De masas y apetitos

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Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gustan y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño.”

Gustave Le Bon | Psicología de las masas

¿Nunca se han preguntado por qué vota la gente? O mejor dicho:

La gente hoy ¿quiere más o menos Estado? ¿Mano dura al delito o delincuente como víctima? ¿Repartir o contribuir? Aunque una ligera variante de hoy podría ser encontrar cuánto ha impregnado en el voto la suma de minorías “Woke” o la del voto “NiNi”.

Este estudio corresponde a investigadores de opinión pública en períodos largos y despojados de la premura que le imprimen sus contratantes para conocer “su suerte” en las internas.

Aquí no veo nada que mueva la aguja demasiado en una década. Los temas y las urgencias se repiten. La evolución del “crimen narco” tal vez pueda ser hoy un aspecto sobresaliente. Hoy se sopesa y se lo busca “empatar” al fenómeno de crecimiento exponencial del “delito callejero” durante administraciones frenteamplistas. Pero el fenómeno central es el mismo. Una sociedad que se acostumbra a convivir con los delitos. Y un “mundo narco” que encuentra en cada país su ventaja competitiva. Nada nuevo.

La naturaleza del debate económico es más técnica y aquella apelación a “la gente vota con el bolsillo” puede ser engañosa. Puedes demostrar que hay más puestos de trabajo, el salario real aumentó y hasta los has visto sentirse como reyes yendo a comprar “medio Buenos Aires” con un aguinaldo y sin embargo la gente dirá que “la plata no alcanza”. Y tienen razón. El dinero nunca alcanza porque las necesidades humanas son infinitas, y además:

No somos Noruega

Entonces: ¿qué inclina nuestro voto? ¿Los temas acuciantes sociales o las necesidades personales? ¿La ideología? Un relato instalado?

Hilando fino:

¿Incide lo que sucede coyuntural mediático o nuestra evaluación del gobernante cambia el voto?

Siento que votamos más inspirados en “a quién NO” en lugar de “a quién SÍ”. Como un iceberg nuestra predilección manifestada en palabras o con voto es apenas un domo visible que sobresale por sobre un conjunto de valores y preconceptos que están tapados bajo excusas o recursos retóricos.

Bajo ese manto oculto puede estar mi propia necesidad personal.

¿Voto por seguridad? Por el “plan” o por el “carguito”?

Volviendo al acápite:

Si en una década no cambió mucho menos sucederá luego de un quinquenio. Votaremos parecido a 2019. La minoría oscilante correrá 40 mil votos hacia un lado u otro.

La mayoría: con voto decidido de antemano y ¿por quién NO?

Una minoría decisiva es la que inclina la balanza hacia un lado u otro por valoraciones más personales que ideológicas. Esos pocos te ganan o te pierden una elección. Especulaciones mías en horas en las que se perciben aperturas de sarcófagos y la reaparición de hologramas (tal vez) de seres que uno daba por momificados que insinúan insertarse en un nuevo espacio político o empresarial como la dra. Muñoz o el sr. Fassano entre otros. Observar estas cosas también debe llamar a la reflexión previo a cualquier tipo de voto.

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