Cuando reina la incertudumbre

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El 26 de marzo, Trump anunció un arancel del 25% para todos los vehículos y autopartes extranjeros. En clase, al día siguiente, les planteo a mis alumnos una situación hipotética: si ustedes fueran vendedores de autos en EE.UU. y justo entra un cliente preguntando precios, ¿qué le dirían? ¿Le mantienen el precio de ayer?

La respuesta no es obvia. Es una decisión difícil. Pero hay algo claro: si la medida entra en vigor, el costo de los repuestos y autos importados subirá, lo que inevitablemente impactará sus precios y, en consecuencia, afectará también a los autos usados y a la producción local. ¿Qué debería hacer un comerciante de repuestos con su inventario? ¿Y una empresa que estaba evaluando renovar su flota? ¿Salen a comprar o esperan? No olvidemos, además, que Trump ya ha anunciado medidas similares en el pasado, para luego dar marcha atrás.

Finalmente, la gente salió desesperada a comprar automóviles, y el 2 de abril, Donald Trump decreta el día de la “liberación nacional”, no solo confirmando los aranceles al mercado automotor, sino también una batería de aranceles recíprocos a sus principales socios comerciales.

Durante marzo, la administración Trump también informó que está considerando imponer una tasa de hasta un millón y medio de dólares a barcos chinos que operen en puertos estadounidenses, y de un millón a navieras que encarguen sus buques mayoritariamente a astilleros chinos. ¿El objetivo?, impulsar la industria naval norteamericana frente al creciente dominio chino.

Desde entonces, operadores logísticos de commodities comenzaron a reportar dificultades para conseguir espacio de carga desde y hacia Estados Unidos. Los armadores no saben cuánto deberán pagar al tocar puerto, y las opciones que les quedan son: esperar o subir tarifas para cubrirse.

Si hay algo dañino para el crecimiento sostenible de un negocio, eso es la incertidumbre. No saber qué va a suceder paraliza. Las decisiones de inversión se postergan, las contrataciones se suspenden, y el endeudamiento se detiene. Las empresas toman sus decisiones en base a expectativas, y ante un escenario de incertidumbre, la decisión de esperar puede ser la que genere más valor.

Nuestra región no escapa a este contexto. Argentina atraviesa un proceso de cambio político y económico de desenlace incierto. Brasil, tras un crecimiento apreciable en 2024, podría verse afectado por futuras medidas de la administración Trump. Además, se encamina a unas elecciones en 2026 con un Lula envejecido y un Bolsonaro enfrentando causas judiciales. Chile también celebrará elecciones este año, con un resultado todavía incierto.

En nuestro país estamos cumpliendo el primer mes de un nuevo gobierno, y si hay algo que se puede destacar es que el sistema político en su conjunto ha reconocido el valor de mantener los compromisos asumidos y respetar las reglas de juego.

El sector privado uruguayo enfrenta grandes desafíos, uno de ellos la competitividad.

En un mundo donde la incertidumbre reina, nosotros debemos aspirar a ser la excepción: un país que ofrece un entorno de negocios predecible y confiable. En eso hay un enorme valor.

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