El FA y la seguridad social

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A pesar que ya suscribí más de cinco notas sobre el desastre nacional que supondría la aprobación de la enmienda constitucional sobre la seguridad social, no puedo dejar de manifestar mi absoluto rechazo respecto a su eventual aprobación. El asunto es que no se trata a de una enmienda menor, como tantas otras ocurridas en el pasado, que no han modificado sustancialmente la realidad nacional. Aquí se trata de una reforma de la Carta que cambia completamente las reglas de juego seguidas por el país durante los últimos 39 años, desde el fin de la dictadura hasta hoy.

Siendo esto así, ¿Por qué se la promueve? No es de buena técnica, ni revela honestidad intelectual, descalificar una propuesta por las probables deficiencias en la personalidad de su autor. Pero cabe considerarlo. En el caso esta es impulsada por la mayoría (por más que circunstancial del PIT/CNT,) el Partido Comunista del Uruguay, el Partido Socialista, agrupaciones frentistas menores y gran parte de organizaciones de la sociedad civil, de la más variadas naturalezas. Esto, en términos ideológicos significa que está impulsada mayoritariamente por partidos que responden al marximo/leninismo o a variantes menores del mismo, como el marxismo y leninismo de los socialistas. Tampoco cabe dudar de la orientación de la central obrera, dominada por comunistas o sus seguidores.

Por su parte las organizaciones de la sociedad civil uruguaya tienen, prácticamente todas ellas, una marcada orientación de izquierda radical. Algo que es de pública notoriedad. Guiadas por estas doctrinas, no es de extrañar entonces, que este variopinto grupo se decante por una reforma que afecta los resortes últimos del capitalismo nacional. Un modelo del que carecen de cualquier afección, pese a que sea el que, forzado por la historia, adoptó el Frente Amplio. En última instancia, adelantan en su objetivo de destronar al capitalismo, al promover fracturas graves en sus bases económicas y a su vez congraciarse con los sectores más pobres de la sociedad a los que ofrecen, sin en reparar en las contrapartidas, mejorar sus ingresos. Bueno, bonito y justo pregonan por doquier. Las consecuencias que las arreglen los economistas capitalistas, si es que pueden atrasar el tiempo de la felicidad.

Lo más extraño de esta situación es el pronunciamiento del Frente Amplio. No está ni a favor ni en contra, deja a sus seguidores en libertad de acción. Resulta inverosímil que este partido -el más grande del país- pueda permanecer indiferente ante un proyecto que no ignora tiene la potencialidad necesaria para socavar las bases fundantes de la política económica tradicional. Esa misma que en Buenos Aires, prometió, en una suerte de compromiso sagrado, en no modificar. No se trata de que FA ignore que el proyecto propuesto resulta absolutamente ruinoso. Se lo dijeron más de cien economistas de su propio partido que advirtieron sobre los riesgos de la reforma. También lo hicieron sus componentes mayoritarios, entre ellos el MPP, el del candidato a Presidente. Sin embargo contrariando lo que es la práctica tradicional de los partidos que es tomar posición, particularmente ante los temas de mayor importancia nacional, el FA calla y elude cuidadosamente hablar del tema. Es difícil observar una mayor irresponsabilidad.

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