Comedia de vestiduras rasgadas

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El gobierno de Orsi, como prometió en campaña, abre un diálogo por la seguridad social con las bases fijadas en su programa de gobierno: esencialmente, revisar la reforma que lleva gradualmente a jubilarse a los 65 años y terminar con el lucro de las Afaps. ¿Viola por ello el resultado del plebiscito constitucional de la papeleta blanca que, con un objetivo similar, recabó el apoyo de una minoría del 40% de la ciudadanía?

El resultado de la consulta específica de la reforma constitucional fue contundente. Pero también fueron contundentes dos episodios más: que más de 7 de cada 10 votantes del Frente Amplio (FA) votó esa reforma en octubre, y que Orsi prometió para la instancia del balotaje convocar a este diálogo social con el objetivo hoy declarado. Esto quiere decir que el mismo pueblo que no votó la reforma constitucional en octubre es el que en noviembre hizo ganar a Orsi con holgura, instancia esta en la que reafirmó su programa partidista y su diálogo sobre la reforma de la seguridad social.

No hay contradicción en el mensaje del pueblo. Dijo que no quería reformar la Constitución para ese tema y con ese contenido, a la vez que dijo que sí quería que Orsi revisara la reforma que había aprobado la mayoría de Coalición Republicana (CR) legitimada en las urnas de 2019. Ciertamente, se podrá discrepar sobre varios asuntos con relación a esta voluntad oficialista: que es inoportuna, porque se precisa dedicar energía a otros temas urgentes; que es irresponsable, porque lo aprobado en 2023 es gradual y necesario para las finanzas públicas; y que es demagógica, ya que nada deja pensar que lo que resulte de este diálogo social sea sincero sobre los constreñimientos demográficos y de productividad del país. Pero violatorio de la voluntad popular tal como fue expresada en octubre y noviembre, no es.

El facilismo argumental en el que tienden a caer ahora algunos dirigentes de la CR es proporcional a lo esmirriado de sus críticas a las propuestas del FA en la campaña electoral del año pasado, sobre todo en lo concerniente al diálogo social. No hubo manera de que sobre todo los blancos, que además conformaban el partido mayoritario de la CR, denunciaran por irresponsable, demagógico o inoportuno el contenido del diálogo social que proponía el FA, y lo asociaran además a la reforma constitucional que promovía gran parte de la izquierda. Hubo desidia y poco arte al momento de embretar a la izquierda moderada del FA, que se manifestaba contra la reforma constitucional pero que a la vez promovía algo similar a esa reforma desde su programa partidario.

¿Qué gana ahora la CR con emprenderla contra el diálogo social? Nada, sobre todo si pretende hacer creer con ello que el FA está violando la voluntad popular; o si grita que vendrá una debacle por las eventuales reformas que allí se planteen: si realmente la cosa era para tanto, pues entonces debía de haberlo dicho con vigor en la campaña. Y eso no ocurrió. Y tampoco es útil electoralmente: en noviembre, con el diálogo social prometido, Orsi ganó con luz; y la próxima cita será recién en 2029.

Infelizmente, como hay mucha distracción departamental y no hay un partido vigoroso, nadie avisará a los blancos que, malgré eux, están protagonizando una comedia de vestiduras rasgadas.

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