Ejemplar e inexplicable

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El domingo pasado el Uruguay votó. Todos los observadores internacionales y los corresponsales de los medios extranjeros que nos visitaron han reportado, al unísono, una jornada cívica ejemplar. Y, efectivamente, fueron unas elecciones impecables, una jornada electoral perfecta… en lo formal.

Para mí fue una jornada llena de interrogantes y, en muchos aspectos, inexplicable. Se podrá decir que lo que sigue es pura subjetividad, que carece absolutamente de objetividad y que… Puede ser. Pero creo que esa condición no invalida preguntas y sorpresas.

El gobierno actual y, en particular, el presidente Lacalle Pou, ha mantenido un nivel de aprobación inusualmente alto hasta casi el final de su período. Esto ha sido reconocido por todas las empresas encuestadoras de opinión pública. ¿Cómo se explica la respuesta electoral tan generosa a la fuerza política rival cuya principal bandera y casi único discurso ha sido un No mayúsculo y sostenido por cinco años a todo lo que ha planteado este gobierno? ¿Cómo funciona la memoria política? ¿Cómo es la sedimentación de una gestión de gobierno?

En nuestro país hay tres partidos que tienen una consistencia propia, un peso político permanente y una base electoral que se renueva sin revisarse a sí misma. Lo tiene el Partido Nacional, el Partido Colorado y, en grado superlativo, lo tiene el partido más numeroso que es el Frente Amplio. Eso marca niveles desde antes que empiece ninguna campaña electoral. En los tramos finales de las campañas electorales aparece la publicidad, los gurús asesores de imagen y pasa a tener cierta importancia la presentación mediática de cada Partido y cada candidato. ¿Cuánto del resultado se debe a estos medios (en los cuales todo el mundo, desde el grande al más chiquito, gasta fortunas?).

Según expertos en el asunto, como es el caso de Durán Barba, archiconocido asesor de candidatos políticos en varios países, ningún artificio publicitario, por más genial que sea, hace ganar la Presidencia a un mal candidato. El candidato presidencial del Frente Amplio fue el más flojo de todos: no hace falta entrar en detalles. Me resulta desconcertante venir a darle la razón a Sendic cuando, dirigiéndose a los suyos en otra elección, les dijo que no debían preocuparse por el candidato porque si les ponían un ropero o una heladera ganaban igual.

Me resulta inexplicable que haya votado bien un partido político cuya dirigencia mayor se dejó embretar con un plebiscito dañino, criticado por más de cien técnicos de sus propias filas y respecto al cual no pudieron pronunciarse y dar directivas claras a sus miembros: tuvieron que ponerle el nombre de libertad a lo que fue impotencia.

Me resulta inexplicable -y doloroso- que legisladores solventes, trabajadores, de larga experiencia en sus respectivos Partidos hayan quedado fuera del Parlamento; me refiero a Gandini en el Partido Nacional y a Ope Pasquet en el Partido Colorado. Y más inexplicable aún resulta que hayan entrado o conservado sus bancas otros que no voy a nombrar pero…

En resumen: el acto eleccionario del domingo pasado fue una jornada cívica ejemplar… y desconcertante.

Observación final: aún lo inexplicable o incomprensible dice cosas, habla.

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