De Madison a Monroe

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Al terminar la guerra con Gran Bretaña, a principios de 1815, la economía de EE.UU. reanudó su crecimiento con la vuelta al intercambio de bienes, fronteras afuera. Madison se debe haber dado cuenta del error que fue desmantelar el Banco Nacional que creara Hamilton y que Jefferson con su ayuda (desconfiaban de la institución y su roll en la sociedad) cerraran. A pesar suyo autorizó la creación de un segundo Banco Nacional, que resultó esencial para facilitar el pujante comercio que se produjo luego del conflicto.

A medida que terminaba su mandato se fue consolidando toda la cos-ta este de EE.UU., incorporando Flo-rida, la cual no podían seguir dominando los españoles dadas las guerras de independencia, en la mayor par- te de Hispanoamérica. Se usó el pretexto de la insurrección de unos indios y la actividad de unos maleantes, para enviar al general Jackson y poner orden.

Terminado su mandato Madison se fue a Montpelier, su hacienda, donde cultivaba trigo y tabaco y comenzaba la explotación de algodón. Contribuyó a fundar la Universidad de Virginia y continuó escribiendo. Siguió conflictuado con el tema de la esclavitud, aunque no emancipó a los suyos si bien Dolly, su más joven y vivaz mujer, quien estaba en contra de la práctica, los liberó en contra de su voluntad tras morir su marido en 1836.

Fue sucedido en la presidencia (en 1817-25) por James Monroe, también de Virginia. Monroe luchó en la guerra de independencia, donde fue herido; cursó estudios universitarios en William and Mery y ejerció con éxito la carrera de abogado. Fue convencional, senador, gobernador de Virginia, diplomático, secretario de Estado y secretario de Guerra, antes de ser electo presidente. El más preparado para asumir este cargo posiblemente, hasta la fecha. De buena estatura para esa época (1,82) es considerado el último de los padres fundadores. Murió de tuberculosis en 1831. Se le recuerda principalmente, por cuatro hitos:

-Florida quedó incorporada a la Unión (1819) cuando se llegó a un acuerdo con España, al asumir EEUU una deuda de US$ 5 millones (que beneficiaría a comerciantes norteamericanos) a quienes el reino les debía.

-La Doctrina “America for the Americans”. En un discurso ante las cámaras, Monroe lanzó una advertencia a las naciones europeas. Sospechaba que las potencias del viejo continente podían tener apetencias sobre los despojos del imperio español. De hecho, los EE.UU. no efectuaron “desalojos” donde ya existían “colonias” de varios países tales como Francia, Holanda, España, Gran Bretaña, principalmente en el Caribe. Es más que probable que esta doctrina, a medida que EE.UU. aumentaba su poder, disuadiera intervenciones en Latinoamérica y se fueran logrando parcialmente sus objetivos.

Las incursiones más importantes -previstas por Monroe más de medio siglo antes- fueron los intentos de algunas monarquías europeas, como en el caso de México, en el interés de cobrar sus deudas o con otros designios políticos. En esta oportunidad varios países impulsaron con las tropas francesas de Napoleón III y un grupo de mexicanos conservadores-monarquistas, el plan de coronar a Maximiliano(*) como emperador de México. Como sabemos, esa aventura resuelta finalmente por los mexicanos, terminó en tragedia. En 1867 el emperador fue derrotado por Juárez, juzgado y fusilado. EE.UU. apoyó a Juárez, un político liberal, esgrimiendo la doctrina Monroe. Hubo otras instancias donde, los EE.UU. disuadieron a los europeos de tomar el control del puerto/aduana de un país en pos de cobrar sus deudas. Con GB sin embargo fue diferente, se abstuvo de intervenir en la invasión de las islas Malvinas, ubicadas estratégicamente, cerca del cabo de Hornos donde se une el Atlántico con el Pacífico. (En la 1a Guerra Mundial esta base demostró su importancia facilitando a GB derrotar a la flota alemana al mando del almirante Graf Spee debido a su ubicación).

Monroe, a pesar de que su familia poseía mano de obra oprimida, estaba en contra de esa práctica y en favor de su eventual emancipación. Fue durante su presidencia que se estableció Liberia, capital Monrovia, en el noroeste de la costa africana. Un estado creado para albergar a los descendientes de los esclavos en Norteamérica que desearan volver a sus orígenes.

Los esclavos liberados, a pesar de haber sido emancipados por sus dueños o por haber participado con el ejército federal (en la guerra de independencia u otras razones) seguían siendo discriminados y sin oportunidades de progresar. Además, corrían el riesgo de ser apresados por inescrupulosos traficantes y esclavizados nuevamente. A muchos les atrajo la idea de volver a África. Monroe había conseguido los fondos para el emprendimiento. Esa iniciativa tuvo la contra del tremendo auge o “boom” del algodón en esa época. La conveniencia de mantener la mano de obra esclava, para cosechar e industrializar el algodón (llamada por algunos: “lana vegetal”) pudo más y buena parte del esfuerzo de trasladar a los negros norteamericanos a Liberia se frustró. Aumentaron en el sur de EE.UU., a pesar de que en muchos países la práctica fuese abolida. Es interesante constatar hoy que los descendientes de esclavos norteamericanos que se afincaron en Liberia terminaron descollando y forman en la actualidad, gran parte de la dirigencia del país.

-El tema de la esclavitud seguía entorpeciendo entre otras cosas, la expansión de EE.UU. hacia el oeste y la creación de nuevos estados. El norte temía la incorporación de estados esclavistas. Finalmente se llegó a un acuerdo que Missouri fuese permitido de unirse, a cambio que se creara el estado de Maine, en el norte, resultado del “quid pro quo”. Para el futuro se impuso el paralelo 36.3, como la barrera entre los estados esclavistas y los abolicionistas, a no confundir con la llamada “Mason Dixie line” que dividía la frontera de 4 colonias pero que también resulto ser una barrera cultural entre norte y sur.

La cruenta guerra civil de 1861-1865 abolió la esclavitud pero hasta el día de hoy siguen las rémoras de esa mancha del pasado.

(*) Fernando Maximiliano de Habsburgo Lorena, hermano menor Francisco José I, Emperador de Austria.

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