Dejarse de gre-gre con Israel

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Es muy buena la iniciativa del candidato colorado Ojeda de que Uruguay fije una lista propia de organizaciones terroristas, y que los movimientos Hamás y Hezbollah sean sus primeros integrantes. El presidente Lacalle Pou había manejado esa idea para Hezbollah en 2020, pero no prosperó. No se trata de algo solamente simbólico, sino que forma parte de los intereses sustanciales del país.

Una de las peores herencias de los quince años de gobiernos del Frente Amplio (FA) fue el signo general de su política exterior. La izquierda impidió alcanzar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos; comulgó con la tesis supranacional unánime sobre decisiones de apertura comercial del Mercosur a terceros países -dando de hecho un poder de veto a Brasilia y a Buenos Aires, y dejando a Montevideo así en un estatus de provincia-; y sostuvo una especie de geopolítica progresista-alternativa que procuró alinearse, o al menos hacerle un juego interesado, a las mayores influencias de Irán, Rusia y China en lo mundial, y por supuesto a Cuba y Venezuela en lo regional.

Es en este marco general que nuestra cancillería dio señales de apoyo a lo que se conoce vulgarmente como la “causa palestina”, que llegaron incluso a ser criticadas por la diplomacia israelí. El cambio de gobierno de 2020 alentó la esperanza de un fuerte cambio de rumbo que, no obstante, ha costado muchísimo realizar en todo el nefasto inventario heredado: sin ir más lejos, uno de nuestros graves problemas para avanzar en decisiones soberanas de apertura comercial es que nuestras contrapartes observan el peso político del FA y sus posiciones antisoberanistas, y no quedan convencidas de que una negociación bilateral pueda sostenerse en el largo plazo. Prefieren pues, “wait and see”.

Sin embargo, el dramático ataque que sufrió Israel el 7 de octubre pasado, y la tremenda guerra que sufre desde entonces con ataques permanentes de, al menos, tres movimientos alineados con Irán -Hamás, Hezbollah en Líbano y Hutíes en Yemen-han radicalizado las posiciones. Por un lado, la inmensa mayoría de la izquierda en Occidente se ha definido contra Israel: mienten sobre un genocidio en Gaza y legitiman acciones terroristas musulmanas deleznables. Por otro lado, estamos quienes cree-mos, como bien lo ha definido el expresidente Sanguinetti, que Israel es la primera trinchera de Occidente: si cae Israel, el fanatismo religioso y el despotismo político más infame hará de todo Occidente su siguiente víctima -incluso, claro está, a nuestra pacífica zona del Río de la Plata, que ya ha sufrido horribles ataques terroristas de estas características.

No se puede demorar más: hay que alinearse, como marca nuestra tradición, con Israel y con Occidente en este combate que va mucho más allá de la tragedia del 7 de octubre: es civilizatorio, es mundial y es de largo aliento. Y esto incumbe no solo a la lista terrorista propia, sino a todo tipo de decisiones en foros internacionales en los que participamos.

Viene muy bien esta iniciativa de Ojeda: atañe a valores sustantivos; señala una diferencia radical con la izquierda, que acaba de manifestarse en Montevideo contra Israel y su “genocidio”; y fija una política exterior que reconoce aliados. Hay que dejarse de gre-gre con Israel.

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