El contexto internacional

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Es indudable que vivimos un momento particularmente complejo en el mundo. Seguramente que en el pasado existieron épocas de mayor incertidumbre, y los ejemplos podrían ser extraordinariamente numerosos, pero la nuestra tiene algunos desafíos particulares, pautados por la gran cantidad de países que enfrentan desafíos políticos profundos al mismo tiempo. Detengámonos en este aspecto antes de llegar a nuestro país.

El episodio más perturbador de los últimos días fue el intento de asesinato del expresidente y actual candidato Donald Trump. Estados Unidos ha experimentado a lo largo de su historia varios atentados a candidatos y presidentes (con un porcentaje nada menor con desenlace fatal) pero en el actual contexto de crispación política sume a ese país en un escenario especialmente lamentable. Entre un presidente-candidato al que sus propios partidarios le están pidiendo que desista de su postulación por su notorio deterioro cognitivo y otro que alentó un asalto al Capitolio y hoy pretende abandonar la OTAN y dejar que Rusia haga lo que quiera con Ucrania, la opción que enfrentan los norteamericanos no es envidiable.

Sobre Francia escribimos la semana pasada: el triunfo parcial de la extrema izquierda hizo que no pueda existir mayor alegría por la derrota de la extrema izquierda. En todo caso, el futuro de los franceses no luce nada prometedor entre esos dos demonios que han puesto en jaque al presidente Macron que al inclinarse hacia la izquierda aparentemente ha decidido simplemente por la horca sobre la guillotina.

Muchos otros países de Europa tienen problemas políticos severos, pero pasemos a nuestro continente para irnos acercando. Argentina está experimentando cómo puede resultar un gobierno liberal-libertario luego de muchas décadas de dirigismo, con resultado incierto y pintoresco hasta el momento.

Brasil va por profundizar su presión fiscal desde niveles intolerablemente altos con su consecuentes coletazos políticos en un Parlamento siempre desafiante. Chile no se recupera del estallido social que llevó a Boric al poder y las encuestas vaticinan un triunfo de una derecha claramente más nítida que la que encarnó Sebastián Piñera.

La inestabilidad política ya tristemente tradicional en Perú ha comenzado a afectar su economía y el crimen organizado ha puesto en jaque a Ecuador. Bolivia acaba de sufrir un intento de golpe de Estado y Colombia se hunde gracias a las políticas absurdas que está intentando llevar adelante el gobierno de Petro. En México López Obrador parece tener el sartén por el mango mientras en El Salvador, Bukele está demostrando que quienes desprecian las libertades políticas también suelen despreciar las libertades económicas. Cuba y Nicaragua continúan con sus dictaduras criminales mientras en Venezuela asome una luz de esperanza, al menos en el resultado de sus próximas elecciones, no en que la dictadura de Maduro los reconozca.

En vista de todo lo anterior nuestra excepcionalidad democrática basada en un sólido sistema de partidos tiene mucho de que enorgullecerse. Sin desconocer lo anterior, si no logramos procesar algunas reformas estructurales claves no podremos responder a los desafíos que tenemos por delante. En los próximos artículos vamos a profundizar en las distintas y convergentes vertientes de este asunto.

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