El futuro ya llegó

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El cambio del clima global es el resultado de la combinación de dos factores: uno natural, la evolución del clima de nuestro planeta a través de los milenios, con sus ciclos; el segundo, es consecuencia de la acción del ser humano. Las emisiones de los gases de invernadero -especialmente los producidos por la combustión de carbón e hidrocarburos- han aumentado constantemente a partir de la Revolución Industrial. La capacidad de nuestra especie de dañar la atmósfera está demostrada por el caso del deterioro de la capa de ozono sobre la Antártida, causado por las emisiones de gases CFC, que en su momento se consideraban especialmente amistosos.

No nos encontramos, entonces, ante un proceso que pertenezca exclusivamente al ámbito de las ciencias naturales, sino ante uno complejo donde esos factores se combinan con la vida social, económica de las sociedades, sus valores e ideas. Y también toca intereses muy influyentes. Ello explica porque, mientras que los esfuerzos para eliminar los CFCs dañosos han tenido éxito, no sucede lo mismo con los gases de invernadero.

Se podrá discutir que pesa más, si el componente natural o el social. También se podrá intentar hacer un análisis de costo beneficio comparando las ventajas y desventajas de tomar esta o aquella medida. Pero los hechos son los hechos.

Una recopilación de la NOAA publicada en estos días sobre anomalías climáticas comprobadas en el mes de julio pasado, incluyeron las altas temperaturas en los dos polos, las olas de calor en el Hemisferio Norte y la cuenca del Mediterráneo, con su cosecha de incendios y accidentes fatales, los contrastes de las temperaturas en las regiones de nuestro continente, y el notable aumento de la temperatura de la superficie del océano culminando un récord de quince meses consecutivos de altas temperaturas mensuales.

En julio, la Organización Meteorológica Mundial advirtió que se había producido la temperatura mundial promedio más alta (17,15ºC) desde 1940. Lo más interesante, destacó fue la mayor diferencia que se había constatado durante los trece meses anteriores con los años precedentes. Nos encontramos en un territorio desconocido, advirtió el organismo.

La evolución de los umbrales críticos del clima global (que incluyen el colapso de la capa de hielo de Groenlandia y el océano Antártico occidental, el derretimiento del permahielo, la muerte de los corales en aguas cálidas y el colapso de una corriente oceánica en el Atlántico Norte) también es preocupante. Estos indicadores no evolucionan gradualmente, acompañando el aumento de las emisiones de gases de invernadero, sino en etapas rápidas, incluso impredecibles con consecuencia difíciles de predecir. Probablemente ya hemos pasado dos de esos umbrales y cruzaremos los otros tres a principios de la década de 2030.

Es improbable que la Humanidad consiga detener el incremento de la temperatura global en el corto y mediano plazo. La actitud racional, entonces, es concentrarse en las medidas preventivas y paliativas.

Lo que lleva a las preguntas básicas. Los estudios han comprobado que el régimen de las lluvias ha cambiado en las últimas décadas. ¿Cuál será el impacto del cambio climático en las próximas dos décadas sobre la producción agropecuaria? Qué sucederá con el nivel de las aguas del Río de la Plata y el frente oceánico.

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