En nuestra tierra el fin de año coincide con los comienzos del verano. El clima inestable actual no se ajusta al de los viejos tiempos. Igual esperamos sol, vacaciones y días más largos. Sin exigencia científica en ruedas de amistad escuchamos decir que, si tuviésemos todo el año verano, se acabarían los problemas. Una prueba lo respalda. Prácticamente no se registran fechas patrias en los meses de verano.
En el espacio terrestre mundial reducido por la multiplicación de la población y el avance de las comunicaciones, lo peor del pasado año en curso son las guerras. Expresan la faz más penosa del ser humano. Sin embargo, no han podido erradicarse y el sistema previsto por el Derecho Internacional y sus instituciones son insuficientes para prevenirlas y ponerles fin. La invasión de Ucrania por Rusia, pulverizando el respeto de la integridad de un Estado nacional aceptado por la comunidad internacional, y el terrorismo desplegado por la organización islámica Hamas en Palestina, dirigido a la destrucción plena del Estado de Israel y de su población, no dejan espacio para la paz. Destrucción, muertes, heridos y mutilados están a la orden del día. La máxima que reza “si quieres la paz, prepárate para la guerra “renueva vigencia. La amenaza atómica también recobra vida y las fortunas aplicadas al armamento se acrecen, alejadas de propósitos propicios a un mundo mejor.
El mapa recuerda que las zonas de conflicto están físicamente lejos de nuestro vecindario. Evocaremos dos realidades nuestras no muy atendidas al fin del 2023. Se obviarán seguidamente números atendiendo a una realidad tangible de fácil consulta. Se dejarán de lado -además- aspectos que hacen a la producción de bienes minerales, como petróleo, gas, litio, etcétera y manufacturas industriales. Al producirse el triunfo electoral de Milei en Argentina, es posible que este país en corto lapso retorne a su monumental capacidad para producir alimentos de origen animal y agrícola. A su vez los números de Brasil en este tema son sencillamente imponentes, con vocación de liderazgo planetario. Referimos a carne vacuna, pollo, azúcar, cacao, café, jugo de naranja, maíz y otros. Sumando en estas actividades a nuestras más modestas exportaciones en rubros como los citados y a lo que aporta Paraguay, está claro que integramos una zona de reserva de alimentos y otros productos agropecuarios, que es realidad planetaria. Hay un Mercosur en este aspecto que existe más allá de circunstanciales desencuentros políticos regionales.
En línea con lo anterior, y cercano a lo citado, se ubican las negociaciones desarrolladas entre los presidentes Lacalle Pou y Lula da Silva, con una primera expresión de concreción vinculada al inaugurado aeropuerto internacional de Rivera, emprendimiento uruguayo-brasilero, que representa al primer aeropuerto binacional en suelo latinoamericano. Al que se agrega la próxima ejecución entre Brasil y Uruguay de la hidrovía de las lagunas Merín y de los Patos; y el dragado del canal San Gonzalo en territorio brasilero. Así como el reacondicionamiento del puente binacional Barón de Mauá, que une las ciudades de Rio Branco y Yaguarón. Todo este magno emprendimiento común abrirá una conexión entre el nordeste uruguayo y sus zonas de influencia con el Océano Atlántico y puertos de Brasil y tendrá proyecciones revolucionarias en toda la frontera. Se le irá viendo en el 2024.