Cruel estafa

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La información sobre Venezuela genera tristeza, horror y rebeldía. El tirano Maduro y sus corruptos secuaces han ido agotando la comisión de todos los delitos -varios de lesa humanidad- previstos en la legalidad universal, y están concentrados ahora en la represion indiscriminada de simples ciudadanos. Sean mujeres u hombres, niños, jóvenes, adultos o ancianos. El crimen central en este momento ha sido la estafa electoral. Simulando la tutela de un proceso electoral democrático, planearon y ejecutaron un burdo fraude. Adjudicando oficialmente al déspota Maduro una mayoría inexistente.

El cuerpo del delito está a la vista. En función de la documentación obtenida por sus representantes y adictos en las mesas electorales, el movimiento encabezado por la heroína María Corina Machado y el candidato presidencial Edmundo González Urrutia de la Unidad Democrática, esta opción ha obtenido casi 6.300.000 votos, y la del candidato Nicolás Maduro casi 2.760.000 (números redondeados). Esta información responde al 73% del total de votantes. Aunque el saldo faltante fuese íntegro a favor de Maduro, el resultado ya no cambiaría.

La dictadura podría demostrar que esto es falso exhibiendo documentación que lo probase. Lo rechaza de plano, confirmación inapelable de la felonía ejecutada contra la nación venezolana.

No se precisaba matemática alguna para advertir en las noticias audiovisuales a las multitudes espontáneas y abigarradas que acompañaban con esperanza y entusiasmo al movimiento de la Unidad Democrática por toda Venezuela. Constrastando con las esmirriadas reuniones de Maduro que apenas superaban al número de sus guardaespaldas. En un país en el que la tasa de pobreza se extiende al 90% de la población, con todas las libertades fundamentales reprimidas, y carencias materiales en alimentos, salud pública, electricidad, agua potable y otras necesidades básicas similares, es comprensible que la población anhelase arroparse con una bandera de Libertad y esperanza. Que -además- se extiende a la Venezuela peregrina de 8.000.000 de exiliados. El cambio de gobierno en este aspecto avivaba la ilusión así de millones de personas de recuperar el lazo de piel con sus seres queridos roto por la distancia geográfica. Lo ocurrido es anímicamente demoledor.

La realidad es que Maduro usaba un lenguaje iniciático que permitía sospechar sus propósitos. Su retórica reiteraba que tenía el control de la policía y los militares distribuidos en el territorio nacional, y que sólo respetaría los resultados surgidos de las autoridades electorales (integradas por dolosos esbirros propios). Es coherente con lo hecho. Proclamada la mentira oficial como cierta, ante la indignación general, ha dispuesto la represión feroz aludida.

En nuestro país la reacción de “veedores” frentistas invitados por los bolivarianos a Venezuela, la de comunistas, la del “movimiento de liberación nacional”, la del vocero Fernando Pereira y demás, fue súbita en favor del respeto al resultado oficial de las elecciones elaborado por la tiranía. Quedando entre San Juan y Mendoza algunos “pata’arrollada”. Solo un ciego no lo ve. La internacional mafiosa latinoamericana es una sola y siempre une al Frente Amplio de acá con sus pares del continente. Cabe evocar aquello que reza que, aunque la mona se vista de seda mona se queda.

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