Mi padre solía recordar aquello de “los parientes no se eligen, se eligen los amigos”, en el contexto de mi primo el Che, puesto que su abuela materna -Ana Lynch- era hermana de mi abuela paterna.
Antes he escrito sobre este accidente familiar pero ahora vuelvo a la carga en vista de la valiente revuelta de los cubanos hartos de estar hartos por el avasallamiento cruel de sus libertades elementales en el contexto de la miseria más espantosa con falta de los alimentos y medicamentos más elementales.
A esta altura hay que ser muy cretino para estar del lado de los carceleros castristas. La denominada “tragedia de los comunes” donde lo que es de todos no es de nadie (salvo lo que amasan los megalómanos) se ha puesto en evidencia del modo más crudo y horrendo. Este es el resultado por haberse tragado la píldora venenosa del marxismo que destroza todo vestigio de dignidad y consideración por las libertades individuales. Las masacres del comunismo tanto del alma como del cuerpo de todos los que se les ponen delante resultan evidentes para las personas de buena fe.
Dos de mis distinguidos y queridos amigos cubanos en el exilio, la neurocirujana Hilda Molina y el escritor Carlos Alberto Montaner me informan en sendos correos acerca del llamado “Plan Cacique”, grupos de choque integrados por fuerzas policiales y militares disfrazados de civiles para arremeter con inusitada violencia contra seres indefensos y corajudos que pretenden vivir no en la paz del cementerio sino en la paz de la libertad y el consiguiente respeto recíproco.
La banda de Fidel, el Che y sus secuaces resultó en una tragedia mayúscula para los perseguidos, torturados y asesinados. El Che explicó que el “verdadero revolucionario debe ser una fría máquina de matar”. Y todo por la manía de los Stalin, Pol Pot, Hitler, Chávez y Kim Jong-Un de este planeta que en sus ansias por fabricar el consabido “hombre nuevo” han vejado y mutilado a millones de seres humanos.
Y debemos tener en cuenta que Cuba -a pesar de las monumentales barrabasadas de Batista- era la nación de mayor ingreso per capita de Latinoamérica, eran sobresalientes en el mundo las industrias del azúcar, refinerías de petróleo, cerveceras, plantas de minerales, destilerías de alcohol, licores de prestigio internacional; tenía televisores, radios y refrigeradores en relación a la población igual que en Estados Unidos, líneas férreas de gran confort y extensión, hospitales, universidades, teatros y periódicos de gran nivel, asociaciones científicas y culturales de renombre, fábricas de acero, alimentos, turbinas, porcelanas y textiles.
Todo antes de que el Che fuera ministro de industria, período en que el desmantelamiento fue escandaloso. La divisa cubana se cotizaba a la par del dólar antes que el Che fuera presidente de la banca central.
Como no podía ser de otro modo, el Che comenzó su carrera como peronista empedernido. Recordemos que la política nazi-fascista de Perón sumió a la Argentina en un lodazal del que todavía no se ha recuperado y que, entre otros esperpentos, escribió en 1970 que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente”.
Es inadmisible que alguien con dos dedos de frente sostenga que la educación en Cuba es aceptable puesto que, por definición, un régimen tiránico exige domesticación y solo puede ofrecer lavado de cerebro y adoctrinamiento (y con cuadernos sobre los que hay que escribir con lápiz para que pueda servir a la próxima camada, dada la escasez de papel). Del mismo modo, parecería que aún quedan algunas mentes obtusas que no se han informado de las ruinas, la miseria y las pocilgas en que se ha transformado el sistema de salud en Cuba y que solo mantiene alguna clínica en la vidriera para atender a burócratas y algún simpatizante extranjero del régimen.
La sociedad abierta (para recurrir a terminología de Karl Popper) demanda respeto irrestricto de la propiedad privada, una institución fundamental que permite la mejor utilización de los escasos recursos en cuya situación cada cual para mejorar su patrimonio está obligado a servir a sus semejantes. En este ámbito el que acierta obtiene ganancias y el que se equivoca incurre en quebrantos en contraposición de los que la juegan de empresarios pero están aliados al poder político para obtener privilegios que siempre atentan contra el bienestar de su prójimo.
A contramano de lo dicho, el marxismo propugna la abolición de la propiedad y los seguidores y copiones de esta empobrecedora política intervienen los mercados libres con lo que perjudican muy especialmente a los más débiles. Afortunadamente aparecen algunas buenas noticias en nuestra región, por ejemplo, la muy bienhechora decisión del actual gobierno uruguayo de separarse de una incumplida apertura localista para abrirse al comercio con el mundo incorporando otros espacios.
El Che y sus pestilentes continuadores se arrogan la facultad de manejar a su capricho la vida y el fruto del trabajo ajeno en una demostración de una mezcla diabólica de ignorancia, malicia y soberbia sin parangón.
Cierro con una confesión. Mi cumpleaños es el 11 de julio, día que recibí el mejor regalo del mundo: el comienzo de las revueltas de cubanos valerosos contra la tiranía.