencias sociales como Constanza Moreira, podemos entender mucha cosa.
Hasta allí las certezas. Todo el resto del análisis de esta jornada electoral, entra en el terreno de los discutible, de lo polémico.
¿Votó bien el FA? Alguien que viera las caras de sus dirigentes tras los resultados, diría que no. Por otro lado, pese a enfrentar a un gobierno popular, con buenos números económicos, y de tener un candidato que es o incógnita o decepción, logró levantar en 5 puntos su votación de 2019.
Hay una duda que nos carcome desde hace años, ¿por qué en el Frente Amplio creen que estar hablando todo el tiempo de ganar en primera vuelta, o de mayoría parlamentaria, es una cosa positiva? Llega a resultar irritante, casi baboso, para cualquiera que no sea nacido y criado en un comité de base. Y se ponen ellos solos una vara tan alta, que les termina jugando en contra de manera innecesaria.
¿Fue un éxito la campaña de Ojeda? Bueno, logró que su partido levante casi lo mismo que el Frente Amplio, así que si para uno es éxito, para el otro también. De todas formas, al igual que en el caso del FA, su propia aspiración previa de llegar a definir el balotaje, parece haberle sacado brillo al resultado. Ahora habrá que hilar más fino con los resultados internos, para ver que tan bien parado sale Ojeda. Qué tan sustentable es su estilo disruptivo de hacer política. Y si logra retener para la coalición esos votos que atrajo con su perfil juvenil y desenfadado.
¿Fue buena la idea de sumar a Ripoll como vice? Otro tema que generó cara de mal olor de la academia. Por lo pronto, parece que no le costó votos al Partido Nacional que, como ha sucedido con demasiada frecuencia en los últimos años, fue notoriamente subrepresentado en las encuestas. Recordemos que algunos, hace apenas semanas, le daban 21%.
Pero si hablamos de corazones alterados, no podemos cerrar sin hablar del gran alivio que las urnas de ayer llevaron a buena parte del país. Y es la derrota contundente del plebiscito de la seguridad social. Algo que era un golpe directo al sistema económico que ha permitido al país tener crecimiento y desarrollo. Y que estaba cuestionado por esa mirada voluntarista, marxista apolillada, y que promete un mundo soñado que todos quisieran poder regalar, Pero que quienes tienen un mínimo de conocimiento y responsabilidad, saben que es irreal.
Un tema menos para alterar el pulso, de cara a un mes más de campaña que promete poner a prueba la salud mental (guiño) de políticos, ciudadanos y, también, periodistas.