Contagiándonos lo malo

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En Uruguay no hay ricos sino riquitos, sostenía el recordado Cr. José Pedro Damiani, presidente de Peñarol, de Sporting, turfista, banquero y político colorado.

Parafraseando al mismo podemos decir que en nuestro país no hay corruptos, sino corruptitos.

Lo que no quiere decir, que no nos tengamos que preocupar.

No llegamos a los grados de corrupción de la Argentina u otros países.

Todavía.

Aquí no se habla de cientos de millones de dólares robados. Ni vemos políticos tirando bolsos llenos de dinero para adentro de un convento a la una de la mañana como sucedió en el gobierno K, amigo del Frente Amplio. Ni tenemos causa de los cuadernos u hoteles vacíos. Tampoco detuvimos a un venezolano en la frontera con 800 mil dólares en una valija.

Todavía.

Lo sucedido recientemente en Artigas y otras causas parecen ser cosas pequeñas comparadas con la alta corrupción que, por ejemplo, se asignó a un político estadounidense esta semana o el caso Odebrecht.

Como también parece serlo si lo cotejamos con el famoso aval del BROU para la compra de aviones. El que llevó al procesamiento de su presidente y del ministro de Economía. O al uso de la tarjeta y otras actuaciones que llevaron al expresidente de Ancap y vicepresidente de la República al mismo resultado. O el del director de Loterías. Así podríamos seguir.

El problema es que no importa si es grande o pequeña, es corrupción. Si se viola la ley, si alguien se favorece o favorece en forma ilegal a un tercero no se debe tolerar. Es bueno que todo el peso recaiga sobre los que se equivocan.

Va de suyo esto por la reacciones sobre el caso de Artigas desde varias tiendas políticas.

El presidente del FA salió a rasgarse las vestiduras como marca el decálogo del oportunista.

Ante ello no pude dejar de recordar mis tiempos en el Senado de la República cuando presenté el proyecto de ley que creaba el Delito de Enriquecimiento Ilícito. Como recomendaban los organismos de transparencia de la República.

El FA no solo se negó a aprobarlo sino siquiera a tratarlo, a discutirlo.

Ahora un oportunista de ese partido habla de aprobarlo.

Pasaron siete años. Cuando estaban en el gobierno decían no. Hoy pontifican.

También presenté un proyecto extendiendo la prescripción del delito de corrupción pública. Ese sí que era un lindo mensaje. Si sos corrupto hoy, ten la certeza que durante muchos años corres el riesgo de que te descubran. En especial cuando ya no estés en el cargo y no tienes oportunidad de influir en su investigación.

Tampoco lo aceptaron.

Pedimos una Comisión Investigadora parlamentaria por los efectos de la corrupción argentina y venezolana en nuestro país. Antonini Wilson con una valija llena de dólares diciendo que venía para este lado del Río de la Plata. Compras de campos en el Este y mucho más eran indicios claros de corrupción.

Nos dijeron que no.

Claro, veníamos de la investigadora de Ancap.

Pedimos que no se siguiera reduciendo los presupuestos del Tribunal de Cuentas, la Justicia o la propia Jutep.

No tuvimos éxito.

Ahora los que ayer decían no, se rasgan las vestiduras. Debieran leer S. Juan 8:7-8.

“Aquel de Ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo”.

A Jesús le habían traído una mujer sorprendida en infracción y le preguntaron si debían cumplir con el precepto de apedrearla.

La respuesta fue la que se cita y Jesús siguió escribiendo. Los que pedían la condena se fueron yendo uno a uno. Al final quedaron la mujer y Él que le preguntó dónde estaban sus acusadores. La despidió diciéndole que no peque más.

Tiran piedras los que ayer no aprobaron el delito de enriquecimiento ilícito ni la extensión de la prescripción, reducían los presupuestos de los organismos de contralor y hacían caravanas de apoyo a procesados.

Tampoco son aceptables algunas reacciones de políticos del Partido Nacional, en especial de Artigas.

Un diputado blanco justificó a los condenados diciendo que incurrieron en delitos pero no robaron nada.

Recuerda lo que se decía en Argentina sobre gobiernos corruptos: “roban pero hacen”.

O aquel dirigente social que llegó a mi partido, el Colorado, y dijo que se debe tener códigos al robar porque no se debe hacerlo en el barrio de uno ni en la escuela.

También trae a la memoria la caravana frenteamplista a la casa de un procesado.

No nos damos cuenta de lo grave que es justificar al que comete un delito.

Empezamos diciendo roban pero hacen, delinquieron pero no robaron, son procesados pero los apoyamos, se puede robar en todos lados menos en el barrio y en la escuela.

Un día nos vamos a enterar que tiran bolsos para dentro de un convento, se van de vacaciones al Mediterráneo con la plata del pueblo o sale un dirigente sindical a decir que el país se arregla si dejamos de robar por dos años.

Como les sucedió a nuestros vecinos del Plata.

Uruguay ocupa hoy el lugar 16 en el índice de percepción de corrupción. Argentina el 98.

Copiemos lo bueno y no lo malo de ellos.

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